Consejos que valen para el trato respetuoso con todas las personas, especialmente a las mujeres, y que dicen mucho sobre tu carácter como padre que está formando un adulto consciente¿Papá, estás viviendo como si tus hijos estuvieran siempre observando? ¿Sea al hablar por teléfono, interactuando con el cajero o el mesero, o simplemente al relacionarte con tu familia en casa?
Recuerda que tu pequeño está atento a tu comportamiento en la sociedad. Tú eres una referencia importante para él y, por eso, aquí hay cinco cosas que debes enseñar sobre el respeto a los otros.
Estos consejos, incluso, son esenciales para que él sepa cómo tratar a las niñas y dicen mucho sobre tu carácter como padre y formador del carácter de tu hijo.
1. Trata a todos con dignidad y respeto
Sigue la Regla de Oro y trata a los demás de la misma manera en que te gustaría ser tratado. Eso incluye la manera como tú hablas con el otro y cómo actúas porque las acciones hablan más que las palabras. Defiende a cualquier persona cuando sus derechos estén siendo violados, para y piensa sobre lo haces y dices, y cómo tus acciones afectarán a los demás y se amable. Aunque existe una razón para discrepar sobre algo, hazlo siempre respetuosamente.
2. Reconoce que todos son únicos
3. La comunicación es fundamental
Escucha. No necesitas siempre intentar resolver un problema y, por lo tanto, escucha el doble de lo que hablas, porque todo el mundo quiere ser escuchado. Intenta estas dos maneras de lograr una comunicación eficaz: intenta entender el punto de vista del otro y siempre entra en una conversación como aprendiz. Primero oye, luego analiza y entonces emite tu opinión.
4. Sé un “hombre amable”
Busca poner la necesidades de los demás antes que las tuyas. Por eso, trata siempre de ser útil a alguien, motivado por la compasión y no seas egoísta. Además de eso, trata siempre, al máximo, de volver cada situación la mejor para todos.
5. “No” significa “no”
Siempre respeta los límites de los demás. Simple. Entiende el límite de los que te rodean y establece tus propios límites.
Por Sempre Família