Cruzó la Antártida en solitario, sin asistencia ni ayuda del vientoEl 26 de diciembre el atleta estadounidense Colin O’Brady (33) realizó una de esas hazañas que hacen pensar que los límites del hombre son cada vez más difusos: cruzar la Antártida en solitario, sin asistencia y sin ayuda del viento.
Fueron 54 días en los que O’Brady recorrió 1.499 kilómetros, con una increíble jornada final, la del día de Navidad, de 124.78 kilómetros. Estaba compitiendo con el inglés Louis Rudd (49), al que venció para convertirse en la primera persona en cruzar la Antártida sin apoyo.
La resistencia que exhibió en estos fatigosos 54 días es la de un completo atleta. La Antártida, como el Everest, ha cobrado vidas en el intento de cruzarla de un extremo a otro, de costa a costa. En todo el tiempo que ocupó la hazaña, O’Brady solo se tomó un día de descanso, y eso porque la piel de foca de uno de sus esquíes se zafó y tuvo que detenerse a pegarla.
O’Brady recorrió, en una jornada de 32 horas sin dormir, los últimos 124.78 kilómetros de su viaje, un ultramaratón que eleva el récord y lo hace muy difícil de superar. “No lo sé, me invadió una sensación”, dijo O’Brady en una entrevista telefónica que reproduce New York Times en Español.
“Simplemente me sentí enfocado en las últimas 32 horas, como en un estado de inmersión profunda. No escuché nada de música, me sentía concentrado, sabía que no iba a parar hasta terminar. Fue algo muy profundo, hermoso, y una manera increíble de terminar el proyecto”, subrayó el atleta estadounidense.
Antes que O’Brady, solamente el buzo de aguas profundas y ex oficial de las fuerzas armadas especiales de Noruega, Borge Ousland (56), había cruzado el continente de hielo solo y sin asistencia, pero con la ayuda de una cometa (lo que disminuye tanto el riesgo de equivocarse y reduce
significativamente el margen de error, que en esas soledades puede ser fatal). Ousland realizó su hazaña entre 1996-1997.
La noche de Navidad fue “el momento”
O’Brady y Rudd salieron juntos desde Punta Arenas, Chile, el 31 de octubre y el 3 de noviembre partieron del campamento base de Antarctic Logistics & Expeditions (ALE) en el glaciar Unión. Poco a poco, el estadounidense fue ganando terreno al inglés hasta lograr separarse –sobre todo tras la carrera inverosímil del día de Navidad—a tres días de distancia.
En promedio, O´Brady recorría poco más de 32 kilómetros diarios y en un día hizo 48 kilómetros. Ya el 12 de diciembre había llegado al Polo Sur, y su avance era constante. Pero –ha confesado a New York Times en Español—la mañana de Navidad, cuando despertó a 2.400 metros sobre el nivel del mar, sintió que había llegado “su momento”.
Habló con su esposa y administradora de la expedición, Jenna, con su madre y asesora, Eileen, y con el campamento base de ALE, diciéndoles que se sentía bien y que iba a “esquiar un poco más”. Todos pensaron que iba a hacer un gran esfuerzo y recorrer 64 kilómetros, para el 26 hacer menos y llegar el 27 a la meta. Iba tranquilo y con ventaja sobre Rudd.
La noche de Navidad, solamente descansó 90 minutos, tomó doble ración de cena, hirvió agua y se comunicó con su esposa, sin decirle con exactitud el plan que tenía preparado. O’Brady le comunicó que no se iba a detener ya más. “Necesito tu apoyo al cien por ciento. Confía en mí”, terminó diciéndole a Jenna.
El peligro de derrumbarse, perder la lucidez y cometer un error fatal, era enorme. Pero le ayudó su determinación, su condición física y el hecho que el último tramo de su carrera fuera cuesta abajo, por lo que se deslizó con sus esquís hasta llegar a la meta.
Tras cumplir con su misión, O’Brady dijo que armaría su tienda de campaña, cerraría los ojos y esperaría a que su rival, Rudd, terminara su propio recorrido en solitario. “Se me están cerrando los ojos”, comentó O’Brady. “Mi plan es esperar a Lou aquí y volar juntos de vuelta al glaciar Unión”. En estos momentos, ambos héroes estarán llegando al glaciar. De vuelta a casa.
*Con información de New York Times en Español*