Respetamos las lecturas políticas, pero nos debemos a la solidaridad con los hermanos venezolanosDesde el año 2017, las reacciones ante la situación venezolana se han multiplicado en el continente, en medio de una fuerte crisis que ha motivado multitudinarias manifestaciones que piden el fin de la dictadura de Nicolás Maduro. Estas protestas han sido – como es bien sabido- casi siempre reprimidas de forma violenta por las autoridades policiales y militares.
Unas 40 personas han muerto desde el inicio de esta jornada de demostraciones de calle el 23 de enero pasado y la solidaridad de los episcopados latinoamericanos no se ha hecho esperar. Expresaron, desde el Celam, a todos los ciudadanos venezolanos “nuestra cercanía, solidaridad y apoyo; al mismo tiempo que les transmitimos una voz de esperanza en Cristo, Camino, Verdad y Vida”. “Percibimos, -dijeron- los anhelos y los esfuerzos de un pueblo que quiere vivir en paz, recorriendo senderos de libertad, justifica y desarrollo integral”.
Las agresiones contra la Iglesia Católica, sus miembros y sus instalaciones se han incrementado en estos días. La profanación y destrozos de una parroquia en Maracaibo (Estado Zulia), violencia que dejó un saldo de 15 heridos y personas que estaban en el sitio, corrieron al interior de la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe para refugiarse en ella; sin embargo hasta allí fueron perseguidos por los supuestos dirigentes políticos quienes no solamente atacaron a las personas que habían entrado, sino que también dañaron las instalaciones físicas del templo, profanaron el Santísimo Sacramento y golpearon al párroco Andry Sánchez, según lo informó posteriormente a través de la red social Instagram el padre Raúl Montoya.
El P. Montoya fue enfático al precisar las intenciones de los violentos: “Ha sido profanada la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, en la parroquia Sierra Maestra, del municipio San Francisco. Personas identificadas con el madurismo, profanaron el Santísimo Sacramento y destruyeron el ornato. Hicieron disparos dentro del templo para dispersar a los feligreses y dispararon contra el padre Andry Sánchez”, denunció el sacerdote en un video que colgó en instagram. Para los testigos presenciales, el objetivo era asesinar al sacerdote.
El acontecimiento hizo declarar al arzobispo Azuaje y presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana: “La violencia siempre se revierte contra los violentos y no queremos que esta sea una espiral de violencia”, al tiempo que el obispo de San Cristóbal y Vicepresidente del organismo, advirtió sobre un posible aumento de “acciones” contra la Iglesia venezolana en los días venideros: “Quiero indicarles tres cosas, debemos estar muy atentos, cuidarnos, protegernos unos a los otros, cualquier circunstancia que suceda inmediatamente comunicarnos para estar pendientes”, expresó Moronta en un mensaje al clero de la diócesis.
“Segundo no solamente nosotros, sino también nuestra gente, nuestros catequistas y religiosas, seminaristas, estar pendientes de lo que pueda suceder, de lo que pueda constituir una agresión o una amenaza” después de constatar que la policía, que estaba a pocos metros del lugar de los ataques, no hizo absolutamente nada.
Mons Ulises Gutiérrez, obispo de Caroní, difundió, en su muy activa cuenta de twitter: “La Arquidiócesis de Ciudad Bolívar rechaza la represión de los cuerpos de seguridad, al tratar de impedir el ejercicio del derecho constitucional a la protesta. En estos días la represión ha alcanzado niveles absolutamente inaceptables al detener y maltratar a niños y adolescentes”.
Por su parte, el arzobispo emérito de Los Teques, Mons Ovidio Pérez Morales, colocaba en la suya: “Al escapar de Sodoma y Gomorra la mujer de Lot “miró hacia atrás y se volvió poste de sal”(Génesis 19,26). Los venezolanos decidimos salir del desastre comunista y no hay vuelta atrás.Con Dios vayamos adelante hacia un país libre, justo, pacífico”.
El cardenal Baltazar Porras, Administrador Apostólico de Caracas, escribió en su perfil: “Al tratar los problemas sociales, económicos y políticos, no lo hacemos como maestros en esta materia, sino en perspectiva pastoral (Puebla 1979)”. Y el arzobispo emérito de la capital, cardenal Jorge Urosa, dejó escuchar el consejo: “Ojalá Maduro, que apela siempre a la palabra del Papa, atienda sus llamados y abandone el poder, pues su gestión ha sido absolutamente dañina para el pueblo venezolano”.
El papa Francisco ha declarado que teme un mayor derramamiento de sangre en Venezuela y que ruega por la búsqueda de una solución respetando los derechos humanos.
