La iglesia argentina trabaja en planes para lograr independizar su labor de esas asignaciones desde hace décadasLos obispos de la Argentina ratificaron una idea que se viene trabajando en la Iglesia desde hace varios años: le resignación de las asignaciones que reciben del Estado. Se trata de una histórica renuncia a aportes del Estado que se traducían en asignaciones a Obispados, becas para seminaristas y parroquias de frontera. Lo hicieron durante la Asamblea Plenaria que los convocó en Pilar, tras una semana de encuentro, oración y deliberación. No son estas asignaciones, sin embargo, las que sostienen la tarea evangelizadora de la Iglesia en la Argentina, ya que representarían apenas poco más de un 5%.
“Uno de los temas que nos esperaban para tratar en esta Asamblea plenaria era el sostenimiento de la acción evangelizadora de la Iglesia. Hemos dialogado durante bastante tiempo, los obispos del interior, y de las grandes ciudades, y hemos reflexionado acerca de qué herramientas e instrumentos podemos instrumentar para mejorar el funcionamiento de nuestra institucionalidad, de nuestras comisiones, nuestras iglesias particulares, en un clima de máxima libertad y sobre todo aplicando a fondo la solidaridad cristiana que es una responsabilidad de todo fiel”, expresó el obispo Marcelo Colombo, vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal.
Se trata de alternativas, como expresaron en un comunicado, “basadas en la solidaridad de las comunidades y de los fieles, asumiendo el espíritu de las primeras comunidades cristianas, que ponían lo suyo en común. (Hechos de los Apóstoles 2,44)”.
Además, se constituyó una Comisión Episcopal para el sostenimiento de la misión evangelizadora de la Iglesia, que trabajará en la creación de un fondo solidario y la continuidad del diálogo con el Gobierno Nacional para consensuar alternativas que faciliten el reemplazo a los ingresos. La implementación del cambio, como aclaró la Conferencia Episcopal en un comunicado, será gradual.
En el 2019, según el presupuesto oficial presentado en el Congreso, las asignaciones ascenderían a 180 millones de pesos, apenas el 1% del presupuesto destinado a Relaciones Exteriores y Culto. El principio de estas asignaciones, más allá de sucesivas reformas al programa, se remonta a la incautación de los bienes de la Iglesia cuando la Argentina comenzó su caminar independiente, en el siglo XIX.
Las asignaciones, aunque mínimas, son muy importantes para el financiamiento de la labor pastoral en muchas diócesis necesitadas, y también para los seminaristas. Por lo que el renovado compromiso de los cristianos en el sostenimiento de su propia Iglesia, y en el apoyo a las diócesis más necesitadas del país, será muy importante.
Pese a que en algunos medios de comunicación se presente la renuncia como una respuesta a presiones del gobierno en el marco de planes de ajuste y reformas laicistas, la iglesia argentina trabaja en planes para lograr independizar su labor de esas asignaciones desde hace décadas. Ejemplo de esto es el Plan Compartir, puesto en marcha hace más de diez años.
La Argentina ha ido cambiando mucho desde su nacimiento a principios del siglo XIX, durante el que nadie hubiese osado cuestionar a los clérigos u hombres abiertamente cristianos que rezaban después de declarar el primer gobierno patrio, antes de las batallas independistas, antes de firmar la Independencia, o de firmar la Constitución. La dimensión espiritual de las personas en esa Argentina naciente no sólo se reconocía, sino que se impulsaba.
Desde entonces, en su corta historia, los impuestos de los ciudadanos se han ido destinando cada vez más a programas de tinte ideológico que espiritual. En 2018, sólo para la difusión específica de la polémica asignatura Educación Sexual Integrada se destinarán 100 millones de pesos, según consta en el Presupuesto. 186 millones para la Dirección y Conducción del Instituto Nacional de Mujeres. Ambos programas vehiculizantes de la “perspectiva de género”, como prefieren denominarla.