Este trabajador social llevó una vida frugal para dejar casi once millones de dólares a organizaciones benéficasSi las apariencias engañan –como reza el dicho popular–, el amor por el otro que se esconde en lo más recóndito del corazón humano, cuando es verdadero amor, ni siquiera es visible a nuestra mirada: solo Dios lo conoce.
Esta reflexión viene a cuento por la noticia, difundida en el portal web de la National Public Radio (NPR) de Estados Unidos, en el sentido que un trabajador social llevó una vida frugal para dejar casi once millones de dólares a organizaciones de beneficencia para niños.
La periodista Sasha Ingber lo cuenta para NPR. Y le pone nombre y apellido. En vida se llamó Alan Naiman. Era un trabajador social de Washington. Los amigos lo recuerdan como alguien “muy frugal”. Llevaba zapatos gastados unidos con cinta adhesiva, compraba su ropa en una tienda de comestibles, conducía un cacharro viejo y comía en restaurantes baratos.
Pero cuando murió de cáncer, en enero de 2018, a la edad de 63 años, las personas a su alrededor se enteraron de que había ahorrado cerca de once millones de dólares para una causa extraordinaria: apoyar a organizaciones que atienden a niños abandonados, empobrecidos, enfermos y discapacitados.
“Se lo dejó todo a las organizaciones benéficas, principalmente a los niños, la sección de la sociedad que realmente no podía ayudarse a sí misma”, dijo Shashi Karan, un amigo cercano de Naiman, a NPR.
Naiman no se casó ni tuvo hijos biológicos. Sin embargo, su hermano mayor, que estaba discapacitado y murió en 2013, le mostró “de cierto modo una forma especial las cosas”, dijo su amiga Susan Madsen a The Associated Press .
Antes de pasar dos décadas en el Departamento de Servicios Sociales y de Salud de Washington, donde, según informes, ganaba alrededor de 67.200 dólares al año, Naiman fue banquero.
Riqueza de corazón
A pesar de llevar una vida modesta, acumuló una gran cantidad de riqueza ahorrando sus salarios de trabajo, asumiendo puestos de trabajo secundarios y heredando millones de sus padres.
Antes de que le diagnosticaran cáncer, Naiman pensó en hacer más viajes por carretera o mudarse a una casa con vistas, dijo Karan. Pero esos sueños retrocedieron después del diagnóstico. En cambio, pasó su tiempo investigando organizaciones benéficas.
Bromeaba que estaba haciendo “trabajo en la fundación”, en alusión al fundador y filántropo millonario de Microsoft, Bill Gates, dijo Karan.
El legado de Naiman incluyó la entrega de 2.5 millones de dólares a una organización benéfica del Estado de Washington que ayudó a los recién nacidos que fueron expuestos a opiáceos, cocaína y otras drogas. También incluyó 900.000 dólares a un grupo de cuidado de niños llamado Treehouse.
Otras organizaciones benéficas para niños apoyadas con el legado de Naiman incluyeron el Centro de Equitación Terapéutica Little Bit, que ofrece paseos terapéuticos para personas con discapacidades, y WestSide Baby, que distribuye artículos nuevos y usados a familias de bajos ingresos.
Naiman también dio dinero a la Iglesia católica de sus padres y a los veteranos estadounidenses discapacitados, según Karan. Sin lugar a dudas un maravilloso ejemplo de lo que un corazón silencioso y entregado puede hacer para el bien de los más necesitados. En especial, de los niños.
Con información de National Public Radio (NPR)