En el amor hay dos pasiones que debemos distinguir: el “flechazo” y el enamoramiento.El “flechazo” es una pasión emotiva. Es muy fuerte pero no dura mucho. Se produce sobretodo por la reacción de la sensualidad a los valores del cuerpo de una mujer o de un varón y provoca psicológicamente en el “flechado” un trastorno de la atención.
Si trabaja, le cuesta trabajar; si estudia, le cuesta estudiar; la cabeza se le va a la persona que lo “flechó”. Si esta emoción fuese un estado afectivo permanente no se podría hacer nada, porque realmente afecta la atención que se pone en las actividades habituales.
Otro efecto es que provoca el vuelo de la imaginación: se proyecta todo lo que se quiere que tuviera la mujer o el hombre ideal. El “flechazo” es como un empujón para que comience una historia de amor, pero no puede durar mucho tiempo y es lógico que después de un tiempo desaparezcan sus signos.
A diferencia de lo que muchos creen, eso no significa que desaparece el amor, sino que se trata de una fase embrionaria del desarrollo posible del amor.
Algo similar ocurre con la infancia, que en algún momento se acaba sin que por ello se acabe la vida, pues deja paso a etapas de mayor desarrollo de la vida humana como la adolescencia y la juventud.
Hay personas que creen que toda la realidad posible del amor es sentirse “flechado”, de modo que cuando desaparece el “flechazo” piensan que desapareció el amor, y entonces buscan a quien nuevamente los “fleche”.
La historia de amor frágil y efímera de muchos es ir de “flechazo” en “flechazo”. En realidad, más que enamorarse de tal o de cual persona se enamoran de estar “flechados”, de la emoción placentera que es sentirse trastornado por alguien.
De ahí la inestabilidad de la historia de amor de muchos varones y mujeres, con el consiguiente vacío y dolor por no llegar a saborear otras etapas del desarrollo posible del amor, el amor entero, el amor maduro.
A diferencia del “flechazo”, el enamoramiento puede durar siempre, porque además de intervenir la afectividad, que es la reacción positiva ante los valores ya no sólo corporales sino espirituales de esa mujer o ese varón, con la inteligencia se conoce y profundiza en la riqueza de esa persona que provoca admiración.
El enamoramiento, que es la admiración hacia los valores de esa persona, puede durar siempre. Uno puede envejecer enamorado de la misma persona.
Uno no se enamora de la persona perfecta, sino de alguien con debilidades y con fortalezas, las que entran en sintonía con las propias. La invitación del enamoramiento es a “afirmar” a la persona que queremos ayudándola a desarrollar la mejor versión de sí misma. Eso es el buen amor.