El país sudamericano y el estudio de su potencial con respecto a una destacada fuente de energía renovable La odisea comenzó allá por 2017 en la localidad de Cachimbiro, provincia de Imbabura, Ecuador. En ese lugar a más de 3.500 metros de altura se realizó la primera perforación para identificar el potencial geotérmico, algo que por estos días suena como una fuerte apuesta en cuanto a la generación de energía eléctrica.
Efectivamente, a través de la energía geotérmica, vinculado al calor interno de la Tierra, Ecuador busca la diversificación de su matriz energética a través del uso de fuente de energía renovable que últimamente ha estado sonado en varios países del mundo.
La mano amiga de Japón
En ese sentido, uno de los más experimentados es Japón (con varias centrales geotérmicas), país que ha financiado los estudios que permiten establecer la “prefactibilidad” del desarrollo de esta fuente de energía en Ecuador a través de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA).
Precisamente, el país asiático ha apoyado al país sudamericano desde el momento de aquella financiación y hoy se presenta como ejemplo a seguir.
https://twitter.com/CELEC_EP/status/882632210012045312
El paso siguiente será continuar con los estudios e investigar la factibilidad, según recuerda El Comercio a través de un artículo publicado recientemente sobre esta fuente de energía renovable.
Mientras esto avance también se analizarán los estudios sobre las características de la planta que se podría instalar en Ecuador, además de la posibilidad de seguir realizando perforaciones para avizorar el “reservorio geotérmico” y la potencia de la central.
Pero más allá de estas consideraciones, la apuesta de Ecuador -en la región Chile se posiciona como uno de los pioneros en cuanto a estas exploraciones- parece encaminada y la zona rodeada del famoso volcán Cachimbiro se presenta como una alternativa de mediano y largo plazo para el desarrollo de energías amigables con la “casa común”, tal cual recuerda el papa Francisco en su encíclica Laudato Sí.
Y todo gracias a este particular calor subterráneo (el vapor a altas temperaturas ayuda a mover turbinas para generar electricidad), una energía que proviene de las propias entrañas de la Tierra y que deja relegadas otras posibilidades bastante extendidas como los combustibles, agua, viento y sol, entre otros.
Es ahí donde aparece una de sus principales ventajas, la no dependencia de la estacionalidad, pues ya no importa que llueva, haya sol o viento para la generación de energía, algo que aporta la ventaja de la generación de una energía continua y estable.
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