La exposición ‘Allons voir la mer avec Doisneau’ muestra, en la capilla y el claustro del convento de Santa Cecilia en Grenoble (Francia), un conjunto de fotografías desconocidas realizadas entre 1930 y 1960 que relatan las sencillas alegrías tan apreciadas para el fotógrafo Robert Doisneau
Robert Doisneau, fotógrafo internacionalmente reconocido por su obra sobre París y sus suburbios, también fue, desde la “rebelión de lo maravilloso” en lo cotidiano, un atento explorador del litoral francés. Sin embargo, no estaba familiarizado con la costa. Esas fotografías marinas —bastante raras— estaban destinadas por lo general a encargos periodísticos o editoriales.
La sencilla alegría de las vacaciones en familia
La exposición Allons voir la mer [Vamos a ver el mar] es un paseo a lo largo del litoral, de las playas a los puertos, incluso bajo el agua, en compañía de marineros pescadores, de veraneantes, de bañistas, de estibadores, de buceadores, de grumetes de un día y de turistas de balneario. Estas fotografías se inscriben en la corriente de la “fotografía humanista” que coloca a la persona y sus actividades —vida familiar, pasatiempos, trabajo— en el centro de sus preocupaciones. Niños bromistas en traje de baño, madres cariñosas… Encontramos, en una gran parte de estas fotografías, el elemento característico de la maestría de Doisneau: momentos de felicidad sencillos y en familia.
Doisneau prefería captar escenas intimistas que le inspiraban, le divertía hacer posar a sus allegados, como a su esposa Pierrette, pero también a sus dos hijas Annette y Francine. Otras escenas, más humorísticas, sumergen al espectador en la aparición del turismo balneario de la época de posguerra de los Treinta Gloriosos, como ejemplifica esta sesión de gimnasia improvisada en la playa. Por último, Doisneau aporta una bondadosa mirada sobre la vida cotidiana de los hombres del mar, su trabajo y la belleza de sus gestos. Una contemplación sin duda meditativa para quien se definía a sí mismo como “pescador de imágenes”.