La necesidad de un diálogo “nacional e inclusivo”, que requiere la participación de “hombres y mujeres honestos, competentes y creíbles” El padre Jean Denis Saint-Félix, superior de los jesuitas en Haití, ha emitido un comunicado advirtiendo a todo el mundo, pero sobre todo a los países de la región, sobre la catástrofe humanitaria, la irresponsabilidad de los dirigentes, en especial del presidente Jovenal Moïse, y la urgencia de un diálogo nacional para enfrentar una situación de crisis que ya cumple dos semanas de haber iniciado con violentas protestas callejeras contra el hambre y la corrupción del país caribeño.
Moïse ha guardado silencio, apenas roto hace unos días, “para no decir nada o, peor aún, para echarle gasolina al fuego”, según lo expresó en su comunicado el padre Saint-Félix. Mientras el país (el más pobre de América Latina y el Caribe) se encuentra “en llamas y ensangrentado”, el presidente Moïse, con sus palabras anodinas provocó en la población “desilusión, repugnancia, ira, vergüenza”, sobre todo porque su mensaje “no contenía ningún anuncio de medidas en respuesta a la crisis”.
Entre las principales reivindicaciones populares no cumplidas que asolan al país caribeño (el primero en obtener su independencia en la región) están el alto coste de la vida, la injusticia social, la pérdida de poder adquisitivo, una devaluación galopante de la moneda, la exigencia de justicia y la lucha contra la corrupción.
Muerte y deterioro
Los actos represivos de la policía han desencadenado disturbios que se propagan en todo el territorio haitiano. Los manifestantes opositores al gobierno aseguran que la policía antimotines los intenta detener y que las autoridades han matado a algunos de ellos. Un joven de 14 años que se encontraba a las afueras de un hospital murió por una bala. La madre asegura que fue la policía quien lo mató, según ha reportado la cadena estadounidense CNN.
La prensa y las instituciones ilustran el deterioro de la situación socioeconómica, con hospitales y centros de salud sin oxígeno durante varios días, supermercados con estantes vacíos y una creciente falta de acceso al agua, los alimentos y la atención médica de emergencia. Además, “los niños de familias de bajos ingresos se mueren de hambre en muchos de los barrios pobres del país”, advierte el padre Saint-Félix, quien se preguntó en su comunicado lo que muchos haitianos se están preguntando en estos momentos de tensión: “¿Cuál es la salida? ¿Hasta dónde llegará el presidente de la República?”
Haití es un país proclive a los desastres naturales: dos de ellos, el terremoto de enero de 2010 y el huracán Mathew de 2016, han provocado muerte, desolación y fuga de miles de haitianos hacia República Dominicana o cualquier lugar que los acepte. La actual crisis económica y política, dice el periódico español ABC, “ha empujado a los haitianos a echarse a las calles en las últimas semanas, y podría echar por tierra los avances logrados por las organizaciones humanitarias en los últimos años y dejar a aún más personas en situación de vulnerabilidad, según advierte la ONU”.
Es la hora de dialogar
Para el padre Saint-Félix, el presidente Moïse debe marcharse, y “no solo porque las otras instancias del Estado son igualmente inadecuadas y corruptas”. El concepto expresado en una nota firmada por representantes de la Iglesia Católica, protestantes y anglicanos, dirigida a los principales protagonistas de esta dramática situación, es idéntico, según reporta la agencia vaticana Fides.
“Ha llegado la hora del diálogo que necesitan todas las capas de la sociedad haitiana. Es imposible ignorarlo”, dice el padre Saint-Félix. Y enfatiza que debe tratarse de un diálogo “nacional e inclusivo”, que requiere la participación de “hombres y mujeres honestos, competentes y creíbles” que conduzca “a una nueva Constitución, a instituciones verdaderamente republicanas, a una verdadera reforma económica y al proceso de Petrocaribe” (un fraude en el que participarían unos quince ministros y el actual presidente Moïse)
El país no cambiará si sigue careciendo “de una conciencia firme y sincera y de un compromiso patriótico para construir una sociedad más justa, más igualitaria y más próspera. Las ‘buenas personas’ que permanecen encerradas en la casa deben abandonar el silencio y el papel de espectadores”. Además del papel de la prensa, el padre Saint-Félix recordó las responsabilidades de los religiosos e intelectuales en la búsqueda de la justicia y la dignidad.
“Los jesuitas haitianos haremos nuestro deber de entrar en contacto con todos los sectores de la vida nacional y proponer juntos un espacio para reflexionar sobre los mecanismos actuales de este necesario diálogo. Para ello, queremos movilizar todos nuestros recursos, tanto humanos como materiales, nuestros contactos y nuestros talentos, tanto nacionales como internacionales”, citando como ejemplo a “sus colegas jesuitas y universidades que han participado en procesos similares en países como El Salvador y Colombia”.