Una tradición sin tiempo iniciada por los bomberos en Roma El papa Francisco, como sus predecesores, cada 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, se traslada desde el Vaticano hasta el monumento dedicado a la Virgen en la Plaza de España de Roma.
Se trata de una tradición iniciada por los bomberos de la ciudad que el 8 de diciembre de 1857 inauguraron el monumento, sucesivo a la institución del dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado el 8 de diciembre de 1854 por el Papa Pío IX.
Los ciudadanos de Roma y varias organizaciones de caridad que ayudan especialmente a enfermos y ancianos, se acercan en peregrinaje hasta el monumento mariano para rendir homenaje a la Virgen, representada en la imagen en bronce realizada por el escultor Giuseppe Obici.
En esta tradición, la delegación de bomberos llega a los pies de la columna de 12 metros de altura sobre la que se alza la imagen de la Inmaculada en la mañana y coloca sobre el brazo de la Virgen una guirnalda de flores.
El Pontífice en la tarde acompañado por el Vicario de la Diócesis de Roma y las autoridades civiles se acercan para rezar ante la Virgen. Los franciscanos de la Basílica de los XII Apóstoles se encargan de coordinar todo el evento.
La columna está dedicada al dogma de la Inmaculada Concepción, establecida por la Iglesia Católica en 1854 bajo el pontificado del Papa Pío IX y fue erigida en el área frente al palacio de la Embajada de España ante la Santa Sede, porque España había sido el país que más trabajó para definir el dogma.
La estructura consiste en una base de mármol, sobre la que se alza una columna de mármol de 11,81 metros de altura, que a su vez sostiene la estatua de bronce de la Virgen.