Un anuncio propone cuál sería tu reacción. ¿Acierta?La publicidad, una vez más, nos regala toda una lección de vida. Se trata de un anuncio de Sprite que plantea un experimento: un grupo de personas diversas se encuentra con el chico que las agredió verbalmente por las redes sociales. O sea, con su “hater“, ese que hace del odio su esencia en internet.
Cuántas veces, ante alguien que nos insulta injustamente en las redes hemos dicho: “Si ahora mismo lo tuviera delante…” o “este se iba a enterar si me lo encontrara en la calle”. Bueno, pues llega una marca de bebidas y te lo presenta.
Fuera el escudo del anonimato. Te dice que es el que un buen día, mientras tú comentabas algo en Facebook, dijo de ti “insípida, vieja católica, dinosauria”. Ahora podrás hacer con él lo que quieras.
En el caso del anuncio, son 100 agredidos que encuentran al agresor. Es el momento de aplicar justicia, es decir, darle lo que merece:
- ¿un castigo?
- ¿un insulto de vuelta?
- ¿El escarnio público? ¿Es así cómo acaba ese anuncio?
- ¿Qué lección nos habría dado Sprite entonces? ¿Una venganza a lo Tarantino?
- ¿Un ajuste de cuentas pero ley en mano?
Algo nos dice en el fondo del corazón que lo humano va más allá de la justicia. Esa semilla de eternidad que todos llevamos dentro hace que salte una chispita de luz para que las personas demos un paso más y vivamos el perdón.
Perdonar no es dejar hacer, no es ser un cobarde ni es tirar la toalla. Es activarse, es poner de más por nuestra parte y es no tener miedo a excederse.
Reunir todo el agravio en una bolsa y echarla como se echa el lastre de un globo si alguien quiere elevarse. Y hacer eso sin perder de vista que lo más importante de todo es la persona.
Detrás de esos “haters” de internet hay mucha incomunicación, mucho dolor y mucha soledad. Evitar que alguien llegue a experimentar ese sufrimiento es cultivar cada palmo de redes sociales.
Ahora nos toca pensar a cada uno con qué cultivamos ese espacio y qué frutos queremos que nazcan de él.
Si no nos sale perdonar, hay que buscar el referente que nos asegure que perdonar vale la pena. Y ese referente es Jesús, con su testimonio de vida. Es el único que prueba que perdonar es un valor.
Al volver a ver el anuncio de Sprite, toca pensar cuántas veces a uno le han perdonado: en las redes sociales, en la vida profesional, en casa… Puede que sea el primer paso para crear, igual que existe una cadena de favores, una cadena de perdones.
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