separateurCreated with Sketch.

Cómo deshacerte de los deseos de venganza

ANGRY FIRST
whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Carlos Padilla Esteban - publicado el 24/02/19
whatsappfacebooktwitter-xemailnative

Es difícil retener la mano que busca vengarse…Hoy Jesús me pide algo que me parece imposible, que ame al que me odia: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian. Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada”.

Me pide amar, hacer el bien, bendecir y orar. Me parece todo tan complicado… Me pide que haga todo eso pensando en quien me odia y no me quiere, en quien desea mi propio mal, en quien me ignora. Quiere que desee su bien.

Tal vez es necesario que aprenda a perdonar el mal causado. Si no lo hago así, es imposible amar bien. Y querer al que no me quiere.

christ-2767528_960_720

Jerzy Górecki

David era perseguido por el rey Saúl. De forma injusta es rechazado. Se siente herido y huye porque teme perder la vida. Y parece que Dios le pone en bandeja la venganza, la salvación: “Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe”.

Puede acabar con esa persecución injusta. Puede obtener la venganza soñada. Puede vencer al que le ha herido. Puede ser rey. Saúl se había convertido en su enemigo. ¿No le ponía Dios en su mano la venganza?

Dios no desea la venganza. Pero el hombre sí. La venganza es el deseo de resarcirme del daño recibido.

He sido herido y mi corazón clama venganza. Quiere herir al que me ha herido. Así suele ser en la vida. Si he recibido un daño, quiero que el que me lo ha causado sufra algo peor incluso.



Te puede interesar:
¿Te han herido? No te cierres, no dejes de exponerte tal como eres

La ley de talión exigía un castigo proporcional al crimen cometido. Es el primer límite impuesto a la venganza. Porque esta podía no ser proporcional al mal recibido.

Jesús va más allá. No sólo quiere que la venganza sea proporcional. Simplemente no quiere que haya venganza.

El corazón cristiano no cree en la venganza. Cree en hacer el bien, no el mal. Y la venganza me habla de crueldad, maldad, odio, rabia. El corazón herido quiere venganza.

Jesús nunca se vengó de los que querían su mal. Devolvió bienes a cambio de males. Amor al ser odiado.

HANDS,FRIENDSHIP,SUPPORT

Shutterstock

Hoy miro mi corazón herido. ¿Tengo enemigos? Pienso en mi vida. No, no tengo enemigos. Es mi primera respuesta.

¿Alguien me ha hecho el mal? ¿Alguien ha deseado mi mal? Pienso en mi historia. ¿Todos hablan bien de mí? No. Pero tal vez tampoco me odian. ¿Quién entra en la categoría de enemigo? Puede que no encuentre a nadie que quiera mi mal.

¿Yo deseo el mal de alguien? Pienso en mis heridas. Me han causado daño. Algunos sin intención. Otros intencionadamente.

¿He sentido en mi corazón alguna vez el deseo de venganza? Se han reído de mí. Me han criticado por mis palabras. Han juzgado mis actos. Me siento dolido. Brota el rencor del alma.



Te puede interesar:
Léelo si tienes el corazón lleno de odio, coraje o rencor

A veces me creo que no tengo nada que perdonar. Me equivoco. Siempre hay algo. Alguna herida o desprecio. Esperaba más o algo distinto. Mis expectativas no se vieron satisfechas.

Comenta el papa Francisco: Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras certezas: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas”.

Surge el odio porque amenazan mi seguridad. Me siento atacado a menudo sin serlo. Yo espero más. No entiendo las decisiones de los otros. O simplemente no las comparto. Surge la ira, la rabia, el deseo de venganza.

¡Cuánto daño me hace odiar! Guardo un rencor profundo. Tengo la herida tapada para que no duela. Y me creo que ha desaparecido.

Pero súbitamente, al recordar lo que un día sucedió, vuelve el mismo sentimiento de rabia. Quiero que sufra aquel que no me quiere. ¿Cómo puede pedirme Jesús que lo ame?

“Si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen”.

Veo una montaña ante mis ojos. Olvidar me cuesta mucho. Perdonar me parece imposible. Bendecir está lejos de mi alcance. Desear su bien. Amar. Todo demasiado duro. No me siento capaz.



Te puede interesar:
¿Te resulta imposible perdonar? Claves para reconducir el rencor

¿De dónde procede el perdón? De Dios. Sólo Él puede darme lo que necesito.

Quiero un corazón puro y virgen que no busque la venganza ni el mal de nadie. Un corazón que no guarde rencor de forma permanente.

¿Cómo se cambia el propio corazón? Estoy muy lejos de bendecir. Tantas veces maldigo. Estoy lejos de amar bien al que me odia. Como mucho lo aparto de mi vida para no recordar cada día cuánto odio tengo dentro de mí.

Necesito purificar mi corazón. Haciendo el bien al que no me ha querido. Amando al que me ha despreciado. Bendiciendo. Hablando bien de él.

Vivo pensando en lo que los demás hacen. Vivo deseando lo que no tengo. Y surge el odio dentro de mí. El odio me hace daño. Me envenena.

Hacer el bien, hablar bien, bendecir. Todo eso me llena de luz, de alegría, de paz. Dejar de hacer el mal que está ante mis ojos.



Te puede interesar:
Cómo dejar de criticar y quejarse

Es difícil retener la mano que busca vengarse. Echo marcha atrás. Guardo mi puñal. Dejo de causar daño. Guardo silencio.

No necesito herir. Es innecesario. No me sana, no me libera, no me llena de esperanza. Todo lo contrario. El mal deseado y realizado llena mi alma de odio y rencor. Mi enemigo sigue siéndolo. Es fuerte esta palabra.

Pienso en las personas que no me buscan, en aquellos a los que no les intereso. No son mis enemigos. Pero no los amo.

Pienso en los que hablan mal de mí. Tampoco los odio. No son los más cercanos. Pero no deseo su mal. Su rencor es de ellos. Igual que su odio. No es mi rencor, no es mi odio. No me pertenece.

Yo quiero amar siempre. Y no quiero estar lastrado por el peso del odio. No viene de Dios.


FAMILY
Te puede interesar:
¿Y si en vez de enjuiciar amáramos más?

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.

banner image
Top 10
See More
Newsletter
¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.