Fe y fidelidad a Cristo, oración y heroísmo, amar y defender a los niñosHoy son noticias que nos hacen sufrir, a todos, creyentes y no creyentes, pero de manera particular a los que vivimos y profesamos nuestra fe cristiana, católica.
Escuchar, y saber con certeza, que ha habido almas, sobre todo niños, heridos en su interior y en su físico de manera irremediable por sacerdotes de la Iglesia católica es un mal que nos daña a todos en lo más profundo de nuestra alma.
En cuántas ocasiones el Papa actual, al igual que su predecesor, han hablado abiertamente de este tema para evidenciar la existencia de un mal en el interior de la Iglesia católica que hay que extirpar desde la raíz.
El papa Francisco ha manifestado, en no pocas ocasiones, su “profunda vergüenza” causada por “el abuso sexual de menores por parte de sacerdotes”, ya sean diocesanos o religiosos.
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Ha pedido perdón en no pocas ocasiones a toda la Iglesia de Dios, a específicas comunidades por el escándalo, por la traición de la misión de quien se siente llamado para servir a los demás.
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Mi reflexión como antropólogo, como psicólogo, como estudioso del factor humano y sobre todo como cristiano está llena de dolor.
Estamos seguramente viviendo una de las crisis morales mas significativas de los últimos siglos. Una crisis que va más allá de las crisis económicas cíclicas que hemos siempre presenciado.
La misma Iglesia católica está viviendo una crisis interna que hace sufrir de manera particular a los que cada día, de manera sincera y simple, tratamos de vivir nuestros valores auténticos y nuestra vida cristiana por convencimiento personal.
Recordemos que en medio de esta situación tan delicada que no podemos ni debemos ocultar, resuenan las palabras firmes y saldas de nuestros Evangelios.
Nadie podrá destruir la verdad absoluta sobre el origen divino de la fundación de la Iglesia católica. Jesucristo, muerto y resucitado es nuestra salvación.
No veo en estos momentos otra opción mejor que la respuesta de nuestra fe, nuestra fidelidad a Jesucristo, cuando algunos de sus pastores nos están perjudicando en nuestra lucha diaria por la defensa y vivencia de nuestra fe.
No nos salvará ni el pensamiento, ni la psicología, ni la más profunda filosofía. Nos salvará la fe en Jesucristo, esa fe que hemos recibido como don y que hoy tenemos que defender con todas nuestras fuerzas.
Nuestro Papa nos está pidiendo hoy silencio, dignidad. Silencio que no quiere decir ocultamiento. Silencio que pide oración y heroísmo.
Silencio que nos invita también a buscar los medios eficaces para que esto no se repita nunca más en la Iglesia de Jesucristo, como por supuesto en cualquier otro contexto humano.
Los niños son las creaturas predilectas de Nuestro Señor. Hay que amarlos y defenderlos. Que el Padre Eterno nos conceda a todos serenidad y fidelidad en estos momentos dolorosos. Porque Él mismo nos dijo que el mal nunca prevalecerá sobre el bien.