El periplo de un padre que tuvo que dejar todo atrás para ver a su hijo nacer y encontrar esperanza para sus vidasReinaldo ya está en Bella Vista, Gran Buenos Aires, esperando el nacimiento de su primer hijo. Algunos meses atrás, no se hubiese imaginado ni en la Argentina, ni con el bebé en camino. Su novia Fabiola salió de Venezuela en junio del año pasado. Por un pasaje en ómnibus pagado por sus padres, radicados desde un tiempo antes en la Argentina, emigró sin sospechar de la vida que en su vientre crecía.
Solo en la Argentina advirtió que estaba embarazada de pocas semanas, y cuando avisó a Reinaldo, éste no dudó en adelantar sus planes y hacer lo imposible por llegar a la Argentina para acompañarla. ¿caminar más de 8,000 kilómetros durante meses? Si no queda otra… La familia de su novia había tenido que vender todas sus pertenencias, todo lo ganado en toda una vida para salir del país. Ni con ello llegaba.
Reinaldo salió a pie de Venezuela, vía Colombia. Allí inició una travesía que lo llevó por las huellas que otros miles de venezolanos transitan a través de Ecuador, Perú y Bolivia para alcanzar la Argentina. Aunque el camino es algo más largo que la ruta por Brasil, el idioma y las paradas intermedias lo hacen más factible para quienes deben emprender el éxodo. Todo a pie o a dedo, buscando aventones con quienes solidariamente lo vayan acercando hasta su amada.
En Perú logró un trabajo durante una salida de pesca, ganar unos pesos, y para la Navidad alcanzó el norte argentino. Allí, una generosa mujer escuchó de su historia y le regaló un pasaje para que conecte con su destino final, la capital argentina. Allí lo esperaba Fabiola, con quien se radicó en Bella Vista, a pocos kilómetros la capital. En esa ciudad, advirtió el diario Clarín, quien primero dio a conocer la historia, comparte apartamento con la familia de Fabiola.
En las próximas semanas nacerá Matías, niño fruto de la esperanza de dos familias que han dejado todo atrás en Venezuela. La de Fabiola, que como miles han vendido absolutamente todo para salir de su país, abandonando carreras, propiedades subevaluadas, todo, y la de su padre, que sin mayor GPS que el amor por su hijo por nacer, sin siquiera dinero para pagar un pasaje de autobús, emprendió una travesía digna de película para estar en su nacimiento.