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Una multitud recibió a Jesús de Nazaret en la Ciudad Santa

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Esteban Pittaro - publicado el 14/04/19
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The Jerusalem Times BC. Edición Vespertina del domingo. Cinco días para la PascuaNo se recuerda en tiempo reciente una imagen igual. Jesus de Nazaret fue recibido en su ingreso a Jerusalén, a cinco días de la Pascua judía, con hojas de palmas y gritos de Hosana. Muchos le conocían por haber presenciado los supuestos prodigios realizados, esperaban verlo en la Pascua, aunque tenían dudas puesto que se había refugiado en Efraim. La supuesta resurrección de un tal Lázaro parecía conocida por todos los que llegaron por estas horas la Ciudad. Y los que no la conocían, se acercaban, se enteraban, y también proclamaban al hombre que muchos creen es más que un profeta.

En Betfagé se detuvo antes de ingresar a la Ciudad para enviar a dos de sus discípulos a buscar un asna junto con su cría. Sobre ella realizó su entrada triunfal. Algunos se sorprendieron, y casi reían al ver al supuesto rey sobre un animal así. Pero otros, en especial los ancianos, recordaron al Profeta cuando dijo: “Digan a la hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un animal de carga”.

¿Quién es? Preguntaban algunos pocos no enterados. “El hijo de David”, respondían otros. “A ver si es quién dice ser”, decían varios, expectantes, sobre todo al acercarse al Templo. Ese en el que días atrás se debatía si vendría para la Pascua o no.

Algunos habían acompañado al Nazareno desde el ingreso, e incluso lo escucharon decir, con lágrimas en sus ojos, que vendrían días desastrosos para la Ciudad. Según decían, aseguró de Jerusalén: “tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes. Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios”. “¿Quién se cree? Endemoniado” expresaban furiosos algunos. Pero su temor contrastaba con el clamor popular.

Más al ver que cuando se le acercaron varios que parecían paralíticos, al interactuar con él, quedaron curados. Este periodista da fe de lo ocurrido, aunque no puede darlo del pasado de los supuestos lisiados. La gran mayoría de los presentes, sin embargo, creyó en lo que vio y confirmaron lo que durante meses habían escuchado de boca en boca: este profeta realiza milagros nunca antes vistos, hacía ver a los ciegos y caminar a los inválidos.

Exultantes no dejaban de aclamarlo, e incluso algunos hasta le reprocharon por no callarlos. Jesús los ignoró, lo que puso más rabiosos a los sacerdotes. No sólo no le creían, sino que veían en él a un blasfemo. “¿Cómo explican los milagros en Caná, Cafarnaum, Genesaret, Bedsaida, Fenicia, entre otras?”, interrogamos a uno de ellos. No hubo respuesta.

De reojo, las fuerzas del Prefecto seguían de cerca lo acontecido en el templo. Ellos también oyeron de la profecía de la destrucción de la ciudad. Y aunque en voz alta hablan de las mejoradas relaciones con los judíos, la popularidad del Nazareno los asusta. “¿Qué quiere decir con que la ciudad será sitiada?”. Los sacerdotes, lejos de tranquilizarlos, aumentaron su preocupación.

Por la tarde el nazareno desapareció de la vista con sus discípulos, y pese a que algunos especulaban con que no dejaría la ciudad para iniciar finalmente la esperada revolución, un centurión que sigue de cerca el caso para Poncio Pilatos aseguró que el Nazareno se retiró a Betania.

En las posadas y en las calles las familias no hablaban de otra cosa. Los que alguna vez fueron ciegos y paralíticos contaban una y otra vez lo que les había pasado. Pero la alegría popular contrastaba con la tensión entre los miembros del Sanedrín. Uno, cuyo nombre pidió sea conservado en el anonimato, aseguró: “No sabemos qué hará. Pero nosotros, no nos quedaremos con los brazos cruzados”.

El Nazareno, violento revolucionario o pacífico profeta, parece haberse apropiado de la Pascua este año. Su presencia parece haber abierto una grieta en los judíos, cosa que a los romanos no les conviene. Se dice que enterado de las novedades Pilatos volvió a clamar: “¿Qué hago en Judea?”, maldiciendo el destino confiado por Tiberio, y temiendo una nueva revuelta. Ya suficiente había tenido al intentar ingresar las imágenes del emperador y con su proyecto de acueducto con los fondos del Templo. Lo último que quiere, confirmó nuestro informante, es tener a los judíos a la puerta de su palacio.

Nota del autor

Recuerda el profesor Gabriel Galdón (CEU San Pablo, España) que el periodista Malcom Muggeridge reconoció una vez que si hubiera sido periodista en Tierra Santa en tiempos de Jesucristo, se hubiera dedicado a lo que ocurría en la corte de Herodes, habría intentado que Salomé me concediera una exclusiva de sus memorias, hubiera investigado que tramaba Pilatos, “y mientras tanto me habría perdido por completo el acontecimiento más importante de todos los tiempos”.

Esta Semana Santa, te proponemos una serie de crónicas escritas 2000 años después de aquellos acontecimientos que cambiaron el mundo para siempre. Lo hacemos buscando poner de manifiesto algunos vicios periodísticos contemporáneos para favorecer la lectura crítica y alentar su importancia. Y para proponer además una nueva manera de acercarnos a la Semana Santa.

Documentalmente, además de la Santa Biblia, utilizaremos como principal fuente el libro de Luis de Palma La Pasión del Señor, cuya lectura, más allá de este ejercicio, recomendamos. Incorporaremos voces y personajes, en general anónimos, para enriquecer el relato.

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