El pasado pasó, pero sigue sucediendo dentro de nosotros de alguna manera
Los hechos que han sucedido, sucedieron. Sabemos que no podrán ya cambiarse objetivamente – en la realidad de los hechos -, no obstante, creemos que estos pueden ser transformados subjetivamente – dentro de nosotros – a partir de la manera en que los vemos, y a partir del sentido (significado) que vamos proponiéndolos durante nuestra existencia.El pasado pasó, pero, de alguna forma, sigue sucediendo dentro de nosotros. Por eso, necesitamos siempre “redefinir” los acontecimientos, no maquillándolos de forma alienada, sino sometiéndolos al mirar amoroso de Dios, que de todo es capaz de extraer un bien y un sentido mayor.
Lugar de revelación
El problema no es mirar atrás, pues es hasta necesario hacerlo en muchos momentos de la vida, el problema es con qué “mirada” contemplamos el pasado. Quien mira atrás con dolor/tristeza y pena de sí, aprisiona los hechos de su pasado en una lógica de derrota, no dando a Dios la oportunidad para extraer del mal un bien superior (cf. Rm 8,28) y para presentarlos en una nueva lógica, de victoria y de vida.
Si miramos a partir de Dios nuestra historia y pasado, lograremos, poco a poco, inutilizar nuestros fantasmas y encender nuevas luces a la comprensión de lo que somos.
Nuestro pasado – así como toda nuestra historia – es un lugar de Revelación para nosotros, no temamos enfrentarlo, pues solamente a partir de un encuentro maduro con él lograremos, de hecho, comprender aquello que somos, y podremos dar las necesarias respuestas que la vida nos exige.
Sometamos a Dios nuestra historia y pidámosle prestada la mirada para contemplarla. Así, de hecho, estaremos más enteros y experimentados para enfrentar la vida.
Por Canção Nova