Este emprendedor autodidacta logró no sólo fabricar una impresora 3D, sino poner en marcha la producción de estos dispositivos, que vende en la Argentina y en el exteriorEmmanuel Inca es oriundo de La Quiaca, Jujuy, al norte argentino. No pudo concluir la universidad por temas económicos. Hasta hace muy poco, a su casa no llegaba internet. Sus inventos, los hizo pidiendo que le envíen por correo postal revistas. A la vieja usanza. Con todo en contra, usando electrodomésticos viejos como una videocasetera, este emprendedor autodidacta logró no sólo fabricar una impresora 3D, sino poner en marcha la producción de estos dispositivos, que vende no sólo en la Argentina sino también al exterior.
Emmanuel fue uno de los emprendedores “Joven empresario argentino” reconocido por la Cámara Argentina de la Mediana Empresa estos días, en un acto que tuvo lugar en la Cámara de Diputados de la Nación, y en el que se congregaron representantes de todas las provincias del país.
Emmanuel tenía solo 22 años cuando fundó MyPrint, luego Axium, en el 2016. Hoy, cuenta con dos locales, una fábrica y da trabajo a más de diez personas. Formalmente, la suya es la única fábrica de impresoras 3D del país. Sus impresoras, en las que ha impreso productos que ha logrado vender en varios mercados, trabajan con plástico a base de caña de azúcar, material biodegradable.
Su primer producto estrella fue el spinner, juego que no se producía en la zona, que como otros juegos similares produjo con el objeto de proveer un producto de bajo costo a ciudadanos que lo requieran por su alto estrés o niños autistas. Todo con una alta conciencia de responsabilidad y de higiene, teniendo en cuenta que los productos serían utilizados por niños, y compromiso medioambiental. Axium produce además filamentos, partes eléctricas y calzado deportivo.
Fruto de su experiencia, además, Emmanuel busca brindar apoyo y capacitación a jóvenes emprendedores como él.
Pero la historia de Emmanuel tiene un origen muy especial. Su primer prototipo fue motorizado para ayudar a su hijito, quien tenía una discapacidad por la que para caminar necesitaría una prótesis. El anhelo de fabricar una para él motivó el ingenio de Emmanuel y aceleró el desarrollo de su primera impresora. Sin embargo, su hijo falleció y no pudo recibir la prótesis que su papá buscaba fabricarle. No obstante, Emmanuel no detuvo su anhelo y sigue trabajando para poder fabricar con sus impresoras un esqueleto que se mueva por impulsos cerebrales.
El talento de Emmanuel hizo que en muchas ocasiones reciba ofertas de trabajo para dejar la Puna. No obstante, él se ha quedado, y apuesta al desarrollo de su zona, donde anhela se pueda crear una zona franca que fomente la competitividad de emprendimientos como el suyo.
Como todos los emprendedores, Emmanuel ha tenido golpes. Y de los más duros. Pero sigue adelante y avanza, apostando no sólo a sus ideas, sino a su pueblo.