¿Las guarderías con una maestra para 20 niños son lo más adecuado para el desarrollo de los pequeños?Un niño, en sus primeros años de vida, para crecer en su desarrollo humano, debe contar con oportunidades previsibles, con condiciones de vida naturales, rodeado de cariño, de atención. Parecen obviedades pero no lo son pues estos entornos cada vez son más escasos.
El niño, la niña necesitan a personas a su alrededor que le proporcionen un ritmo de vida asumible, unas dosis de estimulación proporcionadas, experiencias humanas razonables, serenas. En una palabra: un niño para crecer humanamente necesita una vida natural y no una vida artificiosa.
Si tras el nacimiento del bebé su madre debe seguir trabajando el ideal será que con pocos meses y pocos años sea atendido por una sola persona que sustituya a la madre.
No se trata de volver la vista atrás con nostalgia. Pero se ha de recuperar un entorno vital sosegado para los niños, lleno de realidad, palabras y juego. Y en la actualidad, en el frenético ritmo de muchas ciudades occidentales, este entorno no está garantizado.
La Escuela Infantil, a veces con una ratio maestra-niño demasiado alto no resuelve los problemas. Un aula con 20 niños de 2 años atendidos por una sola maestra nos es lo más oportuno. Estamos, en ocasiones, ante alguna Escuela Infantil que no cumple las normas.
La relación natural cuidador-cuidado se ha quebrado. Ya no estamos en un hogar, estamos en un entorno artificioso que aunque tenga una buena calefacción, humanamente es frío. Un entorno extraño donde el niño, la niña de 2 años, por ejemplo, durante 8 horas, deja de ser atendido personalizadamente.
Y no es culpa de la maestra, que no da abasto, estamos ante una “guardería” donde solo se producen cuidados para niños mecanizadamente.
Y los niños no son cosas. No hay más que ver cómo se les cambian los pañales: demasiado deprisa, y en silencio, sin sonrisas, no bruscamente pero sí de un modo no muy atento.
Y poco inclinado a las interacciones, a las caricias, a las miradas: sin generar un vínculo, un apego seguro. Eso no sucede en los hogares donde una maestra graduada dispone de su propia casa para atender a cuatro niños. Son las madres de día.
Y si la casa es grande puede contratar a una segunda maestra y atender a 8 niños. En algunas autonomías, como Navarra, está regulado.
Y los niños tendrán diferentes edades: desde bebés de 10 meses hasta infantes entre 2 y 4 años. La ratio no será 20:1, será 4:1. Será una ratio naturalmente humana, real, familiar, atenta. Entonces el niño despliega su crecimiento armoniosamente:
1. El crecimiento del cuerpo (tamaño físico, coordinación motora, salud): se mueve con espacio y toma los juguetes a su aire sin tenerlos que disputar con otros muchos niños; se alimenta con una comida guisada para él y para sus cuatro compañeros del aula-casa sin prisas y con ingredientes reconocibles; y si llora desconsoladamente la maestra le conforta cogiéndole en brazos y el dolor de barriga se disipa.
2. El crecimiento de la mente (pensamiento, lenguaje, conceptos, resolución de problemas): es un niño al que le hablan pausadamente y a los ojos, le explican cosas, le señalan objetos caseros o juguetes nombrándolos; con los meses y los años el niño también producirá palabras que serán oportunamente respuestas por la madre de día y de ese modo elabora progresivamente conceptos; incluso con tres o cuatro años, en sus juegos, empieza a resolver problemas como mantener una torre derecha de dos palmos con diferentes piezas de colores.
3. El crecimiento de la persona (relaciones, comprensión social, emociones): el niño recibirá órdenes y las obedecerá y convivirá con niños de diversas edades a los que deberá tratar bien y respetar; poco a poco sabrá regular sus emociones pues la madre de día le hará ver cariñosamente qué es lo que está bien y lo que no está tan bien.
4. El crecimiento del cerebro (desarrollo de neuronas, sinapsis desde la influencia de la experiencia del entorno): y todo ello redundará en un sosegado despliegue cerebral bien acompasado. La neurociencia está insistiendo en los últimos años en que el niño atendido personalizadamente (serve and return), es decir aquel que crece entre interrelaciones, en el intercambio de palabras, miradas, caricias, etc., establece un despliegue sináptico-neuronal especialmente completo.
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El cerebro de los niños en los primeros años de vida es muy delicado. Aquella Escuela Infantil que no respeta le ley lo acaba haciendo fría y mecanizadamente. No es lo mejor.
Pero la familia puede prolongar estos errores. Las familias atolondradas, caóticas, sin horario ni criterios de atención y cuidado hacia sus hijos, donde además hay gritos, tensión, improvisación, pueden acabar generando situaciones de estrés tóxico en el niño.
Un estrés tóxico que procede de las excesivas secreciones de adrenalina, cortisol. Y estas secreciones dañan su desarrollo, su salud, la sinaptogénesis.
Y este estrés se agrava cuando es ignorado, desatendido, cuando el niño se queda solo y arrinconado, cuando ni se le habla ni se le responde.
Estamos ante un estrés tóxico que puede acabar convirtiéndose en una deficiente construcción neuronal cuyas consecuencias cognitivas, comportamentales y en salud pueden incidir en los próximos años de vida: adolescencia, juventud, vida adulta.
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Y una Escuela Infantil que hace mal las cosas y que se plantea solo como un negocio artificioso el cuidado de los niños, pocas maestras, muchos niños, cae en ese error: niños olvidados en un rincón del aula durante espacios de tiempo muy prolongados.
Hay que movilizarse para que progresivamente toda Escuela Infantil sea capaz de garantizar ratios maestra: alumnos auténticamente humanos.
Hay que familiarizar la atención fuera del hogar de los niños entre 0 y 4 años. Y las madres de día es una solución muy interesante porque garantiza una atención natural a unos niños que están creciendo y pasando por unos años determinantes para su futuro.
Proporcionamos un recurso subtitulado en español de la Universidad de Harvard que profundiza en estos asuntos del desarrollo cerebral de los niños más pequeños.
https://developingchild.harvard.edu/translation/el-estres-toxico-perjudica-el-desarrollo-saludable/