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El fast food sigue seduciendo a los EE.UU.

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Paul de Maeyer - publicado el 13/10/18
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Según un informe de la Agencia Federal para el control y la prevención de las enfermedades, cada día 85 millones de estadounidenses comen comida “basura”Los ciudadanos americanos no consiguen vivir sin el fast food. Lo revela un informe difundido el miércoles 3 de octubre por el National Center for Health Statistics dei Centers for Disease Control and Prevention (CDC, es decir, la agencia federal para el control y la prevención de las enfermedades).

De la investigación basada en los datos contenidos en el National Health and Nutrition Examination Survey se desprende de hecho que en el periodo 2013-2016 el 36,6% de la población adulta, es decir, más de un estadounidense adulto de cada tres, ha consumido comida fast food en un día determinado. El porcentaje corresponde a aproximadamente 84,8 millones de personas.

“Nos hemos concentrado en el fast food para este informe, porque el fast food ha jugado en las últimas décadas un papel importante en la dieta americana”, contaba a la CNN la autora principal, Cheryl D. Fryar, investigadora del National Center for Health Statistics.

Edad y origen étnico-racial

Los datos analizados por el equipo de Fryar muestran por ejemplo que el consumo de comida fast food disminuye conforme avanza la edad. Entre los jóvenes adultos entre los 20 y los 39 años, el 44,9% (o sea, casi uno de cada dos) consume fast food, un porcentaje que baja al 37,7% entre los adultos de 40 a 59 años, y al 24,1% (es decir, casi uno de cada cuatro) entre las personas de 60 años o más. Esta clara tendencia a la disminución se produce entre los consumidores de ambos sexos.

Los consumidores más asiduos de comida fast food son las personas adultas no hispanas negras, revela la investigación: el 42,4%. Entre las personas no hispanas blancas, esta proporción baja al 37,6%, entre las hispanas al 35,5% y entre las no hispanas asiáticas, al 30,6%.

Hombres & mujeres

En la población adulta, un porcentaje ligeramente más alto de hombres que de mujeres consume fast food: el 37,9% contra el 35,4%. Por parte de los hombres no hispanos negros, lo consume el 41,8%, entre los hombres no hispanos blancos el 39,0%, entre los hispanos adultos el 35,2% y entre los no hispanos asiáticos, el 31,1%.

También el porcentaje de mujeres adultas no hispanas negras que consumen fast food era más alto respecto a las mujeres no hispanas blancas: el 42,9% contra el 36,3%. Entre las mujeres hispanas en cambio, el porcentaje es del 35,8%, y entre las no hispanas asiáticas el 30,4%.

El dato de la renta

De la investigación se desprende que el porcentaje de personas adultas que consumen fast food sube junto a la renta familiar. Según el informe, el 42% de las personas adultas pertenecientes a la franja de renta alta consumen fast food. La proporción desciende al 36,4% entre los adultos de renta media, y al 31,7% entre los de renta baja. Tampoco en este caso, añade el informe, hay diferencias “significativas” entre hombres y mujeres.

“Esta conexión o correlación es lo opuesto que quizás yo me habría esperado”, admitió a la CNN el doctor Lawrence Cheskin, director de investigación clínica en el Global Obesity Prevention Center de la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health en Baltimore (Maryland), que no estaba implicado en la investigación.

“Pero necesitamos este tipo de estudios y de estos tipos de hechos y estadísticas para comprender mejor lo que impulsa al consumo de alimentos que, como experto en nutrición, diría que no serían la primera elección por una serie de motivos”, añadió.

Como posible explicación, Liz Weinandy, dietóloga en el Ohio State University Wexner Medical Center de Columbus, propone que las personas que no tienen problemas financieros van más a menudo a comer fuera. Al mismo tiempo, cada vez más personas con una renta baja declara que el fast food cuesta demasiado y que cocinar en casa es más económico, explica la experta al Daily Mail.

Momento del día

Los momentos preferidos de la jornada para consumir fast food son la hora de la comida y la de la cena. El 43,7% de los adultos que consumen fast food lo hacen a la hora de comer y el 42% a la de cenar. Casi un adulto de cada cuatro, o sea el 22,7%, desayuna fast food, y otro 22,6% para tomar un tentempié o snack.

En este caso hay una diferencia clara entre las costumbres de hombres y mujeres. Mientras entre los hombres adultos casi uno de cada tres, o sea el 48,3%, consume fast food para comer, entre las mujeres este porcentaje es del 39,1%. Las mujeres son más proclives a los snacks fast food: casi una de cada cuatro (el 25,7%), respecto al 19,5% de los hombres.

Algunas reacciones

La dietóloga Weinandy acoge el informe con preocupación, sobre todo por el hecho de que son sobre todo los jóvenes adultos los que consumen fast food. “Estas personas probablemente han crecido con fast food”, observa la experta, que añade que así “se predisponen a patologías como la obesidad y las diabetes de tipo 2”.

Además, observa Weinandy, la franja entre 20-39 años es también la que tiene mayor probabilidad de tener niños pequeños, que tienen riesgo de copiar de los padres los modelos alimentarios malsanos basados en el fast food, llamado también junk food, “comida basura” (la malbouffe, como dicen los franceses).

Según un sondeo llevado a cabo por el Rudd Center for Food Policy & Obesity (un centro de investigación de la Universidad de Connecticut en Hartford), publicado en septiembre y citado por la CNN, más del 91% de un grupo de 871 padres declaró haber comprado durante la semana anterior la comida o la cena de sus hijos en un restaurante fast food de una de las cuatro grandes cadenas, McDonald’s, Burger King, Wendy’s o Subway.

“Es cómico, cuando vemos las noticias de un tiburón que nada cerca de una playa, la gente se asusta y no se acerca a ella. Sin embargo, a lo que tendríamos que tener más miedo es al doble cheeseburger, a las patatas fritas y a las grandes cantidades de bebidas azucaradas”, declaraba Weinandy a la CNN, advirtiendo contra la “sobreabundancia de alimentos altamente procesados que son muy económicos y fácilmente disponibles”.

Carne procesada y cáncer de mama

Justo en estos días, un estudio realizado por el equipo dirigido por la investigadora Maryam S. Farvid, del Department of Nutrition della Harvard T.H. Chan School of Public Health en Boston (Massachusetts), subraya el nexo entre el consumo de carne procesada y el aumento de tumores de mama, revela el Daily Mail. Según la nueva investigación, el consumo de carne procesada aumenta el riesgo un 9%.

El meta-análisis, publicado en la revista International Journal of Cancer(IJC), se basa en 13 investigaciones anteriores sobre la carne roja, que comprendían en total a 1.133.110 mujeres, de las que 33.493 habían sido diagnosticadas con la patología, y en otros 15 estudios sobre la carne procesada, que incluían a 1.254.452 donne, de las que 37.070 habían desarrollado cáncer de mama.

Farvid no excluye que en el origen del riesgo haya varias sustancias, como los nitratos y los nitritos, que confieren a la carne procesada su típico color rosa, junto a las grasas saturadas, el colesterol y al hierro de origen animal presentes en la carne roja. Por tanto, reducir la carne procesada puede ser un instrumento para la prevención del cáncer de mama, sugiere la investigadora.

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