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Rod Dreher explica la “Opción Benedictina” y por qué la necesitamos

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Greg Kandra - publicado el 04/02/19
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Los cristianos que se atreven a plantar cara a la decadencia religiosa, que rechazan las soluciones pasajeras y retornan a las antiguas tradiciones, encontrarán la fuerza no solamente para sobrevivir, sino para prosperar con alegría en el Occidente post-CristianoEl veterano periodista Rob Dreher acaba de publicar un potente estudio sobre qué aflige a los Estados Unidos, donde propone que la mejor solución podría ser (como indica el título de su nuevo libro) La Opción Benedictina. El libro acaba de publicarse en español. Los materiales promocionales lo describen así:

Vivimos en un tiempo de pruebas, en que los creyentes aprenderán la diferencia entre el optimismo superficial y la esperanza Cristiana. Por oscura que sea la sombra que se cierne sobre Occidente, la luz del Cristianismo no tiene por qué apagarse. No será fácil, pero los Cristianos que se atreven a plantar cara a la decadencia religiosa, que rechazan las soluciones pasajeras y retornan a las antiguas tradiciones, encontrarán la fuerza no solamente para sobrevivir, sino para prosperar con alegría en el Occidente post-Cristiano.

La Opción Benedictina es una fascinante y sobria lectura, que prevé para los Cristianos de Occidente un futuro que algunos describirían como distópico. ¿La situación es realmente tan sombría? Después de leer el libro, sentí curiosidad por oír qué piensa Rod sobre todo esto, así que le envié algunas preguntas por correo electrónico.

– Aleteia: Cuéntenos, Rod. ¿Qué es exactamente “La Opción Benedictina”? 

Es la elección que todos los Cristianos creyentes afrontan hoy en día, en la América post-Cristiana: ¿Seguimos viviendo como si estos fuesen tiempos normales, o nos abrazamos a nuestra condición de exiliados en Babilonia, y comenzamos a construir una vida que nos permite mantenernos en la fe en esta nueva Edad Oscura que nos acecha?

El nombre proviene del famoso párrafo final del libro de 1981 del filósofo Alasdair MacIntyre Después de la virtud, en la que comparó el caos moral de la modernidad tardía con la decadencia de Roma antes de su hundimiento.

Él dijo que en esos días, hubo hombres y mujeres de virtud que dejaron de intentar “apuntalar el imperio” ―una especie de “Hagamos Roma Grande Otra Vez”― y en su lugar se pusieron a construir nuevas formas de comunidad dentro de las cuales podrían vivir sus convicciones contraculturales en un tiempo de grandes dificultades. MacIntyre dijo que hoy en día nos aguarda un “nuevo, y sin duda muy diferente, San Benito”.

Habiendo leído a MacIntyre y convencido de sus tesis, empecé a preguntarme lo que este nuevo y muy diferente San Benito tendría que decirnos a nosotros, los Cristianos del siglo 21.

Benito de Nursia, como probablemente saben, se considera el fundador del monasticismo occidental. Su Regla se convirtió en la guía para el movimiento monástico que floreció en la temprana Edad Media, y que no solamente preservó la Fe y ayudó a difundirla a través de la Europa de los bárbaros, sino que además plantó los cimientos para el renacimiento de la civilización.

Si vamos hacia una Edad Oscura post-Cristiana ―y creo que es el caso― entonces nosotros los Cristianos debemos preguntarnos qué lecciones podemos aprender de los Benedictinos que puedan aplicarse a nuestras propias vidas fuera de los monasterios. Esto es lo que explora La Opción Benedictina.

– ¿Es este un tema ante todo religioso, es decir, cristiano? ¿O tiene aplicaciones más amplias?  

Es ante todo religioso, pero justo por eso, tiene más amplias aplicaciones. Me explico. En la era secular, nos hemos acostumbrado a compartimentar nuestra fe. El Cristianismo es algo que hacemos en domingos y festivos, y es generalmente solo una parte de nuestra vida. Pero esto no es suficiente. Jesús no quiere ser Señor de solamente una parte de nuestra vida. Una potente razón para que tantos Cristianos de hoy  miren, actúen y piensen de una manera no diferente de la del mundo a nuestro alrededor es que hemos arreglado nuestra vida para mantener a raya una conversión verdadera.

La espiritualidad Benedictina se opone a eso. Es un estilo de vida que lo ordena todo al servicio de Cristo. Por supuesto, bajo la Regla, los días y actividades de un monje están estrictamente reglamentadas, mucho más de lo que los Cristianos ordinarios pueden o deberían aceptar.

Pero nosotros los Cristianos laicos no tenemos menos obligación de ordenar nuestra vida hacia Cristo como hacen los monjes. Como el monje sabe, no es suficiente con simplemente tener buenos pensamientos y correctas intenciones. Las prácticas que emprendemos en la vida diaria bien nos acercan a Dios, o bien nos alejan de Él. La espiritualidad Benedictina es una espiritualidad práctica, un estilo de vida Cristiano que consagra las rutinas de cada día.



