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10 situaciones que parecen rabietas infantiles, pero que no lo son

Crying Child
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Papo de pai - publicado el 19/04/19
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¿Sabes reconocer lo que puede haber detrás de las reacciones exageradas de tus hijos?

Estas son 10 situaciones que parecen rabietas caprichosas de los niños, pero que no lo son. Cuando logramos reconocer que en los comportamientos no deseables de nuestros hijos hay algo más profundo que un simple capricho, como una reacción a las condiciones exteriores, a su fase de desarrollo o a nuestras propias acciones, podremos responder más proactivamente y con mucha más compasión.

1No controlar los impulsos

Le dices a tu hijo, “¡No toques eso!” ¿Y lo toca igualmente? Las investigaciones sugieren que las regiones cerebrales implicadas en el autocontrol no maduran completamente hasta el final de la adolescencia, lo que explica por qué el autocontrol en desarrollo es un “proceso largo y lento” (Tarullo, Obradovic y Gunna, 2009, 31).

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Cuando recordamos que los niños no siempre consiguen gestionar sus impulsos (porque sus cerebros no están totalmente desarrollados) podemos tener reacciones más suaves a su comportamiento.

2Sobreestimulación

Repaso, natación, ballet, judo y todo lo que el tiempo y el dinero nos permita dar a nuestros hijos. ¿Será que todo eso es necesario? Horarios apretados, sobreestimulación y agotamiento son típicos de la vida familiar moderna. Kim John Payne, autor de Simplicity Parenting, argumenta que los niños experimentan una “reacción de estrés acumulado” debido al exceso de enriquecimiento, actividad, escuela y juguetes. Él afirma que los niños necesitan toneladas de “tiempo de inactividad” para equilibrar su “tiempo” (Payne, 2010). Cuando logramos que tenga un tiempo inactivo, hora de jugar y tiempo de descanso, el comportamiento de los niños mejora a menudo de manera visible.

3Reacción a determinados factores

¿Te sueles irritar cuando tienes hambre o te falta paciencia cuando no has dormido suficiente? A los niños les afecta diez veces más cuando están cansados, con hambre, sed, por el exceso de azúcar o cuando están enfermos. La capacidad de los niños de controlar las emociones y el comportamiento disminuye mucho cuando están cansados.

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Suzanne Tucker – Shutterstock

Muchos padres también notan un cambio acentuado  en el comportamiento de los niños alrededor de una hora antes de las comidas, si se despertaron durante la noche o tienen sueño. Muchas veces, los niños no saben comunicar o resolver solos el problema comiendo una galleta, tomando un medicamento para el dolor o incluso beber agua, como hacen los adultos.

4Expresión de fuertes sentimientos

Como adultos, se nos ha enseñado a dominar y ocultar nuestras emociones fuertes. Pero los niños aún no pueden hacerlo. La educadora de escuela infantil Janet Lansbury tiene una frase estupenda para cuando los niños muestran sentimientos fuertes, como gritar o llorar. Ella sugiere que los padres “dejen salir los sentimientos”, no riñendo o castigando a los niños cuando expresan esas emociones.

5Necesidad de toneladas de movimiento

“¡Para de perseguir a tu hermano dando vueltas a la mesa!” “¡Dejen de luchar a las espadas con esos trozos de cartón!” “¡Para de saltar en el sofá!” Los niños tienen necesidad de toneladas de movimiento. Tienen una necesidad tremenda de pasar tiempo al aire libre, ir en bicicleta y patinete, correr y saltar, arrastrarse, mover objetos y correr dando vueltas. En vez de pedirles que paren cuando están llenos de energía, es mucho mejor organizar una salida rápida al parque o pasar un tiempo en la calle.

6Necesidad de volverse independiente

El modelo de Erik Erikson (1963) afirma que los niños intentan hacer las cosas por sí mismos, y que los preescolares toman la iniciativa y ejecutan sus propios planes. Aunque sea irritante cuando un niño elige tomates que aún están verdes, se corta el pelo o hace una cabaña con 8 sábanas limpias, están haciendo exactamente lo que deben hacer: intentando realizar sus propios planes, por su cuenta, tomando sus propias decisiones y volviéndose independientes.

7El otro lado de sus fuerzas

Todos tenemos fuerzas esenciales que también pueden desviarnos. Podemos estar increíblemente concentrados, pero no podemos salir de la concentración con mucha facilidad. Tal vez seamos intuitivos y sensibles, pero asumimos el humor negativo de otras personas como una esponja.

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Oksana Kuzmina – Shutterstock

Los niños son parecidos: pueden ser dóciles en la escuela, pero tener dificultad para gestionar cuando se confunden (por ejemplo, gritando cuando cometen un error). Pueden ser cautelosos y seguros, pero resistirse a nuevas actividades (por ejemplo, rechazando practicar un nuevo deporte). Los niños pueden vivir en el momento, pero no se organizan (por ejemplo, dejan el suelo de la habitación cubierto con juguetes). Reconocer cuando los comportamientos indeseables de un niño son realmente el otro lado de sus fuerzas – así como el nuestro – puede ayudarnos a reaccionar con más comprensión.

8Necesidad imperiosa de jugar

¿Tu hijo se pinta la cara con yogur, quiere que corras detrás de él cuando estás lavándote los dientes, o se pone tus zapatos, en vez de los tuyos, cuando estás llegando tarde a la escuela? Algunos de los comportamientos aparentemente “malos” de los hijos son lo que John Gottman llama “tácticas” para hacerte jugar con ellos. A los niños les encanta provocarte. Les encanta la conexión que ven en la risa compartida, y disfrutan con los elementos de novedad, sorpresa y emoción.

El juego muchas veces necesita tiempo extra y, por tanto, aparta agendas y compromisos, lo que puede parecer resistencia y desobediencia, cuando no lo es. Pero cuando los padres entienden y atienden esa necesidad de los niños, es más fácil evitar juegos fuera de hora.

9Reacción al humor de los padres

Varios estudios sobre el contagio emocional han descubierto que lleva apenas milésimas de segundo para que emociones como el entusiasmo y la alegría, pero también como la tristeza, el miedo y la rabia, pasen de una persona a otra, y eso generalmente ocurre sin que uno se de cuenta (Goleman, 1991; Hatfield et al., 2014). Con los niños no es distinto, a ellos les influye el humor de sus padres. Si ellos están estresados, distraídos, tristes, frustrados, los pequeños absorben estos humores. Y lo mismo sucede cuando están alegres, disfrutando de la vida.

10Respuesta a límites inconsistentes

Hoy le das a tu hijo un caramelo antes de comer. Al día siguiente dices: “no, que no vas a comer” y él grita y llora. Una noche le lees cinco libros, pero la siguiente insistes en que sólo tienes tiempo para leerle uno, y ellos quieren más. Cuando los padres son incoherentes con los límites, eso naturalmente desencadena la frustración de los niños y les impulsa a lloriquear y gritar. Igual que los adultos, los niños quieren (y necesitan)saber qué pueden esperar. Esfuérzate para que en tu casa haya límites y rutinas, porque eso mejorará el comportamiento de los niños.

(via Papo de Pai)

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