Si observas estos síntomas (en ti o en alguien de tu entorno), no te niegues a la evidencia y acude al especialista antes de que sea tarde.La compra compulsiva es una enfermedad. No es algo gracioso que uno puede permitirse el día que le toca la lotería o el concurso de unos almacenes que regalan dos horas de llenado gratis y derrapando con el carro de la compra.
Hablamos de la compra compulsiva, la que se realiza sin haber puesto la cabeza. Sin argumentos para autorizar la compra y sin explicaciones para justificarla. Y, sin embargo, se da. Hay personas que se funden la tarjeta de crédito el mismo día en que ingresan la nómina. Como hay quien se descontrola ante el rótulo “rebajas” o “descuento 50%” o “outlet”.
El problema de fondo no es que un día hayas hecho saltar la banca, el problema es que esto ocurra una y otra vez y no te veas con fuerzas como para evitar que eso vuelva a ocurrir.
La compra compulsiva es un oasis de felicidad instantánea y gratificación como lo son las drogas, el alcohol, el juego, la pornografía o el sexo. Y tan perniciosa como estos otros desórdenes.
Después de varios estudios, la unidad de Juego Patológico y Otras Adicciones Comportamentales del hospital de Belllvitge (España) estableció tres subtipos de comprador compulsivo.
Los afectados por este trastorno son entre un 6 y un 7 por ciento de la población, que no es poco.
En días en que se intensifica el regalo y la compra (por ejemplo, Navidades o rebajas), vale la pena observar si en nosotros detectamos un comportamiento irrefrenable o lo vemos en nuestros entorno familiar o social.
Aquí están los tres perfiles de comprador compulsivo que va a necesitar ayuda psiquiátrica:
1. Hombres con elevada unión con el juego patológico y bajos niveles de dependencia a la recompensa social. El problema se puede presentar ya siendo jóvenes.
2. Mujeres (y algunos hombres) con estudios, activas laboralmente y sin rasgos de personalidad desadaptativos. El problema suele presentarse a cierta edad.
3. Mujeres (y algunos hombres) con trastorno precoz, con otros trastornos psiquiátricos y alta disfuncionalidad por problemas con los estudios y el trabajo.
La doctora Susana Jiménez explicó que en el trastorno de la compra compulsiva “intervienen factores neurobiológicos, psicológicos y sociales”.
En determinados momentos del año en que se ofrecen rebajas y parece que te quedas atrás socialmente si no entras en la rueda de los regalos, conviene fortalecer la “musculatura interior” para saber decir no a los cantos de sirena. ¿Tengo lo que necesito? Entonces… Bastará con eso a veces, unido al propósito de ponerse al servicio de los demás, para que el deseo de compra pase a un segundo plano.
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