Una maravilla de la Creación considerada también reserva de la biósfera mundial ¿Eres amante del turismo aventura y la contemplación de Creación? En los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sur, Brasil, tienes entonces una buena opción para conocer uno de los ecosistemas de humedales más grande del mundo, una extensa zona natural que también abarca parte de Paraguay y Bolivia.
Se trata del Pantanal, un lugar riquísimo en cuanto a biodiversidad de flora y fauna, aspecto que representa una clara invitación para sumergirse en un recorrido que ofrece diversas actividades como el safari, la navegación por ríos, además de cabalgatas o recorridos por zonas selváticas.
Este lugar, que se destaca por su agua dulce, además de abundancia de vegetación y fauna, integra la lista de los lugares declarados por la Unesco como Patrimonio Natural de la Humanidad y Reserva de la Biosfera en el año 2000.
Con una superficie superior a los 200.000 kilómetros cuadrados, esta región cautiva tanto por su belleza como por su colorido. Es ahí donde los espíritus inquietos pueden toparse con un sinfín de animales que viven en su hábitat natural como el cocodrilo, jaguar, yacaré, anaconda, además de aves como el tucán o guacamayo, entre muchos otros. Pero también representa una gran oportunidad para deleitarse con mariposas, peces y más mamíferos.
Un buen punto de partida para quienes se atrevan a lanzarse a esta aventura puede ser la ciudad de Cuiabá, un área urbana que mezcla lo europeo con lo africano y también lo autóctono en cuanto a sus influencias y que es reconocida como “la puerta sur del Amazonas”.
Desde allí se puede continuar el viaje a otros puntos, entre ellos, por ejemplo, el Parque Nacional del Pantanal Matogrossense , lugar cuyo objetivo principalmente tiene que ver con la preservación del ecosistema y cuya área de conservación ha sido reconocida por la Unesco.
Disfruta a continuación las mejores imágenes del Pantanal brasileño, reserva de la biosfera y patrimonio de la humanidad, un lugar maravilloso de la “casa común” (Laudato Sí) que no está exento de desafíos, entre ellos el de su conservación para que nuestras manos no lo terminen perjudicando: