Lo dio todo por la pequeña Zoe, hasta su futuro deportivo… y su sacrificio ha sido recompensadoPablo Jerez estuvo en el olimpo del fútbol. Fue campeón de la Copa Libertadores y de la Copa Intercontinental con uno de los mejores planteles de la historia del fútbol mundial, el Boca Juniors de Carlos Bianchi. Surgido de las canteras xeneises, podría haber emigrado a Europa y haber hecho una carrera de esas que tras el retiro garantizan la tranquila supervivencia de los deportistas.
Pero cuando se perfilaba la oportunidad de hacerlo, el nacimiento de su hija cambió los planes. Estando en la neonatología, su pequeña hija Zoe enfermó de meningitis y adquirió un cuadro de apariencia irreversible que la hizo, entre otras necesidades, precisar de un permanente drenaje para su hidrocefalia. Pasaron más de 15 años desde ese momento. Con el esfuerzo de sus padres, Zoe esquivó el cuadro de estado vegetativo irreversible que algunos le auguraban y pese a algunos problemas que le hacen requerir de una educación y de cuidados especiales, lleva adelante una vida normal.
Como él mismo reconoció, mentalmente sus prioridades comenzaron a jugarle una mala pasada en cuanto al rendimiento deportivo. Aquel primer año de vida, que podría haber coincidido con los años de su fichaje desde Europa, Zoe estuvo internada. Y él, en muchas ocasiones, acompañaba las noches sin dormir o en una silla. Su trayectoria siguió por varios años más en el fútbol argentino, en equipos de primera división, pero al tiempo cuando no tuvo más lugar en ellos y siguió su carrera en el fútbol del ascenso, tuvo que comenzar a buscar otros trabajos complementarios que le permitan afrontar un tratamiento, como chofer.
Jerez, como relató recientemente en una entrevista, llegó a vender todas sus camisetas, testigos de su mejor momento. Había escuchado el testimonio de un colega que decía que bastaban con los recuerdos y no con las camisetas en un cajón alimentando polillas, y se desprendió de ellas.
Hasta este año militaba en el club Midland, de la Primera C. Si no se retiró antes, es porque necesitaba la cobertura social del gremio de los futbolistas para costear el tratamiento de su hija. Y su club, consciente de esto, le había ofrecido un “contrato eterno”, hasta que encuentre la salida. La única alternativa para dejarlo, era un trabajo con obra social que le permita enfrentarlo, cosa difícil en una persona que relegó su formación para dedicarse al fútbol.
Así pareció abrírsele una puerta semanas atrás, después de que el canal TyCSports compartió su difícil historia. Pero el empresario de la construcción que le ofreció un trabajo lo había proyectado en negro, es decir, sin cobertura social.
Enterados de su situación, en Boca, el club en el que conoció la gloria deportiva, el mismo en el que se formó desde los 12 años, decidieron convocarlo. Ese cuyos colores nunca pensó en volver a lucir y cuyas camisetas al vender significaron un alivio para su familia. Y le ofrecieron que pase a integrar el plante de fútbol senior, para que no deje de jugar al fútbol, eso que tanto le gusta, y un trabajo en el equipo femenino del club.
Este fin de semana Jerez volvió a lucir la Azul y Oro contra Los Andes, junto con los veteranos. “Volví a ser feliz”, escribió en redes sociales el futbolista. El fútbol, ese que en tantas noticias parece turbio y corrupto, volvió a mostrar su mejor cara.