El CELAM alienta a las comunidades diocesanas de América Latina y el Caribe “a poner en marcha iniciativas de caridad con los hermanos venezolanos y a pensar en maneras de hacerlas efectivas, a pesar de los obstáculos que puedan presentarse” exhortando, igualmente, a los fieles de toda América Latina y el Caribe a organizar “jornadas de oración a Jesús Sacramentado” y ofrecer sacrificios “suplicando para este hermano país una pronta y definitiva reconciliación y paz social”.
Obispos y cardenales latinoamericanos se han manifestado sobre el tema de Venezuela, pues la crisis no les es ajena, les preocupa y les interpela.
Mientras el gobierno uruguayo se mantiene firme en su posición de no respaldar al presidente interino, Juan Guaidó, al considerar que no es esa forma de lograr una salida pacífica a la situación, el Cardenal Sturla, desde Montevideo, asegura que «las elecciones libres son la única solución» pues “velar por la libertad, la pluralidad y el diálogo es difícil con Maduro en el poder”. Agregó que ellos están alineados con los Obispos de Venezuela, que publican seguidamente lo que sucede y que están en una postura de defensa de la dignidad de la persona.
Desde México, el presidente de la Conferencia Episcopal, Rogelio Cabrera, apoya la postura del presidente López-Obrador, conforme a la tradición histórica de ese país en materia de política exterior, «no nos debemos meter en asuntos de otros pueblos y otras naciones», aunque se solidarizó con los obispos de Venezuela, a quienes les manifestó su disposición a colaborar «en las necesidades que se presentan, y ayudar al pueblo venezolano a salir de esta lamentable realidad».
Desde el comienzo del éxodo venezolano a Colombia, el Arzobispo de Bogotá Cardenal Rubén Salazar Gómez, alienta a los colombianos a ser solidarios con los “hermanos venezolanos” que cruzan la frontera para adquirir alimentos y otros bienes de primera necesidad, con el fin de paliar la crisis económica que enfrenta el país gobernado por Nicolás Maduro. Mons Víctor Manuel Ochoa, a quien corresponde la compleja tarea de pastorear la fronteriza zona de Cúcuta, ha reiterado: “Respetamos la lectura política que se hace en Colombia, pero a nosotros no nos corresponde hacer lecturas políticas. Nos atañe el drama humano que vive Venezuela, el que describen los obispos y nosotros creemos todo lo que ellos expresan sobre esta grave y difícil situación”.
Los Obispos de Argentina pidieron a todas las personas, instituciones y entidades, civiles y religiosas “gestos concretos de solidaridad que puedan dar una respuesta pronta y generosa” para mejorar la situación de los migrantes venezolanos en el país.
Los obispos de Brasil visitan constantemente los refugios que albergan a los venezolanos que cruzan la línea divisoria entre ambos países llevando una presencia solidaria y profética entre ellos. Han constatado la dura realidad y dirigido a las autoridades peticiones demandando respuestas rápidas y eficaces para el drama del flujo migratorio. También han escrito una carta abierta a toda la sociedad brasileña, poniendo sobre el tapete sus percepciones sobre el problema y solicitando “apoyo a estos hermanos migrantes y refugiados venezolanos”.
En Venezuela, la tensión crece mientras se desarrolla una fuerte presión internacional que ahora apunta a la asfixia financiera al régimen, en medio de especulaciones acerca de la posibilidad de negociaciones para la salida de Maduro y elucubraciones sobre la decisión que podrían tomar los militares.
Sobre este punto, el abogado y columnista Oscar Arnal expone el dilema insoslayable en que se encuentran los contingentes uniformados: “En medio de una situación económica insostenible y de un pueblo que rechaza en un 80% a Maduro ¿Se dividirán las Fuerzas Armadas como los demás poderes públicos? o ¿Le pedirán al unísono la renuncia al usurpador? Lo último es lo más sensato”.
Desde Ciudad de México, el analista y escritor venezolano Alberto Barrera Tyzcka sostiene: “Nunca antes el panorama internacional había sido tan adverso. Esto también tiene que ver con un problema real. La crisis venezolana se desbordó, saltó las fronteras y es cada vez menos manejable”. Tan grave se ve el asunto que José Mujica, ex presidente uruguayo, confeso militante de izquierda y cercano a los jefes oficialistas venezolanos, ha propuesto “una junta ejecutiva” con todas las tendencias y “fuertemente monitoreada por la ONU” en Venezuela.
Mientras tanto, los obispos venezolanos, por todos los medios a su alcance, mantienen su condena a la escalada de represión y violencia y recomiendan a Maduro: “Atienda el llamado del Papa Francisco y abandone el poder en Venezuela”.