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Game of Thrones: Familia y redención

GAME OF THRONES
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Antonio Rentero - publicado el 13/05/19
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El viaje de ida y vuelta de Theon GreyjoyDesde los títulos de crédito y sus icónicos escudos de armas la serie basada en la aún inconclusa obra de George R. R. Martin nos anuncia que una serie de animales (lobos, ciervos, dragones, leones, truchas, calamares…) identifican a una serie de clanes enfrentados endógena y exógenamente. Unos más que otros, también es cierto, y el espectador no tarda en tomar partido por alguno de tales grupos familiares así como por alguno de sus representantes. Todo está dispuesto en la multitrama ideada por Martin en sus novelas para que cada cual simpatice con aquel personaje que a muchos otros repugna.

Y como en la vida real, hay familias más virtuosas, otras más apartadas del recto sendero y otras mediopensionistas. Y como en la vida real en todos los rebaños hay alguna oveja negra y en todas las manadas de lobos hay alguno que se amansa aunque no sea el santo de Asís quien les predique.

Lo cierto es que en ese mundo lleno de grises que está trufado de evocadoras geografías (Invernalia, Rocadragón, Desembarco del Rey, Lanza del Sol, Bastión de Tormentas, Nido de Águilas, Altojardín, Fuerteterror, Bosquespeso, el mismo nombre de Poniente…) es raro quien consigue escaparse indemne de los abismos del mal en sus distintas vertientes de pensamiento, palabra, obra, omisión y hechicerías varias.

Durante ocho temporadas hemos asistido a los más brutales comportamientos, en muchas ocasiones tan gratuitos como innecesarios, tan crueles y abyectos como configuradores de morales réprobas. Y nos detendremos, como ejemplo del arco evolutivo de muchos personajes, en Theon Greyjoy, de los Greyjoy de toda la vida.

Sus primeros actos con relevancia para otros protagonistas suponen un claro daño a miembros de la familia Stark, tenida por la protagonista de toda la saga de “Canción de Fuego y Hielo”. Criado con ellos como un hijo más, pero sabedor de que en el mejor de los casos se le consideraría una especie de primo lejano, el rechazo que provoca en su propia casta le induce a tratar de equilibrar su disminuido orgullo traicionando a aquellos que le han acogido, aprovechando un momento de debilidad familiar (y política) para usurpar su trono, capturando a los dos hermanos menores, que escaparán aunque Theon encarga asesinar a los hijos de un granjero para que todo el mundo crea que son los pequeños Stark quienes han muerto.

Termina apresado (traicionado él mismo) sufriendo un proceso de degradación y mutilación tanto física como mental y anímica, quedando reducido a un mero despojo humano, instrumento en manos de su captor que le utiliza, además de para satisfacer sus sádicos instintos, para continuar sirviendo de señuelo en subsiguientes traiciones, obligándole a asistir a un proceso similar de humillación y tortura que sufre uno de los miembros más inocentes (al principio, a raíz de estos acontecimientos evolucionará y madurará) de la familia Stark, Sansa.

Como un afluente más en la cuenca fluvial de la serie, la peripecia vital de Theon Greyjoy le permitirá huir de su tortura, rescatar a Sansa y ayudar a ponerla a salvo, regresar a su tierra natal, ser objeto de burlas y desprecios por parte de aquellos que, supuestamente, deberían ser quienes más le quisieran, sobrellevarlas con cierta dignidad, y por el camino iniciar una tímida recuperación ética en forma de ayudas y sacrificios por los demás, sobre todo en favor de aquellos a quienes más perjudicó con su comportamiento.

Su voluntad de, en cierta forma, reparar su conducta traicionera, conduce al sufrido Theon a ofrecer su lealtad, ahora sí, sincera y comprometida, a fines más altos y altruistas de aquellos a los que en su vida anterior sirvió. Sabedor del sufrimiento que ha causado a los Stark no duda en erigirse en último bastión defensivo de Bran, el miembro más desvalido de esa familia (y de hecho, con quien de alguna forma empezó todo) en los últimos compases de la última temporada.

Y quizá toda la recompensa que aguardase, para la tranquilidad de su atormentada alma, fueron esas postreras palabras “eres un buen hombre” que reconcilia individuos, familias… seres humanos que de alguna forma u otra sólo encuentran la paz en la redención que provoca la reconciliación, aunque por desgracia esta deba suceder tras padecimientos innumerables y por mero afán de supervivencia ante una amenaza sobrehumana casi invencible. Una pena tener que llegar a eso, aunque afortunadamente “Juego de Tronos” es sólo ficción. ¿O no es tan solo eso?

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