5 principios católicos con respecto a la migraciónLos recientes “acuerdos” migratorios a los que obligó Donald Trump al gobierno de México a cambio de no imponerle aranceles, han puesto en entredicho el sistema migratorio de la región. México se habría convertido de un país en tránsito a un país receptor-expulsor de migrantes.
Los obispos de Estados Unidos y de México han abordado, constantemente, este asunto espinoso, difícil y de amplias repercusiones sobre América Central, el Caribe y, por supuesto, América del Norte.
Los principios fundamentales
En una carta pastoral de 2003 sobre la migración, “No ya extraños, sino juntos en el camino de la esperanza”, los purpurados de México y Estados Unidos declararon cinco principios católicos con respecto a la migración:
1. Las personas tienen derecho a encontrar oportunidades en su tierra natal
2. Las personas tienen derecho a migrar para mantenerse a sí mismas y a sus familias
3. Las naciones soberanas tienen el derecho de controlar sus fronteras
4. Los refugiados y solicitantes de asilo deben recibir protección
5. La dignidad humana y los derechos humanos de los inmigrantes indocumentados deben ser respetados
Sin embargo, los acontecimientos recientemente llevados a cabo por el presidente Trump, amenazando con imponer aranceles del 5 al 25 por ciento a los productos mexicanos importados por sus “principal socio comercial” si México no se hacía cargo de los migrantes centroamericanos, ponen de relieve la necesidad de transformar el sistema migratorio de la región, sobre todo el de Estados Unidos.
Un camino a la ciudadanía
Dentro de ese panorama los obispos católicos de Estados Unidos han apoyado durante mucho tiempo un plan de reforma migratoria integral que proporcionaría un camino hacia el estatus legal y la posible obtención de ciudadanía para millones de personas que viven en los Estados Unidos y que cruzaron ilegalmente la frontera hace varios años y décadas.
Cuando se le preguntó cómo sería un sistema de inmigración justo desde el punto de vista de la enseñanza social católica, Ashley Feasley, de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos y otros expertos católicos en inmigración, señalaron a OSV Newsweekly que dicho sistema debería incluir un camino hacia el estatus legal.
“Tenemos que dirigirnos a esa población que está aquí. Se remonta al principio de integración de la enseñanza social católica “, dijo Feasley.
“Esas enseñanzas simplemente no se aplican a personas con estatus legal. Se aplican a todos”, dijo al semanario católico Don Kerwin del Centro de Estudios de Migración. “Hay una distinción real entre las políticas de inmigración de un país y las personas que realmente viven aquí en las comunidades”.
Un sistema de inmigración justo no solo facilitaría un flujo legal justo de migración a través de la frontera, sino que también buscaría abordar las causas fundamentales de por qué las personas huyen de sus países de origen, como la pobreza y la violencia.
“También habrá un esfuerzo para ayudarlos a permanecer en sus países, para estabilizar las economías de esos países”, señaló al mismo semanario el obispo Edgar da Cunha de Fall River, Massachusetts.
“El sistema también sería tal que las familias no se dividan porque, en muchas situaciones, los niños son arrebatados de sus padres, quienes corren el riesgo de perder a sus hijos permanentemente y no saben dónde están”, dijo el obispo da Cunha. “Eso es tan deshumanizante”.
Un sistema justo también permitiría que las visas reúnan a las familias, lo cual, según los defensores católicos, debería ser un principio fundamental de las leyes de inmigración de cualquier país.
“No queremos que las familias estén separadas”, dijo Feasley. “Atacar a la llamada migración en cadena es realmente un ataque al sistema de inmigración basado en la familia”.
Un sistema justo también permite a los refugiados buscar asilo, lo cual es un derecho legal garantizado en el derecho internacional. Sus solicitudes de asilo se adjudicarán de manera oportuna, tiempo durante el cual los refugiados y sus familias se mantendrán a salvo y sus necesidades básicas serán atendidas, señala Brian Fraga de OSV Newaweekly.
La visión desde México
La Iglesia católica en México, mediante un reciente comunicado, aclaró que “está convencida de que es necesaria una justa política migratoria que, por un lado, garantice un libre tránsito de personas ordenado, regulado y responsable; y por otro lado vele por los intereses legítimos de los miembros de nuestra nación”.
Tras los acuerdos entre Trump y López Obrador, los obispos mexicanos pedimos a los gobiernos de México y de Estados Unidos “hacer un compromiso permanente para privilegiar siempre el diálogo y la negociación transparente en nuestras relaciones bilaterales”.
Los prelados pidieron no caer en la fácil tentación del chantaje o la amenaza, aduciendo lo evidente: el uso, por parte de Trump, de los migrantes como “moneda de cambio” para no imponer aranceles a México.
En el comunicado firmado por el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, el arzobispo de Monterrey Rogelio Cabrera López, se subraya que el bien de cada país se construye velando por el bien de toda la región. “No hay futuro más que caminando juntos como hermanos que somos, solidarios y corresponsables”.
Los obispos mexicanos y estadounidenses han reiterado en diversas ocasiones su “deseo colaborar con todas las iniciativas que permitan encontrar un camino de mayor seguridad y protección de los derechos humanos de quienes emigran, y que es nuestro deber alzar la voz cuando los derechos humanos son violentados”.
“Así siempre ha sido y será”, remarcaron los obispos de México en un comunicado surgido ante la emergencia humanitaria que vive la región y de la cual organizaciones y personas de la Iglesia católica se ha hecho cargo de mil maneras “defendido a riesgo de su vida, los derechos fundamentales de los migrantes en México, Estados Unidos y Centro América”.