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Aborto: Experiencias de mujeres en el manejo de su sufrimiento

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Orfa Astorga - publicado el 25/01/19
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El consultorio de Aleteia proporcionado a algunas mujeres una guía para manejar su sufrimiento tras haber abortado. En el consultorio de Aleteia hemos atendido casos de mujeres arrepentidas tras haber cometido un aborto. Les fue muy difícil reconciliarse consigo mismas pero lo han logrado.

En un momento enfrentaron su herida y pudieron reconocerla como el polvo que se ve flotar a través del rayo de luz que penetra por la ventana de una habitación a oscuras. Vieron afectados varios aspectos de sus ser más íntimo: su libertad, su responsabilidad, su culpa y su pena moral. 

Era la “la ventana de su alma” la que estaba mostrando mucho sufrimiento. Algunas decidieron entonces acudir a ayudas espirituales de su fe, muchas necesitaban la misericordia de Dios conscientes de la imposibilidad de volver atrás para evitar el mal cometido. Querían reconstruir su vida con humildad al descubrir los límites de su capacidad humana, sus dificultades y una cruda verdad que al mismo tiempo les orientaba para intentar salir adelante.

Aprendieron a diferenciar entre “dolor” y “sufrimiento” moral, que no significan lo mismo. El dolor moral es inevitable en la vida de todas las personas, pero el sufrimiento es opcional según la actitud que se adopte frente al mismo. Muchas lo lograron al adoptar la actitud de la oración de San Francisco de Asís: “Señor, dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para afrontar las que sí puedo cambiar; y sabiduría para distinguir unas de otras”. 

Ahora saben que la herida se cicatrizará pero, aún así, quizá duela de por vida. Muchas lo ven como parte de un proceso de expiación y purificación y esto le da paz.

Algunas se propusieron aprender a no convertir su dolor en un sufrimiento inútil, expresándolo y manejándolo adecuadamente a través de un esfuerzo constante por la autocomprensión y autoexigencia. 

Guía para manejar el sufrimiento

En el consultorio de Aleteia hemos intentado guiar a estas mujeres en el manejo del sufrimiento atendiendo aspectos como:

  • No permitir que el sufrimiento tome forma de adicción. “¡Pobre de mí!” “¡Cuanto sufro!” “¡Compadézcanme!” Evitar mendigar el perdón, el amor y la comprensión al no ser capaz de recuperar una real autoestima. No aficionar al sufrimiento ni aceptar mantener sus heridas abiertas evitando que sanen para que siga “doliendo”.
  • Aceptar y no rechazar los hechos dolorosos. Aceptar es tomar conciencia de la forma más realista posible de la  situación, sin autoengaños. Se trata de centrar la conciencia en lo que nos ha pasado y lo que aún tenemos, en vez de lamentarnos en nuestra pérdida. La aceptación no es derrota ni resignación sino poner los pies en la tierra para avanzar en una nueva dirección.
  • Salir del círculo del propio sufrimiento y mirar a los demás. Reconocer el dolor y sufrimiento de los demás ayuda a poner en perspectiva lo que consideramos nuestro propio sufrimiento. Se puede lograr al hacer voluntariado; al escuchar los problemas de quienes tienes cerca; al visitar asilos, orfanatos y hospitales… Al hacerlo podemos darnos cuenta de que tenemos más recursos y capacidades de las que creíamos.
  • Lograr que la crisis genere vida. Ciertamente el “no matarás” se refiere a preservar el bien de la vida, pero son muchas las formas que tiene este bien, por lo que es importante  emprender acciones concretas parar realizarlos,  como: cuidar de la propia salud mental evitando el egoísmo; hacer el bien  a los demás; practicar ejercicio físico; permitirse tener otro hijo; adoptar un huérfano; ayudar a los pobres; lograr unos estudios…  y un sinfín de posibilidades.
  • Recuperar la autoestima por la propia valía.  La aceptación de uno mismo es importante, pero más importante es el amor hacia nosotros mismos. Debemos descubrir que el amor que se busca y se puede recibir no se debe solo a la benevolencia ajena sino también a cierta amabilidad nuestra que nos hace atractivos y facilita que nos quieran a pesar de los errores cometidos.
  • Avanzar por el camino de la felicidad. En nada resuelve el sufrimiento el hecho de huir de una sana diversión, por lo que uno no debe avergonzarse el buscarla aun cuando se haya vivido una situación dolorosa. Es como recibir el aire fresco en una tarde calurosa. Un famoso personaje que en los claroscuros de su propia vida fue capaz siempre de llevar a alegría a los demás, dijo:  Sonríe. Sonríe, aunque te duela tu corazón.  Sonríe incluso si se te está rompiendo. Cuando haya nubes en el cielo, tú las harás desaparecer. 

Cualquiera que sea el credo, reconocer que el perdón de Dios es capaz de devolver la “belleza original a la persona que fue manchada por la culpa”. Es cuando el dolor se convierte en fuente de aprendizaje dejando de ser estéril sufrimiento.

Por Orfa Astorga de Lira

Consúltanos en: consultorio@aleteia.org 

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