Un acompañamiento insistente que dio el mejor de los frutos Mi nombre es Adriana Ayala Venegas, aunque mis amigos y familia me dicen Nany. Crecí en una familia amorosa, católica aunque con poco conocimiento de nuestra fe.
Mis años de adolescencia los viví en una sociedad llena de estereotipos que me llevaron a llenar mi mente de ideas erradas. Me creé una imagen de mí misma sin amor ni criterio propio y llené los vacíos de mi corazón con lo que el mundo me ofrecía. Eso me llevó a cometer errores y a ofender a un Dios en el que creía pero al que no conocía.
Años más tarde, y después de iniciar un proceso personal de la mano de Dios, asistí a un retiro de sanación interior en el Foyer de Charité a las afueras de Bogotá.
Allí tuve el mejor regalo de un Padre Amoroso: al reconocer mis fallas con un corazón humillado, arrepentido y sincero, vi su Misericordia.
Al salir del retiro continué un camino con dudas y tropiezos luchando por la coherencia en un mundo donde hay mucho ruido que me hacía tambalear hasta que por fin entendí que Dios hacía tiempo me había perdonado, y que él olvida y nos hace seres humanos ¡NUEVOS!
Lo que pasaba era que yo por muchos años cargué una cruz con más peso, porque era YO quien no me había perdonado. En el año 2014 hice el retiro de Emaús, que me ayudó a recordar y reafirmar mi relación de amor incondicional con Dios.
Hoy en día busco cada día conocerlo y amarlo más, participo de manera activa en mi parroquia, hago retiros espirituales, me formo en la fe y asisto periódicamente a reuniones con mi director espiritual Pedro Mercado Cepeda.
Además cuento con la bendición en mi vida de sacerdotes y amigos en la fe que me ayudan a ir por un buen camino. En uno de estos “controles” (como les digo yo), monseñor Pedro me animó a utilizar los dones que Dios me ha dado y además de trabajar en lo que estudié comencé a hacer acompañamientos en procesos de crecimiento personal y sanación.
Acá les comparto un hermoso testimonio de la primera persona que Dios puso en camino para esta hermosa labor:
“Mi nombre es Karol Gutiérrez. Hace unos años vivía una vida normal. Creía tener todo lo que necesitaba pero sin la presencia y amor por Dios. Un día para irme a trabajar, me sentí enferma y cuando fui al médico recibí la noticia, ¡estaba embarazada!
Yo estaba confundida, no entendía nada ¿Cómo así, si yo “me había cuidado”? Tenía 6 semanas de embarazo y sólo pensaba que no podía tenerlo, que no tenía dinero suficiente para poder tener dos hijos.
Porque ya que tenía una hija, había sido madre soltera, y recordaba todo lo que había sufrido para sacarla adelante. No podía pensar en tener otro bebé sin un hogar estable, ya que estaba casada pero estábamos en proceso de separación llenos de problemas.
Al salir de la clínica, llorando, llamé a una amiga y su mejor consejo fue indicarme un sitio donde me podían apoyar para terminar ese “problema”. Y yo decidí sacar mi cita en Oriéntame.
Recuerdo tanto ese día… Eran a las 3:00 de la tarde y me costaba $500.000 mil pesos. Y creía que era lo mejor, sin saber que Dios tenía otro plan en mi vida.
Camino a este sitio iba orando a Dios pidiéndole perdón, diciéndole que no podía continuar con mi embarazo. Y cuando ya iba a ingresar al lugar, alguien me dijo: “Dios te ama”, y que si quería, antes de esa cita podía hablar con otra persona.
Accedí y me presentaron a Adriana Ayala (Nany), un ángel enviado por Dios y establecí una conversación con ella donde me contó de su vida. Y recuerdo que me decía: “lo único que te puedo asegurar es que no estás sola, con Dios todo es posible”.
Aún tengo estas palabras grabadas cada día de mi vida… Ella me insistió que sí se podía. Esta mujer me hablaba con un amor y alegría… Sus ojos brillaban, su mirada era tan radiante que me daba paz y tranquilidad, no podía decirle que no.
Pero al llegar a mi casa, seguía la duda, la angustia, el desespero. Yo no se cómo Adriana sabía cada vez que me sentía así y me llamaba.
Estaba, ahí siempre acompañándome en este proceso, aun así sentía que no podía y sacaba citas de nuevo pero ella siempre aparecía y me llenaba de ese amor de Dios.
Me escribía todos los días. Era constante e intensa (jajaja). Entonces cuando programaba mis citas para hacerme el aborto pensaba… sólo imaginarme yo llegar a este sitio de nuevo y verla ahí, no podía, me daba pena, así que desistía.
Del lugar al que iba a ir me llamaron y me dijeron que llevaba 3 citas canceladas y que tenía sólo hasta las 12 semanas de embarazo para realizar el procedimiento, así que decidí sacar mi última cita.
Yo estaba decidida y entonces apareció Adriana nuevamente y llegó con una sorpresa que jamás pensé que cambiaría mi vida… era que realizara un retiro espiritual (Emaús).
Hoy les puedo decir que no hay palabras para describir la manera como Dios obrí en este lugar en esos tres días. Dios tocó mi corazón. Conocí personas maravillosas…
Y al salir ese domingo decidí decir Sí A LA VIDA, sí a la llegada de mi Emanuel, que nació el 31 de octubre de 2017 llenando mi vida de amor y alegría.
Cuando el doctor me lo entregó en mis brazos, aún unidos por el cordón umbilical y me dijo: “mamita abrácelo, Dios te ama”, yo lo veía y lloraba.
El doctor conocía mi historia ya que Nany siempre tan pendiente en todo el proceso ya había buscado cómo recomendarme con los médicos de la clínica en la que nació.
Caían mis lágrimas en la carita de mi hijo que era tan perfecto… nariz, orejas, manos, esos piecitos tan pequeñitos,… Era un hermoso ángel.
Y yo sólo pensaba: ¡Dios mío, iba matar a mi hijo! Él no era ninguna célula, como me decían en Oriéntame; era un ser humano, no podía imaginar cómo en este sitio me le iban arrancar cada una de sus partes, donde me decían que él no iba a sentir ningún dolor.
Te puede interesar:
Enfermera abortista se arrepiente al escuchar una voz
Desde entonces, Dios me ha bendecido grandemente, gracias a las oraciones de los voluntarios de 40 días por la vida. Emanuel ha sido muy bendecido, tiene lo necesario, y lo mejor es que tiene una mamita que lo ama con todo el corazón y que está dispuesta a luchar por él y por su hermanita.
Les puedo decir hoy con toda certeza lo que Adriana me dijo cuando estaba tan perdida en mi oscuridad y es que no estamos solos, que hay un Dios hermoso y Mamita María que intercede por nosotros.
Hoy luchamos con mi esposo por la restauración y unión familiar y aunque haya dificultades confiamos en que siempre con Dios será lo mejor. Nany sigue en este proceso a nuestro lado y pronto será la madrina de bautismo de Emanuel!”.
Hoy más que nunca sé que la compañía y amor de Dios se nota en nuestra vida cuando somos testimonio de luz con alegría, cuando descubrimos que permitiendo que Papá Dios sane nuestras heridas podremos avanzar sin dolor y ser realmente felices.
Hoy veo el mundo con otros ojos y nada material se compara con el gozo en mi corazón por estar llena de amor de Dios ¡y sé que de la mano de Dios siempre todo estará mejor! Con mi mejor sonrisa no me canso de decir, ¡Señor, En Ti confío!