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La Opción Benedictina tiene pues implicaciones sobre cómo trabajamos, cómo rezamos, cómo veneramos, cómo practicamos la política, cómo educamos a nuestro niños, cómo utilizamos la tecnología ―básicamente, sobre toda nuestra vida. No es un programa de 20 puntos sobre cómo poner en orden tu vida. La Ben Op, como se la conoce, será diferente para diferentes comunidades, dependiendo en su tradición en la Fe y circunstancias locales. Lo que sí tienen en común las comunidades Ben Op, sin embargo, es el compromiso a vivir de una manera tradicionalmente Cristiana y conscientemente contracultural, cada día.

– Eso suena como una nueva forma radical de vivir para muchos estadounidenses. ¿Por qué piensa que es necesaria ahora ?  

Flannery O’Connor dijo que debemos empujar al mundo tan fuerte como este nos empuja a nosotros. Los Cristianos de hoy ―católicos, protestantes y ortodoxos igualmente― no estamos empujando fuerte en absoluto. En consecuencia, estamos siendo zarandeados, y catequizados por una cultura anti-Cristiana.

La investigación en ciencias sociales es dañosa. Junto con sus colegas, el sociólogo de Notre Dame Christian Smith ha descubierto que los Cristianos estadounidenses contemporáneos saben muy poco acerca de la fe Cristiana tal como se ha entendido históricamente. Por el contrario, han abrazado una falsa sensación de bienestar que él llama “Deísmo Terapéutico Moral”.  Anecdóticamente, mis frecuentes conversaciones con profesores de colegios Cristianos confirman los hallazgos de Smith.

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Sentinel Press

Padres, iglesias y escuelas Cristianas están produciendo creyentes quienes poseen poco o ningún entendimiento acerca de qué significa pensar y actuar como un Cristiano. Todo versa sobre la sensación de sentirse bien con uno mismo. Este es el preludio hacia una pérdida del Cristianismo por completo.

Yo creo que muchos de los que estamos vivos hoy veremos un colapso al estilo europeo del Critianismo estadounidense. Los científicos sociales solían pensar en los Estados Unidos como un contraejemplo a la tesis de la secularización. Es decir, observaban los altos niveles de identificación religiosa en los Estados Unidos, en comparación a las deprimentes cifras de Europa, como prueba de que la modernización no siempre conlleva una secularización. Ahora, eso ha cambiado. El declive sin precedentes de la fe religiosa entre los millennials muestra que Estados Unidos se encuentra en la misma pendiente hacia abajo.

La única manera de oponerse a esto es arraigarnos profundamente en nuestra fe, no solo en términos de lo que aprendemos de ella ―doctrina, escrituras, historia de la iglesia― sino también en términos de nuestras prácticas, tanto individuales como colectivas. No hay otra alternativa.

El padre Casiano, antiguo prior del monasterio Benedictino en Nursia, ciudad natal del santo, me dijo que las familias y comunidades Cristianas que no abrazan alguna forma de la Opción Benedictina no van a poder superar estos tiempos difíciles. Y tiene toda la razón.

– Si tuviera que resumir el mensaje del libro brevemente, ¿cuál sería?   

Los Cristianos en Occidente están entrando en una época de apostasía en masa, el equivalente espiritual a la gran inundación que engulló el mundo en los tiempos de Noé. Los creyentes tenemos que construir arcas para llevar nuestra fe a través de este mar oscuro y tempestuoso, para no perder nuestras propias almas, y para que la fe esté presente durante la reconstrucción, cuando las aguas se calmen. Aun cuando los Cristianos ordinarios estamos llamados a vivir en el mundo, el estilo de vida Benedictino, con más de 1.500 años de antigüedad, es un modelo para nosotros.

La Opción Benedictina no es nada más que la Iglesia siendo la Iglesia que nosotros debíamos ser. Es una llamada al arrepentimiento. Algunos críticos me acusan de ser “alarmista”, y digo que sí, lo soy, porque ciertamente hay muchas razones para alarmarse. Si no nos alarmamos, entonces no estamos leyendo de manera precisa las señales de los tiempos. Pero si solamente reaccionamos por miedo, y no estamos determinados a vivir con júbilo en medio de nuestro dolor, no estamos leyendo el Evangelio.

En el Occidente post-Cristiano, debemos aprender cómo ser lo que el Papa Benedicto nos apeló a ser: minorías creativas que modelan el amor de Cristo y la alegría de Su compañerismo en un mundo frío y oscuro. Como Cristianos, debemos evangelizar, y la forma más eficaz de evangelización hoy está en la vida que conducimos en oposición a la manera de ser del mundo.

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