Miles de peregrinos llegan a los pies de este Cristo, una fiesta cargada de fe, devoción y tradición oral “Era un río desbordado de gentes devotas de todas las clases sociales, un espectáculo impresionante y conmovedor y un resonar de clamores, plegarias y vivas al Señor de los Milagros.
La emoción fue indescriptible cuando apareció la imagen abandonando su antigua y pobre Ermita para irse a aguardar y ayudar a sus devotos en su hermoso y amplio Templo.
El paso era llevado en hombros por sesenta y cuatro caballeros vestidos de rigurosa etiqueta, se turnaban de diez y seis en dieciséis, llevando las andas donde iba la imagen. La procesión duró varias horas y a la entrada del templo fue necesario extender doble fila de soldados para contener a la inmensa multitud que se aprestaba para estar cerca a la imagen.
En 1937 el Papa Pío XI por medio de su secretario el Cardenal Pacelli (futuro Papa Pío XII) expidió un Decreto concediéndole el Titulo de Basílica, debido a los numerosos milagros y al volumen de peregrinos que la visitaban (más de 800.000 anuales)”.
Esta breve reseña histórica, reproducida en el sitio web de la Basílica de los Milagros de Buga, da cuenta de una devoción que este 14 de septiembre cobra mayor relevancia en la zona de Valle del Cauca (Colombia). Es ahí donde, este año, entre el 7 y 16 de septiembre, miles de peregrinos llegan al lugar para ofrecer sus “rogativas”.
Efectivamente, este maravilloso templo de más de 80 metros de largo por 33 de altura es uno de los principales atractivos del lugar, que se destaca por la maravillosa estatua del Santísimo Redentor de más de dos metros de largo y un campanario con cinco campanas francesas.
Pero sin lugar a dudas, el protagonista de esta devoción es el propio Cristo, representado en una cruz y de color oscuro. Si bien se ha establecido que la imagen data del Siglo XVII –o antes-, la tradición oral indica hace referencia a la historia de una indiecita que entre los años 1550 y 1560 deseaba conseguir un crucifijo para su choza.
Pero para ello le indicaron que debía ahorrar dinero, algo que hizo durante mucho tiempo. Por aquel entonces, una vez reunido el dinero, un vecino fue enviado a prisión debido a una deuda. Debido a esto, la mujer no dudó en destinar a la liberación del hombre lo que había ahorrado par la cruz. Luego de esto, un día, mientras estaba lavando ropa en el río Guadalajara vio que la corriente arrastraba un pequeño crucifijo. Lo tomó y se lo llevó a su casa, lugar en el que lo instaló en una pequeña caja de madera.
Sin embargo, lo más extraño aún no había acontecido. En determinado momento empezó a escuchar ruidos extraños y comprobó que provenían de la caja, que crujía y se rompía, pues la cruz estaba creciendo.
La gente empezó a venerar esta imagen y la humilde choza de la indiecita se volvió un santuario. Pero los hechos curiosos prosiguieron. Incluso, a lo largo de los años, la imagen logró preservarse milagrosamente en medio de ataques, incendios y hasta intentos de destrucción. Esto ha provocado, entre otras cosas, que la imagen actualmente esté puesta sobre un lugar elevado y con protección especial. (Ver reseña del del Milagroso).
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Hasta aquí la historia y la devoción en imágenes. A continuación una breve oración:
AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
Señor de los Milagros, te damos gracias porque a una indiecita en los comienzos de nuestra historia latinoamericana la hiciste instrumento de tus maravillas. Aquella mujer nos recordó que más importaba la libertad de un hombre, que la posesión de una imagen.
Suscita en nosotros el recuerdo de esta lección evangélica siempre que nos postremos ante ti, Señor de los Milagros, para pedirte un favor o agradecerte un beneficio. Acrecienta nuestra fe en tu presencia, que se manifiesta de diversos modos, ya te adoremos en la Eucaristía, ya te consideremos en el Pesebre, o cuando nos postremos ante tu Cruz o te veamos en nuestros hermanos, especialmente en los que sufren y en los que luchan por el logro de sus aspiraciones hacia una vida más digna del ser humano.
Bendícenos, misericordioso, a todos, e inspíranos deseos sinceros de una vida más cristiana y más entregada al servicio de nuestros hermanos. Amén.
Con información en base a Basílica del Señor de los Milagros de Buga