A muchas mujeres les encanta tener hijos pero detestan estar embarazadas.Con frecuencia el embarazo no tiene nada que ver con la visión ideal que nos gusta cultivar de él. Para muchas mujeres una dura prueba que superar. Síntomas desagradables, náuseas matutinas, preocupaciones por la salud del bebé que está creciendo en su útero… sin olvidar algunos desafortunados comentarios de amigos, familias y allegados.
Son muchas madres a las que les encanta tener hijos pero detestan estar encintas. Algunas de ellas se culpabilizan al sentir esas emociones negativas al quedarse embarazadas. A veces no se sienten ilusionadas. Se sienten culpables al no disfrutar de su estado de gestación, a pesar de que sí sienten la alegría y la bendición de esperar un bebé. También hay mujeres que confiesan no haber sentido un estremecimiento de felicidad cuando vieron aparecer las dos barras en su test de embarazo. E incluso las hay que se avergüenzan de no sentirse invadidas de afecto por su recién nacido.
Tranquilas, todos estos sentimientos son perfectamente normales. Muchas mujeres los conocen y saben que todo llega, porque el día del parto, al dar a luz podrán ver la carita de su bebé y su ternura les colmará de alegría y emoción. Aún así conviene aprender a gestionar y superar lo más serenamente posible estas dificultades emocionales.
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Tener expectativas realistas
El tiempo del embarazo y el que sigue al parto son momentos muy exigentes y fuertes tanto en el plano físico como en el emocional. Las hormonas femeninas están en ebullición y la mujer no puede esperar vivir esos momentos como experimentaría otras circunstancias más “normales” de la vida.
No hay dos embarazos iguales, ni siquiera para una mujer que tenga varios en su vida. Es posible que tu hermana o tu madre tuvieran menos dificultades que tú, que ellas se adaptaran con más facilidad al embarazo. Tu reacción puede ser diferente. Algunas mujeres tienen la necesidad de permanecer tumbadas hasta el parto, otras sufren anemia, otras dan a luz antes de término… Complicaciones así pueden impedir del todo continuar llevando la misma vida que antes. Pero no hay nada de malo en ello.
Darse tiempo para adaptarse
Ser madre es uno de los mayores cambios que se puedan vivir, ya sea el primer hijo o el quinto. Aunque algunas mujeres se adaptan fácilmente, otras necesitan más tiempo. El tiempo que necesitas como futura madre para adaptarte a tu maternidad se ve influido por numerosos factores, entre los cuales se incluyen sobre todo tu propia salud, tu carácter, el apoyo de tu entorno… Necesitar tiempo para adaptarte a un cambio de tal calibre en la vida no es un signo de debilidad.
Lo mismo se aplica a los sentimientos que una joven madre pueda experimentar hacia su recién nacido. Algunas sienten un vínculo de inmediato, mientras que otras necesitan más tiempo. Cada relación madre-hijo es diferente. No sentir nada o casi nada a este respecto al principio no significa que una madre no ame a su hijo o hija o que sea una mala madre. Más bien significa que necesita más tiempo para situarse en su nuevo papel de madre.
Recordar siempre que el amor es una elección
Testimonios de mujeres sobre su depresión posparto muestran que pueden amar con locura a su bebé a pesar de las difíciles circunstancias de la depresión y del sentimiento de culpabilidad que genera. Precisamente, lo esencial es no reducir el amor a un sentimiento.
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El amor es una elección. ¿No te parece más fácil amar a una persona cuando sentimos afecto por ella? Sin embargo, eso no se traduce necesariamente en un amor verdadero. Ese amor, como nos enseña el ejemplo de Cristo, decide sufrir por la salvación de la persona amada. Y a veces ese sufrimiento es grande.
Por eso el amor de una madre no puede reducirse a un sentimiento particular. Implica más un compromiso cotidiano de cuidar y proteger al hijo. Es ese amor que la hace levantarse de noche para darle el pecho o para cambiarle el pañal. El amor es decidir quedarse embarazada aun conociendo todas las consecuencias más duras del embarazo y del parto. Ese amor es el sacrificio cotidiano de la maternidad.
Cuando no sientas lo que imaginabas que ibas a sentir por tu bebé, recuerda: el amor es más que un sentimiento. El amor es la elección diaria de cuidar de tu hijo, nacido o por nacer. El amor es ser constante, incluso cuando es difícil.