El 11 de septiembre de 1942, bajo un sol plomizo, más de 500 judíos debían embarcar en la estación de Fives (Lille, Francia) camino de los campos de exterminio. Gracias a la dedicación de los trabajadores ferroviarios, algunos de ellos fueron arrancados de las manos de los alemanes y salvados de la muerte. Fue uno de los mayores rescates de la Segunda Guerra Mundial. Años después, los supervivientes revelaron su historiaFue necesario un historiador apasionado, Gregory Célerse, para sacar a la luz el recuerdo de este extraordinario acontecimiento. Cuando se lanzó a investigar el destino de las familias judías en el Nord-Pas-de-Calais (Francia), descubrió un rescate que llevaron a cabo los ferroviarios el 11 de septiembre de 1942.
Aquel día, los ferroviarios ignoraron sus órdenes para poder esconder a los niños en un tiempo récord y salvar sus vidas. El tren estaba a punto de salir y cualquier escondite era una buena elección.
Célerse indagó más y pronto se dio cuenta de que estaba ante uno de los mayores rescates de un convoy con dirección a Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial, “según la institución oficial del Museo del Holocausto de Washington o incluso [el historiador francés y superviviente del Holocausto] Serge Klarsfeld”. Célerse se puso en contacto con ambos, “porque no hay otros ejemplos conocidos hoy en día. Y esto a pesar de los numerosos estudios realizados por historiadores en las últimas décadas”. Luego fue en busca de los supervivientes y de los descendientes de los valientes trabajadores ferroviarios.
El heroísmo de los ferroviarios
En septiembre de 1942, tuvo lugar la mayor redada de judíos en la región de Nord-Pas-de-Calais. Ordenada por la autoridad militar alemana de Bruselas, los arrestados fueron reunidos en la estación de Fives. Allí, dice el historiador, los ferroviarios de la empresa nacional de ferrocarriles SNCF, “algunos de los cuales eran miembros de la resistencia gaullista”, decidieron plantar cara al enemigo y esconder espontáneamente a los judíos polacos y a sus hijos, aunque habían nacido franceses, para sacarlos de la estación.
La acción de los trabajadores ferroviarios estuvo motivada “por sentimientos humanos de solidaridad y compasión hacia las mujeres y los niños que esperaban en el andén de esta estación de Lille”. Algunos de ellos lloraban, preguntándose por el destino que les reservaban los alemanes. Otros pensaban que los enviaban a los guetos de Cracovia o Varsovia”, explica Gregory Célerse.
En este momento, nadie sabía que los judíos eran enviados al este, a los campos de exterminio. El descubrimiento de esta historia comenzó cuando el historiador estudiaba “documentos de la época encontrados en los archivos departamentales del norte o en el ayuntamiento de Lille, en particular listas de judíos elaboradas por la autoridad alemana”.
Luego pudo establecer la composición de las familias judías de Lille. Entonces, las comparó “con los archivos de deportación establecidos por Serge Klarsfeld y el Museo de Malinas (el campo de concentración de Malinas de Bélgica era como el de Drancy de Francia, allí reunían a los judíos antes de su partida a Auschwitz)”. Faltaban algunos nombres, por lo que constata que algunos miembros no fueron enviados ni a Malinas ni a Auschwitz.
“O bien huyeron antes de ser arrestados o bien fueron rescatados por los trabajadores del ferrocarril en la estación de Fives”, concluyó. Sin embargo, la piedra angular aparece cuando encuentra un testimonio en los archivos que menciona que “casi 60 niños fueron llevados a una cafetería que era el ‘escondite de los ferroviarios’”: los supervivientes del 11 de septiembre de 1942.
Tras la guerra, “los ferroviarios rechazaron los honores de la comunidad judía de Lille, alegando que habían actuado para ayudar y no para recibir ningún honor”, precisó Gregory Célerse, “lo que explica en parte porque este acontecimiento, aunque de una gran magnitud, fuera casi desconocido”.
En la región, nadie se sorprende por una acción así para ayudar a los judíos. “Los ferroviarios eran gente valiente, trabajadora y solidaria. Como mucha gente en el norte [de Francia]”.
Ni siquiera la SNCF tenía conocimiento de este acto de valentía por parte de algunos de sus empleados en Lille. Lo descubrió en 2016 y decidió ayudar a Célerse en su investigación.
Buscando a los supervivientes
De común acuerdo con los miembros de la comunidad judía de Lille, continúan las investigaciones sobre la identidad de los judíos rescatados en la estación de Fives. El historiador está trabajando con las páginas blancas francesas, estadounidenses e israelíes, lo cual le permite contactar con los supervivientes para saber más sobre el rescate.
Así, ha encuentras a algunos en Estrasburgo, Israel o Estados Unidos y quiere filmar su testimonio. “Algunos de los supervivientes nunca habían hablado con sus familiares. Es probable que esta experiencia, aunque haya terminado bien para ellos, siga siendo traumática”, cuenta Gregory Célerse.
Otros han perdido a un hermano, a una hermana o incluso varios a miembros de la familia. De los 513 judíos deportados el 11 de septiembre de 1942, solo nueve regresaron.
“Ha habido casos desgarradores de separación porque los padres aceptaron entregar a sus hijos a desconocidos”, supo el investigador. Y a medida que conocía a los supervivientes, constataba que “es probable que algunos sufran, sin ser necesariamente conscientes de ello, de lo que se llama la culpa del superviviente”. ¿Por qué he sobrevivido cuando murieron tantas personas?
“Porque los hombres demostraron una gran valentía en el día de este verano de 1942”, contestó el historiador, que hace de la identificación de los trabajadores ferroviarios una cuestión de honor y de dar a conocer este acto de humanismo y solidaridad. Hasta la fecha, ha identificado a veinticuatro de ellos, activos durante el rescate, y ha podido contactar con las familias de cuatro.
Mientras tanto, este 11 de septiembre de 2018, tendrá lugar un nuevo encuentro en Fives entre los judíos salvados hace 76 años y los descendientes de sus salvadores. Hace unos días, se encontró a una superviviente más, justo a tiempo para participar. Vive en Estrasburgo y tenía 9 años cuando tuvo lugar la redada en el norte de Francia.