Más que cifras, son personas… y cada persona es un drama, una realidad, una historia. El clima es un factor del que “nadie habla”, pero que representa un desafío una vez superado el reto de obtener los papeles para la estadía legal en un país de acogida
“¿Por qué no te has ido?” es una pregunta a la que están acostumbrados quienes aún viven en Venezuela, como si irse del país fuese muy fácil, “pero no lo es”. La frase se desprende de una publicación en Facebook de la Lindsay Pernía, quien la compartió con Aleteia al brindar detalles acerca de lo que “nadie cuenta” sobre el complejo proceso de los migrantes venezolanos.
Irse del país no sólo es difícil en el aspecto monetario en una nación donde el salario mínimo no supera los 6 dólares mensuales y la hiperinflación el 1.000.000%, sino que ahora “se les suman las visas y el calvario de los pasaportes”.
No es sencillo tampoco para quienes logran superar estos procesos y la proeza de reunir el monto para pagar un pasaje aéreo en tales circunstancias o adquieren su boleto en autobús.
“Crees que lo has logrado todo, pero realmente hasta ahora inicia una serie de hechos que, no sabes, conlleva este viaje”, advierte.
“Sí, vas por busca de un mejor futuro; pero pa’ qué te digo que no es sencillo? Ya debes suponerlo: documentos para estar legal en el país, el viacrucis de conseguir arriendo y generar confianza aún cuando no tienes los miles de requisitos que exigen para poder alquilar un techo”.
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“Arrendar no es fácil cuando eres extranjero”
“No, arrendar no es fácil cuando eres extranjero, pero eso lo podemos hablar luego. A lo que realmente quiero llegar es que no sólo la soledad, la falta de documentos y la lejanía está en nuestra contra. Súmale a eso el CLIMA”, afirma.
“Sí, el CLIMA. Sonará gracioso para algunos, pero la verdad es que nuestros cuerpos tropicales no están acostumbrados a temperaturas tan altas con humedad infernal en verano; y a que de un momento a otro inicien lluvias torrenciales con viento”.
“Para cuando crees que empiezas a acostumbrarte, te sienta el invierno; son fríos incalculables con vientos insoportables que te cuartean la nariz y te despiertan de madrugada mientras todo afuera se golpea (por lo menos en Argentina) y esto apenas comienza”.
“Cuando emigras está prohibido enfermarse, porque dependes sólo de ti para seguir adelante. Eso tampoco te lo habían dicho. Vas a tener que luchar con el hecho de que tus suéteres de Venezuela sean muy calientes para verano, e insuficientes para invierno”.
“Y no se ustedes, pero yo acabo de aprender sobre humedad. Sí, humedad, eso que te hace sentir temperaturas muy distintas a las que realmente hay, porque la sensación térmica es otra cosa; apenas entiendo -en piel- algo de esto”.
“En mi vida nunca me había quejado de una humedad de 80% en verano… No sé cómo explicarlo, pero diré que te hace querer andar siempre con la ducha encima. Tampoco me hablaron de unas ráfagas de viento que se vuelan por debajo de tus dos abrigos y el cuello que llevas puesto tratando de burlar el frío”.
“Entras a cada tienda, como si fueras un loco, en busca de algo de calor”.
“Esa es mi percepción del invierno ‘que apenas empieza’ y que viene acompañada de gripes y bronco-espasmos, los cuales debes superar como parte de un ritual de iniciación”.
La verdad es que nadie nos dice que ir a un país con las 4 estaciones “no es sólo lucir bonito con la ropa de invierno en las fotos… es también superar esa época como parte de todo lo que vas superando a diario para continuar tu migración exitosa”.
“Admiro a todos lo que han superado esto sin quejarse y logran adoptarlo. Por ahora, mi cuerpo tropical siente que recibió una golpiza… Y recién estamos en proceso de superarlo”.
En diálogo con Aleteia, Lindsay agregó: no pensé que estaría literalmente tirada en una cama con una gripe terrible, pero tengo la ilusión y la confianza en Dios que, como miles, lo superaré.
Millones de personas, millones de realidades
En la actualidad hay 4 millones de refugiados y migrantes venezolanas en el mundo, la mayoría de los cuales se encuentra en América Latina y el Caribe, aunque Europa también es un destino, con España a la cabeza.
Ante el grave empeoramiento de la crisis social, política y humanitaria de la nación, 695.000 venezolanos huyeron del país a fines de 2015, y desde entonces la cifra ha aumentado a ritmo exponencial hasta superar los 4 millones a mediados de 2019, de acuerdo con datos de las autoridades nacionales de inmigración y diversas fuentes respaldadas por Naciones Unidas.
En los últimos meses, desde noviembre de 2018 hasta junio de 2019, el número de refugiados y migrantes aumentó en un millón, ocasionando un complejo problema de alcance internacional.
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Silencio oficial ante la trata de venezolanas
En este marco, Colombia es el principal país de destino tránsito y destino. Actualmente acoge cerca de 1.5 millones de venezolanos, seguido por Perú, con 768.000; Chile con 288.000; Ecuador con 263.000; Argentina con 130.000 y Brasil con 168.000. México y los países de América Central y el Caribe también albergan un gran número de refugiados y migrantes de Venezuela.
Mientras que en las aguas que separan a Venezuela de las islas vecinas, las Antillas o Trinidad y Tobago, se reporta cada vez con mayor frecuencia un número indeterminado de “naufragios” que en realidad terminan siendo un intento por silenciar la trata de venezolanos ante la mirada silente de los estados responsables de garantizar el irrenunciable derecho a la vida.
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