Vivimos con la presión imaginaria de ser mujeres perfectas, capaces de hacer muchas cosas a la vez. ¿Por qué cuesta asumir que no llegamos a todo? ¿Cómo combatir esa tentación?A todas nos gustaría ser mujeres con superpoderes. Las que llegan a todo, las que trabajan en un horario completo fuera de casa y son capaces de llevar todas las tareas familiares adelante además de tener tiempo para la vida social, una vida de pareja excelente, el deporte, las lecturas, las aficiones y la práctica religiosa.
Esa mujer con superpoderes se levanta tempranísimo y cuando nosotras despegamos el párpado, ella ya ha desayunado, ha cocinado y congelado, ha preparado el desayuno del resto, ha puesto una lavadora, ha hecho un rato de meditación, ha ido al gimnasio y ha revisado la reunión de las 8 de la mañana. Se acuerda de llevar el perro al veterinario, de que es el cumpleaños de la pequeña; toma notas para un libro sobre coaching; y preside una asociación benéfica.
A nosotras también nos gustaría ese nivel de actividad “multitarea” de lunes a domingo las 24 horas del día. Ser Elastic Girl. Y guapa. Y ganar dinero. Pero la realidad nos mete en la cama con gripe, nos supera con actividades de horarios incompatibles y nos hace decir finalmente “no puedo más”. Nuestro orgullo por los suelos.
Sustos, olvidos y otros síntomas
Hace pocos días, una amiga me llamó para desahogarse. “Casi he quemado la casa”, me dijo. No era para tanto, pero se llevó un susto de muerte porque le ardió la cocina. Lloraba de impotencia, del susto y también de rabia porque había querido hacer varias cosas a la vez: entre el cuidado de los niños y las gestiones de trabajo que hacía desde casa, se le olvidó que había puesto algo al fuego. Que levante la mano quien no ha estado a punto de provocar un incendio por algo similar.
A otra amiga le llegó ese “basta” en forma de rotura de ligamentos por no fijarse bien dónde ponía el pie en la acera a la hora de echar la basura al contenedor. “Estaba pensando en otra cosa que me quedaba por hacer”, me dijo. La multa: 30 días fuera de combate y unas 10 sesiones de fisioterapeuta.
Moraleja: vamos cargando nuestro día y nuestro horario hasta que la naturaleza y la vida nos dicen “basta”. Quién no ha tenido una contractura por aporrear el teclado del ordenador cuando está nerviosa.
Nos hemos creído que el objetivo de la mujer era ser “multitarea” a toda costa. Rotundamente falso.
Veamos algunas fórmulas para equilibrar nuestra vida:
- Es cierto que las mujeres tenemos gran capacidad de visión global de las cosas. Aprovechémosla pero démonos el tiempo adecuado para cada una de ellas.
- Aprende a delegar: en tus hijos, en las personas a tu cargo en el trabajo, en el marido, en los abuelos…
- Distingue lo importante de lo urgente.
- Dale un sentido a tu vida y ordena los objetivos según ese sentido.
- Sé humilde para admitir que no llegas a todo.
- Confía en otras personas para que lleven a cabo la tarea en la que te considerabas imprescindible.
- Piensa en algo que te descanse y dedícale un tiempo semanal. Considera ese tiempo “intocable”.
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