La vida brinda muchas posibilidades para rehacernos motivados por los fuertes lazos del amor. Me entrevistaba con los preocupados padres de un adolescente que hasta entonces había sido un estudiante responsable que gozaba de una necesaria y privilegiada beca, así como de toda su confianza y orgullo.
Con todo, había embarazado a su novia adolescente y ahora pensaba interrumpir sus estudios para empezar una temprana vida laboral y poder casarse, mientras que sus preocupados padres buscaban una fórmula que le permitiera seguir adelante sin demeritar en lo posible la calidad de su vida futura.
Sintiéndose responsables de una fallida tarea formadora, se preguntaban.
… ¿Qué hicimos mal? ¿Por qué nuestro inteligente y noble hijo se equivocó en algo tan importante que afectará su vida presente y futura, repercutiendo además en la vida de dos familias?
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Hablemos de tres carencias que suelen darse en la educación de los hijos en las que pudiera encontrarse una explicación.
Carencia de autocontrol de sus apetitos sensibles.
Algunos padres piensan que la información de la sexualidad es lo más importante y que sirve más que nada para evitar un embarazo no deseado. Un grave error, ya que la verdadera educación se da en la afectividad sustentada en los valores del ser persona.
Valores que admiten la verdad de que no tenemos, sino que somos cuerpo, y lo que con él hacemos nos implica en la totalidad de nuestro ser.
Tal educación comienza desde la niñez cuando se educa sin ceder en todo, poniendo límites a las malas conductas o los caprichos superfluos e injustificados de los niños-adolescentes, pues de esta forma en ellos se desarrollan mecanismos de autocontrol tan necesarios para un sano crecimiento de su libertad en hacer, y en dejar de hacer.
Algunos padres exigen solo lo académico pensando que las buenas calificaciones son sinónimo de madurez y responsabilidad, mas no es así.
Eso explica que algunos jóvenes logran una clara disciplina para conducirse con eficacia en actividades como los estudios, el deporte, cierto orden etc., aspectos en los que se encuentran regidos por normas externas a las que se sujetan y en circunstancias en las que se sienten “libres” de ellas quedan a expensas de sus fuertes tendencias sensibles.
Son jóvenes sin autocontrol que suelen dejarse guiar por los impulsos pensando ser más auténticos y libres, lo cual no es cierto. No lo es, ya que se orientan solo a lo placentero, sin tener en cuenta la totalidad de lo que se elige, sus múltiples relaciones y sus consecuencias.
Las buenas calificaciones entonces no los sustraen al riesgo del alcohol, las drogas, accidentes, relaciones sexuales prematuras o peligrosas, etc., etc.
Carencia de control de las emociones, sentimientos y pasiones.
Algunos padres no permiten un ambiente de confianza y comunicación para que sus hijos manifiesten lo que sienten, sin temor; por lo que se pierde la oportunidad de enseñar a ejercer el debido control sobre sus emociones y sentimientos, lo que los llega a afectar en su bienestar psicológico y repercutir en su relación con los demás.
Sentimientos naturales como:
- La justa ira o indignación que nos permite expresar malestar, reclamar justicia y puede servir para defendernos de una situación de peligro.
- La ansiedad que nos permite estar en estado de alerta ante situaciones difíciles.
- La tristeza como forma de expresar el dolor que llevamos dentro o nos lleva a pedir ayuda.
- Incluso, ciertas formas de rabietas como moderadas manifestaciones de insatisfacción y frustración.
El reprimirlos es causa de que los hijos busquen compensación en el abuso de alcohol u otras substancias, así como el apoyo y comprensión en relaciones extrafamiliares inconvenientes o peligrosas. Por ello es imprescindible el dialogo entre padres e hijos con la apertura y acceso al espacio necesario para que logren expresar lo que les preocupa, lo que les gusta, sus pequeñas conquistas o fracasos, etc.
En ese continuo diálogo no importan tanto las primeras reacciones de nerviosismo, impaciencia o arrebato, sino el hecho de el hijo quiera ser cada vez más dueño de sí mismos.
Carencia de afecto tangible.
Recibir amor de forma tangible es el fundamento de una sana autoestima que no ha de buscarse erróneamente fuera de la familia o en otros contextos. Cuantos problemas resuelve un abrazo, una caricia, una palabra de afecto.
El cariño a los hijos se debe expresar de todas las formas posibles, sobre todo en la etapa adolescente, y esto exige esfuerzo, paz y ciencia. Las frases y el abrazo amoroso son una necesidad de su alma y principal fuente de autoestima seguridad y pertenencia.
Finalmente nunca es tarde para rectificar errores ya que la vida brinda muchas posibilidades para rehacernos motivados por los fuertes lazos del amor, pues el educar no siendo fácil, es una misión hermosa.
Por Orfa Astorga de Lira.
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