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Cada lágrima es única: el asombroso descubrimiento que llega del microscopio al alma

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Annalisa Teggi - publicado el 07/05/19
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Maurice Mikkers fotografió en el microscopio lágrimas humanas, descubriendo así que cada uno tiene una trama particularísima y artística. Es casi un alfabeto que cuenta la unicidad de cada experiencia y cada persona. Quizá, además de haber contado nuestros cabellos, Dios cuidó el diseño de nuestras lágrimasMi hijo tenía alrededor de seis años cuando hizo una pregunta que, en primera instancia, consideré absurda: “Mamá, ¿existen las cosas que no existen?”. No era un juego, intenté entender mejor: quería saber cómo se puede decir que existen emociones como la felicidad y el dolor que físicamente no tocamos con la mano. ¿En qué tipo de presencia visual, olfativa o gustativa se puede traducir una experiencia tan poderosa como la alegría o el miedo, teniendo en cuenta que las palabras – infinitas – no nos parecen nunca adecuadas y suficientes?

El mundo en una lágrima

Un joven técnico holandés, aparentemente ocupado en un trabajo poco emotivo (estar en compañía de un microscopio dentro de un laboratorio), hizo un descubrimiento que nos permite dar rostro a un dolor único – incluso a la alegría – que siente cada uno. Como un nuevo Newton, en lugar de pegarse con una manzana, un día se pegó en el pie contra la mesa, incidente que le hizo pegar un grito de dolor. Pensó en mirar en el microscopio las lágrimas que le salían en ese momento. Y empezó un viaje de maravillas y asombros.

Soy Maurice Mikkers y capturo la belleza de las lágrimas. Cada lágrima es como un planeta, con su textura particular y bellísima. Nosotros vemos una gota de agua pero es un mundo a explorar.

Se presentó en el Ted de Amsterdam, para contar la obra artística que nació desde ese primer incidente providencial y se titula Imaginarium of Tears. Es una colección fotográfica de imágenes de lágrimas cristalizadas y observadas en el microscopio, acompañadas por una leyenda que cuenta de quién es la lágrima y en qué ocasión cayó. No es de hecho una colección forzada o inducida; el sentido de la observación es el de considerar el aspecto de la lágrima en relación con la emoción espontánea que la ha generado.

Esta, por ejemplo, es de la hermana de Maurice y fue recogida en un momento de llanto por una frustración fuertísima en el trabajo, la falta de reconocimiento del valor de su persona.

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Esta otra en cambio es una lágrima de dolor, de un amigo de Maurice durante un momento de aflicción por la enfermedad del padre.

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Podemos admirar muchas otras en el video realizado por Quartz.

¿Qué vemos? Tiene razón Maurice al definirlas casi planetas, un universo hecho de tramas únicas y, sin embargo, no completamente caóticas, parecen dibujos o comunicaciones en un alfabeto extraño. Al fotografiar las lágrimas, Mikkers no ha alterado sus imágenes, solo las ha cristalizado y asociado a un fondo negro. Son una zona inexplorada, precisamente como galaxias cercanas a nosotros que nadie se ha apresurado a ver todavía. Cada lágrima es un mundo, que expresa de manera irrepetible a la persona y el momento vivido:

Las variables son de hecho muchas: cada uno de nosotros produce lágrimas prácticamente únicas, que a su vez son diversas según los momentos y lo que las causó. Mikkers, pide a quien quiere hacerse fotografiar las lágrimas que se concentre en una emoción intensa, agradable o desagradable, y si precisamente no se logra tener una lágrima recurre a alguna solución más mecánica: que el sujeto corte cebolla, o le pide que se arranque un pelo de la nariz. […] Las lágrimas que se producen cuando se llora por una emoción tienen una composición química distinta a las lágrimas de otros tipos, producidas por ejemplo por causas externas al ojo como los vapores de la cebolla. Las lágrimas emocionales contienen altas dosis de las hormonas prolactina, adrenocorticotrópicas, leu-encefalina, manganeso y potasio. Todavía hoy no se ha encontrado una respuesta definitiva sobre la composición, función y origen de este tipo de lágrimas. Para algunos investigadores se trata simplemente de una respuesta al dolor que se siente, incluso no directamente en forma física, mientras que para otros las lágrimas emocionales sirven para comunicar de manera no verbal una fase de molestia y la necesidad de hacerse entender (Il Post).

