A medida que avanzan los días de Semana Santa, ocurren varios eventos que conducen directamente a lo que tendrá lugar el Viernes Santo. Entre estos eventos se encontraba la fatídica traición de Jesús por uno de sus propios discípulos, que la liturgia evoca el Miércoles Santo.
Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes y dijo: "¿Qué me darán si se lo entrego?". Y le pagaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento buscó una oportunidad para traicionarlo.
Esta acción de Judas le ganó el título de "espía" entre los cristianos medievales, de acuerdo con la definición tradicional de la palabra, "alguien que vigila en secreto a una persona o cosa para obtener información".
Desde el miércoles en adelante, Judas observó en secreto la oportunidad de entregar a Jesús a los principales sacerdotes, y muchos cristianos etiquetaron este día como "Miércoles del Espía".
En el mismo sentido, varias culturas reflejaron el sombrío estado de ánimo de este día al llamarlo "Miércoles Negro" o "Miércoles de Sombras", que también corresponde al rito litúrgico de Tenebrae que se celebra en este día.
También se llama "miércoles silencioso", ya que los evangelios no registran ninguna actividad en la vida de Jesús. El único evento es la reunión secreta de Judas con los principales sacerdotes.
Los eventos del miércoles marcan el comienzo de los últimos días de la vida de Jesús en la tierra y llevan directamente al sacrificio de Jesús el Viernes Santo.