Este exigente baile que plasma un idilio campesino es interpretado con pasión durante las fiestas de San Pedro, en el Huila, una sureña región colombianaNo es un baile apasionado, tampoco una danza tipo ballet y mucho menos se le puede comparar con una actividad deportiva, pero lo cierto es que esta plástica representación tiene elementos de todo lo anterior.
Fabio Plazas, un hombre que durante más de medio siglo ha bailado el sanjuanero, asegura que “esta danza es una puesta en escena, con música festiva incluida, en la cual se recrea el enamoramiento de una pareja campesina de una zona del interior de Colombia”. Este parejo —como se les dice a los hombres que acompañan a las mujeres en el baile— asegura que “el ‘sanjuanero huilense’ también tiene elementos del ballet porque requiere de una precisa sincronía de la pareja y de una gran preparación física”
Como música y baile, el sanjuanero es la más importante expresión cultural del Huila, departamento del sur de Colombia famoso por sus fiestas populares de junio y que en el pasado tuvieron una connotación religiosa puesto que en ellas eran homenajeados Juan el Bautista y los apóstoles Pedro y Pablo, de quienes nadie se acuerda durante el fragor de las actuales celebraciones.
El sanjuanero —en realidad una variante del famoso bambuco— se volvió común a mediados de cada año con la llegada del solsticio de verano y la abundancia de dinero en las haciendas cafeteras y ganaderas del interior del país. Su nombre, según músicos famosos como Jorge Villamil Cordovez, se debe a que sus letras abordan temáticas propias de los festejos de San Juan y San Pedro.
En la segunda mitad del siglo XX el baile del sanjuanero tomó fuerza como una estampa campesina que retrataba el cortejo de un tímido varón a una esquiva dama que al final acepta al pretendiente. En ese entonces —años 60— ese bambuco sanjuanero era muy elemental, no tenía la plasticidad de hoy, carecía de exigencias atléticas y las parejas bailaban con naturalidad. Además, quienes bailaban lo hacían por una tradición heredada de sus antepasados, incluso, los trajes eran de telas sencillas y los diseños no eran sofisticados.
En la actualidad, recalcó Fabio Plazas en entrevista con Aleteia, el baile, que se limita a una única canción conocida Sanjuanero huilense, “ha evolucionado al mil por ciento”. Y lo dice porque durante casi 50 años ha visto cómo la idílica escena de antaño adquirió otros ingredientes que la proyectaron como una manifestación moderna y menos folclórica, pero admirada en toda la nación. Según el veterano bailarín, aunque le sobreviven atisbos del viejo baile natural, los nuevos componentes de danza contemporánea, la puesta en escena y el orden secuencial —como si fuera una obra teatral— y la exigente preparación física de parejas que bailan con fines competitivos afectaron su esencia.
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Su popularidad
Pese a su estilización coreográfica y a las modernas modificaciones del vestuario, el sanjuanero es una realidad cultural que se refleja con gran fuerza en las dos últimas semanas de junio en todos los pueblos del Huila. Durante estos días abundan festividades populares en las que el baile es centro de todas las miradas.
Escuelas, universidades, empresas estatales y privadas, organizaciones comunitarias, sindicatos y gentes de todas las condiciones, parecen enloquecer tan pronto suena esta melodía que es bailada en su modalidad instrumental y muy poco en su variante cantada.
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Los reinados del sanjuanero son concursos públicos, exigentes y competitivos evaluados por un jurado que escoge a una ganadora. No obstante, estos reinados de una ciudad intermedia como Neiva —capital del Huila— se diferencian de los tradicionales torneos de belleza en los que son fundamentales los cuerpos voluptuosos, la pasarela impactante y el sex appeal femenino.
En el caso de las reinas del bambuco, lo importante —enfatiza Plazas— es el arte de la pareja para bailar sincronizadamente, con mutua química y sin parar, durante tres frenéticos minutos. Al final de estos eventos la ganadora es coronada como reina y se convierte en un referente cultural, pero todos saben que su victoria es fruto del trabajo en equipo con un experimentado bailarín.
El sanjuanero es probablemente la danza más bella y expresiva de Colombia, un país que tiene una exuberante riqueza musical y dancística. Su importancia es tal que al Reinado Nacional del Bambuco que se celebra en Neiva, acuden candidatas de todos los departamentos. Por eso destacados folclorólogos como Guillermo González Otálora afirman que esa participación demuestra por qué este idilio ancestral, con su “evolución al mil por ciento”, apasiona a los colombianos y deslumbra a muchos extranjeros.
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