En su viaje a Panamá…Papa Francisco los llama “Muros del miedo”
Cuatro muros de la vergüenza y del miedo se levantaron o siguen levantados en nuestro mundo contemporáneo. Los cuatro muiros son: La Gran Muralla China, el Muro de Berlín, el Muro de Cisjordania y el Muro de Estados Unidos en la frontera con México. Además, existen los muros de alambre en la región de los Balcanes, dentro de Europa como Hungría y en la frontera con África (Ceuta y Melilla) que impiden la entrada de los migrantes extra europeos.
Los cuatro muros son un ejemplo de que el hombre tiene miedo, quiere aislarse en un mundo imaginario, encerrado en las fronteras valladas e inasequibles para sus vecinos y forasteros. Un muro entre dos países no es nunca una construcción de paz, de entendimiento, de diálogo, de comprensión hacia el que es de fuera, extranjero. La opinión pública los ha calificado como los “muros de la vergüenza” y el papa Francisco ha dicho que son los “Muros del Miedo”, en alusión al muro que el presidente Donald Trump ha levantado “contra” los mejicanos y las poblaciones centroamericanas. La solución a las migraciones se encuentra en los países de origen no en los muros.
Con las nuevas tecnologías, además, los muros son franqueables por el aire y también por tierra. Gastarse miles de millones para levantar el símbolo de la insolidaridad, del miedo y de la vergüenza, no es el mejor modo de “inversión” de los dineros públicos.
El Muro de Berlín, construido en 1961, cayó en 1991 porque lo derribaron los propios ciudadanos en lucha contra una dictadura ideológica y brutal como fue el comunismo. Los berlineses y los alemanes que vivían en la Alemania comunista jugaron como las trompetas de Jericó, y cayó el muro a pedazo, como el muro bíblico. Al final, las construcciones que tienen como fundamentos la ira o el miedo, acaban cayendo por sí solos, empujados por los pueblos que los separaban. El comunismo trazó también otra muralla o “telón”, que fue el Telón de Hierro: la cortina de hierro (alambres), que separaba los estados de régimen comunista en Europa de los no comunistas.
No ocurre así con la Gran Muralla China, cuya construcción se remonta desde el siglo V antes de Cristo y se terminó en el siglo XVII. También fue construida con el miedo como fundamento principal. Hoy tiene un sentido más turístico, aunque siempre se ve una defensa contra las poblaciones que viven más allá de la Gran Muralla.
En nuestro siglo hemos observado entre medias verdades y medias mentiras, con consentimientos y tímidas protestas, la construcción del muro que Israel ha levantado en la frontera de Cisjordania. Son c cerca de 800 kilómetros. Israel no quiere más árabes y disfruta de las explotaciones acuíferas que existen en el subsuelo amurallado y de la colonización de sus territorios. Es un muro que da vergüenza al ver como Israel trata a los árabes de Palestina y de Cisjordania. Wikipedia, la gran enciclopedia on line, se refiere al muro con un eufemismo: “barrera”. Como se este muro fuera algo parecido a un paso a nivel. Los palestinos le llaman “لجدار الفاصل” (Il yidaar il fasel), el muro de separación. Este muro ha separado familias, riquezas, propiedades y corazones de hombres y de mujeres. La guerra entre Israel y Palestina es una guerra que no parece tener fin, después de 70 años.
Y finalmente, el más reciente es el muro de Donald Trump, el presidente norteamericano empeñado en construir este muro que separa las fronteras de Estados Unidos y México, incluso paralizando la administración, porque se le niega el presupuesto para terminar esta construcción. ¿Qué fue de aquellos Estados Unidos adonde emigraron poblaciones de todas las partes del mundo? El muro que quiere construir Trump es un muro de vergüenza y de miedo.