El colapso de los refugiados en México amenaza a miles de seres humanos que huyen de CentroaméricaLa promesa del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que México iba a ser el encargado de construir el muro para detener el flujo de migrantes centroamericanos (y mexicanos, que son cada día menos), se está cumpliendo, pero 3.000 kilómetros más al sur, en la frontera entre México y Guatemala.
Miles de migrantes que iban a Estados Unidos, acicateados por las tarjetas humanitarias que ofreció el presidente Andrés Manuel López Obrador al principio de su mandato (entre el 18 y el 28 de enero de 2019 el Instituto Nacional de Migración de México, INM, emitió 13.270 tarjetas) se han quedado varados en México.
Y ahora la tienen más difícil: Trump no quiere verlos para nada en su frontera. México ha obedecido con toda asiduidad, arrestando, deteniendo y deportando a miles de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos que venían huyendo de la pobreza y de las maras, especialmente la MS-13 (la tristemente célebre Mara Salvatrucha) y Barrio-18.
Entre enero y junio de 2019, la Comar (Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado) ha recibido 31.355 solicitudes de protección y asilo por parte de refugiados, principalmente centroamericanos, aunque también los hay caribeños (cubanos y haitianos) e incluso africanos.
Los trámites, en un país tortuoso y burocrático, han tardado mucho. Y hoy mismo, la Comar está sobrepasada: tiene en sus escritorios 50.000 casos que, simplemente, no han sido resueltos.
En años anteriores apenas si llegaban a 2.000 personas en promedio las que pedían asilo o refugio en México. Este año, según cálculos de las instituciones mexicanas encargadas del tema migratorio, las peticiones podrían llegar a 90.000.
Las amenazas de Donald Trump a México (de imponer aranceles a los productos mexicanos, retrasar en acuerdo de libre comercio con México y Canadá o, incluso, cerrar la frontera) han rendido frutos para el mandatario estadounidense y para su campaña de reelección en 2020.
“Sigue llegando gente queriendo iniciar el procedimiento de asilo y la institución está en colapso, con largas filas de espera. A pesar de que se ha contratado a más gente, no parece que la Comar esté a la altura”, dijo al portal Animal Político Andrea Villaseñor, directora del Servicio Jesuita al Refugiado.
Villaseñor también recalcó que el INM “también está colapsado para las visas y sigue llegando mucha gente. Mientras sigan deteniendo tanta gente, si la política es detención y acoso hacia las organizaciones, en lugar de buscar otras alternativas de respuesta, vamos a dejar a un montón de gente sin protección”.
Y el panorama para los migrantes centroamericanos se ensombrece, aún más, por las recientes medidas anunciadas por Estados Unidos, quien no aceptará ningún solicitante de asilo que haya pasado previamente por otro país y no solicitase protección. Y que esa solicitud fuera rechazada.
Esto, según la Comisión Nacional para los Derechos Humanos (CNDH), puede incrementar el colapso al que se enfrenta la Comar, y los miles de niños, mujeres, jóvenes, ancianos que vienen huyendo de Centroamérica y que ya no tienen ni dónde poner sus esperanzas de una vida digna.
Con información de Animal Político