Puede ocurrir que se produzca un desnivel en cuanto a ingresos económicos o fama, y hay que evitar las comparaciones agrias.Cuando un hombre y una mujer emprenden su vida en común establecen lazos fuertes de convivencia. Tienen unos objetivos, un horizonte. Buscan formar una familia.
La pareja se une en el momento de casarse y se va consolidando en el tiempo con cada jornada. Hablando, trabajando, soñando juntos en el proyecto común.
Sin embargo, eso no significa que él y ella hagan lo mismo las 24 horas del día. Lo habitual es que tengan una formación (académica y profesional) diferente y que lleven a cabo un trabajo también diferente. A veces los horarios no coinciden, por ejemplo, ni tampoco las cargas de trabajo. Quizá uno trabaja de lunes a viernes y otro los fines de semana. O uno de los dos acaba de trabajar cada día a las 5 de la tarde mientras que otro vuelve a casa pasadas las 8 o hace media jornada.
También puede ocurrir que en alguna etapa la pareja note que se va a dos velocidades: uno crece profesionalmente o socialmente mientras que otro queda atrás: porque está en el paro, porque se prepara para unas oposiciones y tiene que estar más “encerrado”, o porque ha escogido la baja de maternidad o paternidad…
Esa diversidad de caminos hace que pueda surgir la envidia. Uno observa al otro y ve que va creciendo más, que se va haciendo importante y famoso. Puede ocurrir que a uno de los dos le parezca que está dando más y que el otro se está beneficiando desproporcionadamente.
Las comparaciones surgen cuando uno cobra más que el otro, cuando uno es más famoso que el otro o cuando uno tiene más visibilidad social que el otro. Si esta situación de “desnivel” no se conduce bien, puede provocar una ruptura. Es fácil que entren los celos.
La situación se puede agravar cuando los hijos comienzan a admirar al padre o la madre.
Así que hay que preguntarse:
- ¿Es justa esta “desigualdad” entre nosotros? Si es por la crianza, por ejemplo, lo lógico es que sea una desigualdad buscada y al mismo tiempo temporal. Durante un tiempo a la madre le toca hacer unas tareas para las que es insustituible (la lactancia, por ejemplo).
- ¿Me produce tristeza que el otro triunfe? En algunos matrimonios, él no puede soportar que ella le adelante en cuanto a ingresos económicos o a fama.
Personajes famosos como Ana María Matute, la añorada escritora que fue premio Cervantes, han relatado el sufrimiento que supone ver a tu marido con celos. Él no soportaba que Matute fuera famosa y ganara premios literarios. El matrimonio, en su caso, se rompió y ella tuvo que sacar adelante sola a su hijo.
¿Cómo hacer para que la envidia no crezca en tu pareja?
Aquí tienes varias ideas:
- Hablad y valorad la situación conforme se van produciendo las circunstancias: celebrad un premio juntos, decidid qué haréis con los ingresos económicos (y que no lo haga solamente quien los reciba).
- No consientas comparaciones dañinas por parte de terceros. Los comentarios pueden hacer mucho daño, así que dales la vuelta. Si alguien te dice: “¿cómo llevas el que tu mujer sea el centro de las miradas en el barrio?”, responde de forma que vean tu orgullo por este logro.
- Refuerza la intimidad de la pareja.
- Genera un “cinturón de seguridad”: amigos y familiares que os quieren y protegen vuestra unión.
- Si eres el que destaca, haz sentir al otro miembro de la pareja que nada habrías conseguido si no es por ella o él. Sé agradecido.
- Un termómetro que no falla. Si hay envidia, notarás tristeza. Si la destierras, notaréis alegría en casa.
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