Es de preguntarse si esta ventana abierta del señor Mikkers pueda traducirse también en una búsqueda más profunda de la comunicación que pasa por las lágrimas. Pienso en personas que por enfermedad o discapacidad congénita no tienen a disposición otros canales de expresión. Pienso en ciertos pacientes juzgados casi vegetales, y equivocadamente pensados como no vivientes. Quién sabe qué podrían contarnos de ellos las lágrimas que cubren su rostro. ¿Podría la observación de las lágrimas ser una frontera a explorar para dar una hipótesis de voz incluso a aquellos que no tienen palabra?

Es, en cualquier caso, conmovedor cuando la ciencia logra restituir una imagen de lo que la ética, la filosofía y otras disciplinas menos experimentales han demostrado por vía teórica o espiritual (que no es, de hecho, abstracto o inconsistente). La unicidad de la persona, quiero decir. Nadie siente el dolor de la misma manera que el otro; ninguna alegría es igual a una alegría precedente; el llanto de una madre que da a luz es distinto con cada hijo. Hoy podemos decir que tenemos una prueba visual, que hunde y enmarca este misterio vertiginoso.

Un valle de lágrimas

Ciertamente, la profundidad de una emoción no se puede resumir en una imagen. Sin embargo, es sorprendente que el hombre se esté dando cuenta gradualmente de que cada detalle, aunque parezca insignificante, que la persona es la pieza de un diseño que no es en absoluto caótico. La lágrima es casi más importante como concepto que como presencia: en una novela, las lágrimas funcionan mucho, pero cuando lloramos no son más que gotas de agua que se escapan y desaparecen rápidamente.

 

Habrá quien mire estas sugestivas fotos como un puro espíritu artístico de la naturaleza, incluso Maurice Mikkers las coloca en la categoría de arte. ¿Me concederá que me desvíe de su mirada? Como cristiana, me siento obligada a dar un paso fuera de este puro sendero estético. Las simetrías o los colores o las tramas de la naturaleza son una voz clara del creador, que no impone nunca su grito sino que siempre susurra el orden y el cuidado que ha impreso en el cosmos, en el micro y en el macro. ¿Quien puede cuidarse lo suficiente para no tener una lágrima accidental? Un Padre. Ni siquiera nosotros, que lloramos en momentos cruciales de nuestra vida, las tenemos en consideración. Se deslizan, son pequeñas y desaparecen. Quizá se podría añadir a los atributos paternos de Dios el hecho que no solo ha contado nuestros cabellos, sino que también ha diseñado nuestras lágrimas.

Esta aparente futilidad (¿es útil contar los cabellos? ¿Por qué escribir un alfabeto único dentro de nuestras lágrimas?) es el projecto constructivo de Dios, sobreabundante y que no descuida nada. Hay campañas publicitaria millonarias basadas en la idea de vendernos un producto cualquiera a través del eslogan “¡Tú eres único!” Dios es una presencia que no se hace publicidad, pero se hace el encontradizo en los lugares más íntimos y pequeños de nosotros a quien lo busca con corazón sincero. Ha esperado y quiere realmente la presencia de cada uno de nosotros en su semblanza irrepetible, no ha olvidado acariciar también las partes más infinitesimales de nosotros. ¿Existe otro creador imaginado por la fantasía humana que se ha apresurado a repartir caricias de su abrazo diseñando la trama escondida e invisible de una lágrima?

Desde ahora en adelante no podré ya considerar exclusivamente triste y pesimista la expresión en base a la cual nuestra permanencia terrenal es “un valle de lágrimas”. Si es así, y es así, no es un mar de agua indistinto, sino una fiesta de tapices y mosaicos. Dios hace mucho más que escuchar nuestro llanto, lo ama desde dentro y logra ver de manera sensata ese todo de nosotros que desciende en una lágrima.

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