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El dinero negro del arte

ART
Salvador Aragonés - publicado el 18/07/19

Pueden ser obras que sirven para blanquear dinero procedente de traficantes de droga, de grupos terroristas o prostitución

Las obras de arte y piezas arqueológicas son utilizadas para el blanqueo de dinero, tanto por los traficantes en drogas y prostitución, como por las organizaciones terroristas. Hasta ahora de poco, por no decir muy poco, han servido las legislaciones contra el blanqueo de dinero, o dinero negro, tanto de la Unión Europea como en distintos estados.

En otras palabras, cruzar fronteras y aduanas de obras adquiridas ilegalmente, por robos o por excavaciones irregulares o ilícitas “es notoriamente opaco y no regulado”, asegura Natasha Degen, profesora del Fashion Institute of Techonolgy de Nueva York, en declaraciones a FranceInfo. La mayor responsabilidad recae entre los profesionales de la materia, acusa la agencia de inteligencia francesa Tracfin, en su último informe. Tracfin depende del ministerio de Hacienda y está dedicado a la lucha contra el fraude y el blanqueo de capitales y financiación del terrorismo.

El mercado del arte se ha convertido en un problema de seguridad nacional e internacional, porque mediante este mercado se financian a grupos terroristas y se blanquea dinero procedente de la corrupción, de la droga, de la prostitución… Es dinero sucio. En la línea de la financiación del terrorismo están el saqueo del patrimonio cultural de Siria e Iraq hecho por el Estado Islámico (EI). Los Estados Unidos descubrieron este tipo de financiación cuando cayó en una redada Abu Sayyaf, que se ocupaba de las finanzas del EI. El Califato obtenía unas ganancias del 20 por 100 sobre la venta de excavaciones, según el diario New Yorker.

En la Unión Europea existe, desde el año pasado 2018, una legislación contra el lavado de dinero por la cual los comerciantes de arte deben verificar la identidad de sus clientes en sus transacciones, cuando estas superen los 10.000 euros. Catherine Chadelat, presidenta del Consejo de Ventas Voluntarias (CVV), el regulador de las casas de subastas, afirma que “no pedimos certezas sobre la ilegalidad de una obra, sino sospechas, y tampoco pedimos que se denuncie a tal o cual”. Sin embargo, los profesionales no denuncian, y quienes lo ocultan son galeristas, anticuarios, comerciantes de chatarra, subasteros, y profesionales de la compra y venta. Además, señala Tracfin en su informe del pasado 5 de julio, cuanto más grande es una subasta menos implicación hay en la denuncia. “Hay más blanqueo de dinero en Christie’s y Sotheby’s que en un subastador pequeño”, asegura el presidente de la Unión Nacional de Casas de Subastas Voluntarias (SYMEV), Geoorge-Philippe Vallois.

La causa está en que no confían en el anonimato que les ofrecen los organismos públicos como Tracfin, pues el anonimato, la competencia y la discreción son pilares fundamentales en el mercado. En realidad, el mercado del arte es pequeño y todos se conocen. Si alguien sabe que ha denunciado algo, se le hace el vacío y se le ha hundido su mercado. Y así sigue el anonimato sobre el propietario vendedor.

Los profesionales dicen que si se rompen estos principios, que siempre han funcionado en el mundo de las transacciones de objetos de arte, se acabaría con el mercado. Es conocido que muchas obras famosas, pero desconocidas por su propietario, se han vendido por pocos dólares cuando en realidad valían millones. Romper estas inercias en el sector será muy difícil porque el sector se protege a sí mismo.

En otros países existen incluso “manuales” no escritos de cómo se oculta a Hacienda una herencia, un patrimonio, unas ganancias antiguas, etc. La lucha contra el fraude y el blanqueo del dinero será siempre eterna. Pero hoy hay algo más que defraudar a Hacienda. Está en peligro la seguridad nacional y los derechos humanos de las personas.

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