¿Por qué el papa Francisco no cesa al cardenal Pell de su cargo de prefecto de la Secretaría de Economía y de otros cargos en varias oficinas y dicasterios de la curia? ¿Pell está condenado en vía definitiva? ¿Qué repercusiones tendría una condena del cardenal australiano para el Papa y la Iglesia?
Un jurado australiano ha declarado al cardenal George Pell, de 77 años, culpable de cinco cargos, que incluyen la violencia contra un menor de edad y actos obscenos, que se remontan a la década de los noventa, según medios de comunicación en Estados Unidos, país que no violaría el ‘secreto de sumario’ exigido por el juez australiano, el cual ha pedido mantener reserva a la prensa local para no influenciar el jurado y el veredicto final.
Después de no llegar a un veredicto en septiembre, el mismo jurado emitió su veredicto unánime en el Tribunal del Condado del Estado de Victoria en Melbourne el martes 11 de diciembre 2018. Se trata de dos juicios, uno por presuntos delitos sexuales cometidos en la catedral de Melbourne y el otro por abuso, en Ballarat. Pell está libre bajo fianza, el juez considera que no hay peligro de fuga.
Así, a la espera del resultado del primer juicio, posiblemente a mediados de febrero 2019 y de un resultado definitivo que implica algunos meses en el segundo caso, desde el Vaticano no se ha comentado la noticia en consideración al “secreto de sumario” (strict suppression). La Santa Sede ha manifestado “respeto” por el “proceso en acto” y que impone “silencio”, según informó Greg Burke, portavoz papal, el 12 de diciembre 2018.
Al mismo tiempo, en estos días, el Papa cesó al cardenal Pell por limite de edad (previsto a 75 años) de su cargo en el Consejo de cardenales que lo asesoran en la Reforma de la curia romana. Entonces, ¿por qué Francisco no cesa al cardenal Pell de su cargo de prefecto de la Secretaría de Economía y de otros cargos en varias oficinas y dicasterios de la curia romana?
En primer lugar, atender las acusaciones de las presuntas víctimas en ámbito penal es un anhelo impelente, explícito en la política de ‘tolerancia cero’ del papa Francisco. Misericordia y justicia, en los casos de abusos, caminan juntas. Significativo además que el ejemplo inicie en casa, no importa que esté implicado un sacerdote, un religioso, una religiosa o un cardenal u obispo.
Por ello, Francisco ha dado una dispensa a Pell en junio de 2017, para que su ‘súper ministro de la economía’, sin dejar el cargo (prefecto de la Secretaría de Economía), se traslade hasta Australia, aún alegando impedimentos físicos, problemas coronarios y de presión arterial, para tal viaje, y se defendiera definitivamente de toda acusación.
El Papa ya había exhortado a preservar el principio del derecho penal moderno: In dubio pro reo (ante la duda, a favor del reo), y que la justicia en Australia aplica defendiendo además el “secreto sumario” del proceso contra el cardenal para no influenciar el jurado que deberá dictar la sentencia en febrero de 2019. Los medios de comunicación, el jurado y todas las personas implicadas en Australia deberán guardar silencio sobre los detalles y cualquier información del proceso.
El cardenal australiano, posiblemente, no regrese más a la Ciudad del Vaticano, pues su encargo de cinco años como prefecto se cumplirá el 24 de febrero. Igualmente, su probable apelación a la justicia en el caso de una condena podría alargar todo hasta finales del primer semestre de 2019. Sin contar con el factor humano, que no juega a favor del procesado, pues aunque cabe la otra posibilidad de no ser condenado en apelación, como ya ocurrió en otro caso similar en Australia, no obstante, sobrelleva quebrantos de salud, incluida una próxima cirugía a una rodilla, sumado al estrés. Todo lo anterior carga la balanza negativamente en su situación.
En este contexto, Francisco no ha querido cesar a Pell de todos sus cargos en la curia romana para evitar una posición justicialista y ‘culpabilizarlo’ preventivamente antes de un verdadero juicio como el que se cumple en Melbourne, para respetar la máxima de que ‘toda persona es considerada inocente hasta que se le pruebe su culpabilidad‘.
Al respecto, Bergoglio dijo a los periodistas en el vuelo de regreso a Roma desde Polonia el 31 de julio 2016: “No se debe juzgar antes de que la justicia juzgue. Si yo diera un juicio a favor o en contra del cardenal Pell, no sería bueno, porque estaría juzgando antes. Es verdad, queda la duda. Y existe ese principio claro del derecho”.
¿Qué repercusiones tendría para el Papa y la Iglesia una condena penal definitiva contra el cardenal australiano Pell? Podría ser un golpe duro para el liderazgo de Francisco a corto plazo, pues se trata de un alto prelado incluido en una reforma vital en el seno de la Iglesia, llamado a ser parte del C9 en representación de Oceanía. Pell sería el clérigo de más alto cargo en el Vaticano declarado culpable por abuso sexual.
El cardenal siempre ha defendido su inocencia y, por lo tanto, Francisco espera el final del proceso que desde mayo ha oscilado entre la desestimación de algunos cargos igualmente graves y la continuación de otros. Por lo pronto, Pell no puede celebrar algún ministerio público.
Sin embargo, a largo plazo, el líder de la Iglesia Católica ha puesto un precedente único en la lucha contra la pedofilia; ningún clérigo o consagrado está exento de responder a la justicia penal, aún más, cuando se trata de acusaciones graves como abusos (de poder, de conciencia y sexual), especialmente, contra menores y adultos vulnerables. El papa Francisco hubiera podido proteger al cardenal Pell en el Vaticano a quien le había confiado una delicada misión de reforma de la economía vaticana y éste hubiera podido apelar a la inmunidad diplomática y evitar el proceso que enfrenta ahora.