Su muerte abre el recuerdo de uno de los crímenes de odio más violentos de la historiaLa pena de muerte aplicada a un hombre blanco, sajón, supremacista racial y en Texas (al sur de Estados Unidos, Estado líder en la Unión Americana en uso de la pena de muerte) es algo pocas veces visto.
Es el caso de John William King, un supremacista blanco condenado a muerte por el brutal asesinato del afroamericano James Byrd en el año de 1998, encadenado y arrastrado por una camioneta hasta la muerte.
El martes pasado la Corte Suprema de los Estados Unidos se negó a intervenir en el caso. Los abogados de King le pidieron a la Corte que concediera la suspensión de su ejecución programada, luego de que una Corte de Apelaciones Criminales de Texas hiciera una votación dividida.
Desde un principio, King alegó una inocencia que absolutamente nadie creyó. Finalmente, la Corte Suprema desestimó la suspensión sin hacer ningún comentario.
“Un simple castigo”
King murió tras serle suministrada la inyección letal en el penal de Huntsville. Como fue durante los años pasado en la cárcel, King mantuvo una postura altiva hasta que la dosis letal acabó con su vida.
En su reacción ante las cámaras, tras la ejecución de King, la hermana de Byrd, Clara, dijo que su familia no sentía ningún alivio ni paz en su corazón y que el haber suministrado la dosis letal al asesino de su hermano fue un “simple castigo”.
En su momento, los medios de comunicación estadounidenses narraron el horroroso crimen perpetrado por King, quien arrastró, encadenado, a Byrd (que tenía 49 años), ocho kilómetros por un camino vecinal empedrado, en el condado de Jasper (Texas).
Tras mutilar el cuerpo de Byrd, King, en ese entonces de 23 años de edad, y sus cómplices Lawrence Brewer (ya ejecutado) Shawn Berry (cubriendo cadena perpetua) lo abandonaron en pedazos frente a un templo de población afroamericana el domingo 7 de junio de 1988, para que lo encontraran los fieles por la mañana, cuando se dirigieron al servicio religioso.
Crimen de odio
Para la familia de Byrd, la pena de muerte no resuelve nada, al contrario, sostienen, desde que Brewer fue ejecutado en 2012, el hijo de Byrd, Ross, señaló que “no se puede combatir el crimen con más crimen”.
El tremendo asesinato de Byrd conmovió a todo el país y motivó que una ley (que lleva el nombre de John William King) endureciera las penas por los crímenes de odio en contra de la población afroamericana que, por fortuna, han disminuido en Estados Unidos.
Tanto King como Brewer pertenecían a un grupo racista y supremacista blanco de características neonazis. De hecho, King firmaba sus comunicados y cartas con el consabido saludo nazi “”Sieg Heil!”.
King es el tercer preso en Texas (y el cuarto en Estados Unidos, contando con una ejecución en Alabama en febrero) ejecutado este año, según datos del Centro de Información sobre la Pena de Muerte.