¿Quieres la unión familiar? La cercanía a Jesús, María y José obra cambios poderosos en los hogares. “No había lugar para ellos en el mesón”, leemos en el Evangelio. Eso nos mueve a pensar que Jesús quiere nacer en el corazón de cada uno de nosotros. Y pensamos también en que nosotros sí queremos acoger a Jesús, María y José en nuestro hogar y en nuestra familia.
Hay una costumbre sencilla y muy bonita que consiste en llevar a las casas una capillita de la Sagrada Familia. Suelen ser capillas pequeñas, hechas de madera y de poco peso para que sean fácilmente trasladables. En el interior hay una imagen de la Sagrada Familia en Belén. Se cierran con unas puertas.
Llegan a casa y se les busca el mejor lugar: el salón, el comedor, el vestíbulo de entrada… Hay quien le pone su mantelito con puntillas hechas a mano, una lámpara que la ilumine… Muchos también encienden una vela (de cera o led, según) que ya no se apaga hasta que la capillita marcha a otra casa.
Esta es una forma de fomentar durante todo el año la devoción a la Sagrada Familia, porque durante un día (o varios) están en casa y comparten con nosotros los momentos más entrañables. Cada familia hace lo que está en su mano para tener más presencia de Dios aquellos días: rezar el rosario en familia, ponerle unas flores, rezar las 3 avemarías antes de acostarnos, saludar al llegar a casa, hacer un momento de oración, leer el Evangelio…
La presencia de la Sagrada Familia nos ayuda a que la nuestra esté más unida. La familia que reza unida, permanece unida. Alimentamos también nuestro espíritu de sacrificio y ofrecemos algún donativo: las capillitas suelen tener una cajita donde se recoge el dinero de la limosna. Es muy bueno fomentar en los niños la generosidad haciendo que sean ellos los que depositen algo de sus ahorros.
La capilla de la Sagrada Familia (que también se llama capillita u hornacina en algunos lugares) va de casa en casa, como peregrinando y buscando “un lugar”. Por eso suele estar organizada en torno a una parroquia, una asociación o un grupo de cristianos previo acuerdo: se elabora una lista y cada familia sabe cuál es la siguiente casa a la que debe llevar la capillita. Lo habitual es tenerla un día como mínimo. En el caso de que haya enfermos en algún hogar, se puede pedir independientemente de que corresponda o no con el turno asignado.
El origen de las capillitas es medieval y arranca en el siglo XIII. La empleaban los franciscanos y las órdenes de caballería para fomentar la piedad y la unión de la familia y entre las familias. Primero llevaban la imagen de San Francisco de Asís, la Virgen del Carmen y San Antonio de Padua, pero pronto también se incorporó la imagen de la Sagrada Familia. Desde el siglo XIX existen abundantes capillitas de la Virgen.