“Por sangre, soy albanesa; por mi nacionalidad, soy india. Por mi fe, soy una religiosa católica”, decía Madre TeresaCuando el papa Francisco canonizó a Madre Teresa, albaneses y macedonios celebraron a la nueva santa, disputada por los dos países, en una discusión tan compleja como la historia de los Balcanes. Detrás de esa batalla, subyacen las rivalidades étnicas y de identidad nacional entre albaneses y eslavos en la región donde nació la religiosa de los pobres.
País de mayoría musulmana, Albania bautizó su aeropuerto, uno de los principales hospitales y una plaza en Tirana con el nombre de la religiosa. Una escultura de la religiosa domina – del lado albanés – el lago Ohrid, que separa ambos países.
En Macedonia, país de mayoría ortodoxa, donde hay una fuerte minoría de albaneses, una carretera y un hospital llevan su nombre. La casa donde la misionera nació ya fue transformada en museo. La institución recibe la visita de alrededor de 500 personas al día.
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Madre Teresa nació el 26 de agosto de 1910, en Uskub (actual Skopje), una ciudad multicultural del Imperio Otomano. Skopje es, hoy, la capital de Macedonia, pero pertenecía a Albania. Su madre era albanesa, de una familia de Kosovo.
El origen de su papá hasta hoy no está del todo claro. Él falleció cuando la religiosa aún era niña. Los albaneses alegan que él sería uno de los suyos, mientras que en Macedonia hay quienes sustentan la tesis de que pertenecía a los “valacos”, un pueblo eslavo ortodoxo de los Balcanes.
“Madre Teresa nació en Skopje, pero nunca fue nombrada como macedonia”, dijo el historiador albanés Moikom Zeqo.
Ella “siempre habló de sus orígenes albaneses y su misión universal”, completó el especialista.
Los macedonios prefieren hacer referencia al lugar donde ella nació, Skopje.
“Sabemos que es una de las nuestras”, defendió la directora de la Comisión Nacional de Comunidades Religiosas de Macedonia, Valentina Bozinovska.
Madre Teresa dejó su tierra natal al final de la década de 1920 para seguir el noviciado en Irlanda. Después, partió para la India, en 1929. Desde entonces, la Segunda Guerra Mundial, la desintegración de Yugoslavia y los conflictos de la década de 1990 convulsionaron la región de los Balcanes.
Su madre y su hermana dejaron Skopje para vivir en Tirana en la década de 1930, pero a la religiosa le fue prohibido entrar en el país durante la dictadura comunista de Enver Hoxha. Pudo volver solo en 1989, años después de la muerte del dictador y un año antes de la caída del comunismo, para visitar la tumba de sus seres queridos.
“La persona célebre pertenece a toda la humanidad, pero también tiene raíces, una nación a la cual está vinculada por lazos de sangre”, dice a AFP el escritor albanés Ismail Kadare.
Una ciudadana india
Para Maja Vaneska, una macedonia de 28 años, “ella nació aquí, fue criada aquí, vivió aquí, jugó con sus amigos en el lugar donde estamos. Es un hecho que es de Skopje”.
En este país, estaban previstas varias actividades para celebrar su beatificación, entre ellas una misa el 11 de septiembre, con un enviado del Papa. Además, el Banco Central acuñó una moneda en su honor.
Antes de su muerte en 1997, la religiosa visitó el país cuatro veces.
Para Valentina Bozinovska, la religiosa es un símbolo de la “unificación cultural”, en un país en que por lo menos el 25% de la población es albanesa.
En las palabras de la propia Madre: “Por sangue, soy albanesa; por mi nacionalidad, soy india. Por mi fe, soy una religiosa católica. En relación a lo que fue mi llamado, yo pertenezco a este mundo. Y, en lo que respecta a mi corazón, pertenezco completamente al corazón de Jesús”, escribió.
Cuando Albania reivindicó sus restos mortales, Nueva Deli respondió solo que la religiosa “descansaba en su país, su tierra”.
La polémica desagrada a la directora del Memorial de Skopje, Renata Putera Zdravkovska, que subraya el legado de la religiosa.
“Pienso que ella estaría muy incómoda con este tipo de debates”, lamentó.