Jerarquizar tus prioridades significa, en primer lugar, preguntarte sobre los objetivos fundamentales de tu acción“Lo que es importante rara vez es urgente y lo que es urgente rara vez es importante”, formuló el general Eisenhower, que sería presidente de los Estados Unidos.
Casi todo el mundo conoce su matriz para ordenar la prioridad de tus actividades:
A mí siempre me han resultado evidentes las limitaciones de este cuadro analítico. ¿Cuántos de nosotros ponemos en la casilla “ELIMINAR” (a veces llamada “APLAZAR”) las actividades que son esenciales “para uno mismo”? Hay momentos en los que generalmente no podemos hacer otra cosa, a la hora de iniciar un proyecto, resolver una crisis, etc. Pero en una situación normal, ¿por qué sacrificar o postergar lo que es esencial para nosotros?
Te puede interesar:
El orden puede convertir tu casa en un refugio de paz
Lo sagrado de nuestras vidas
Yo llamo “Esencial” lo que concierne a nuestros objetivos personales fundamentales, e “Importante/Urgente” lo que concierne a los medios para alcanzarlos.
Aunque no siempre es fácil de detectar, la línea divisoria es real: es importante trabajar para ganarse la vida, para tener éxito en tus proyectos; es esencial que tu trabajo y tus proyectos no contradigan tus valores fundamentales, tus creencias centrales. Mejor aún, cuando nuestro “esencial” puede expresarse en nuestra profesión, experimentamos una forma más elevada de realización.
Es esencial aquello por lo que trabajamos, aquello que hacemos no por interés o eficacia —eso es “solamente” importante—, sino en nombre de nuestro valor añadido humano, por aprender “el oficio de hombre”, como dijo elegantemente el filósofo suizo Alexandre Jollien.
Es esencial lo que es sagrado en nuestra vida, especialmente esta presencia del yo que nos asegura que no estamos abandonando nuestra vida, sino que buscamos ser los actores de ella, conscientes y responsables.
Un recurso que cada uno invierte a su antojo y que le permite validar internamente la coherencia entre su vida personal y profesional.
Tu verdadero valor añadido
La cuestión de lo esencial se plantea sobre todo al principio de una carrera, cuando uno se pregunta “para qué se hace” algo, cómo se podrá desplegar “lo que se es” en una actividad profesional.
También surge a lo largo de la vida profesional y, en particular, en una situación de renovación, cuando se necesita redescubrir lo que constituye el verdadero valor añadido de uno mismo: aquello que nos es propio, lo que constituye tanto nuestra fertilidad como nuestra propia firma.
Necesitamos estas citas esenciales con nosotros mismos. De lo contrario corremos el riesgo de perder el sentido de lo que estamos haciendo.
¿Y para el líder?
Aquí se encuentra una clave para entender al líder. El líder es, de hecho, capaz de poner su “sustancia” personal en sus proyectos. Alinear lo que es esencial para sí mismo con una actividad profesional importante: ¿no es esta la mejor manera de ejercer el liderazgo y realizarse? Apoyarte en tus valores esenciales para alimentar un proyecto profesional aumenta el sentido de lo que estás haciendo.
No todo el mundo tiene tanta suerte, muchas personas prefieren reservar lo esencial de su vida a otros ámbitos que no son el trabajo; otras muchas podrían hacerlo también, pero no se atreven, nunca lo han intentado.
Los líderes son generalmente aquellos que conectan sus proyectos con lo que realmente les importa. ¿El resultado? Ganan en energía y resplandor.
