La comunidad se localiza muy cerca de la (tristemente) célebre Estación Migratoria Siglo XXI de Tapachula, en donde se alberga a miles de migrantes de todos los rincones del mundoEn junio pasado el lamento y la petición de ayuda para su hijo enfermo y hambriento de una migrante haitiana tirada en el suelo de un albergue temporal para migrantes en Tapachula (Chiapas, al sur de México), recorrió las vértebras de América Latina.
En un español entrecortado, asomada por debajo de las rejas del “albergue”, la mujer haitiana gritó desesperada: “¡Por favor, por favor, ayúdame!”, suplica en un español entrecortado. “Mi hijo (Pablo Andrés, de 14 meses de edad) está enfermo. Muchos días de sufrir. Pásame un poquito de comida. Todos los días no hay agua potable. ¡Ayúdame!”.
Haití se cambia del Caribe al continente
Ese grito es el resumen del drama que experimentan miles de haitianos quienes, empujados por la eterna crisis política y humanitaria que vive el país más pobre de América y uno de los más pobres del mundo, tienen que emigrar hacia América Central, luego a México y de ahí a Estados Unidos.
No todos han sufrido la misma suerte que la mujer que pedía ayuda en el “albergue” de Tapachula. En 2016, año en el que entraron 17.000 haitianos a México, camino a Estados Unidos, la mayoría se quedó en ciudades del noroeste, concretamente en Tijuana y Mexicali, y muchos de ellos consiguieron empleo y se quedaron a vivir en México.
Otros han logrado cruzar a Estados Unidos, pero, ahora con las nuevas políticas migratorias de México (en connivencia con Estados Unidos), han tenido que quedarse en los albergues, esperar su repatriación o, de plano, formar pequeñas comunidades e insertarse en la vida de los mexicanos, tal y como los mexicanos lo han hecho, por muchos años en Estados Unidos.
Colonia Nueva Esperanza
En días pasados, el periódico mexicano El Universal publicó un foto reportaje realmente sorprendente. La comunidad Colonia Nueva Esperanza, en Chiapas, un pequeño poblado al sur de México que hace nueve meses contaba con 300 habitantes, hoy pasa de los mil pobladores. Y la mayor parte de ellos provienen de Haití.
La comunidad se localiza muy cerca de la (tristemente) célebre Estación Migratoria Siglo XXI de Tapachula, en donde se alberga a miles de migrantes de todos los rincones del mundo, pero sobre todo haitianos y cubanos a quienes se les exige visa para entrar en México. Para sobrevivir, en Nueva Esperanza, los haitianos, dice El Universal, se auto emplean.
El problema para los haitianos, como para los africanos que viven o deambulan en Tapachula o sus alrededores, como la Colonia Nueva Esperanza, es que ellos no pueden esconderse o camuflarse, como sí lo pueden hacer los centroamericanos. México tiene una bajísima población afrodescendiente.
Sin el menor deseo de regresar
“Los nuevos vecinos deambulan por el lugar, platican en grupos o hacen diversas actividades al borde de la carretera. Entre casuchas y pequeños negocios se mezclan una sesión de pedicura al aire libre, venta de comida y un taller de soldadura”, describe un reciente reportaje de CC News.
Así, en la Colonia Nueva Esperanza, haitianos y africanos se han mezclado con mexicanos en condiciones precarias y comienzan a vivir una vida juntos, incómoda y precaria, pero vida, al fin y al cabo. Siempre con la esperanza de poder emigrar al norte, nunca con la idea de volver a su país.
Te puede interesar:
Brasil tras las pistas de una red que explota a inmigrantes haitianos