Pese a esto, la evidencia muestra que la preocupación ambiental no es sólo de los grupos ecologistas y que se viene trabajando en caminos conscientes para garantizar la sustentabilidad ambiental, económica y social de la producción agropecuariaGrupos ecológicos sacudieron la opinión pública con inesperadas manifestaciones durante la Exposición Rural, el centenario evento que congrega a los productores agropecuarios de todo el país y supone una de las principales atracciones de vacaciones de invierno para las familias argentinas.
Aunque habían sido responsables de distintos gestos, en vía pública y con blancos más específicos, nunca habían asumido un anhelo de protagonismo tan grande como hasta ahora. Miembros de grupos como Direct Action Everywhere, entre otros, ingresaron a la pista central del predio La Rural durante un desfile de animales con pancartas amarillas denunciando violencia contra los animales e impacto ambiental de la ganadería.
Aunque habían expresado en una nota de prensa que su ánimo sería visibilizar una Emergencia climática y ecológica sin ofender ni provocar, no lo entendieron así los asistentes, que en muchos casos durante meses y años esperan desfiles como el que estaban llevando adelante. Y retiraron empujando con sus caballos y en algunos casos rebenques, en un contexto de claro repudio a la irrupción desde las tribunas, a los manifestantes veganos.
Durante el resto de la exposición la discusión estuvo presente, sobre todo tras el nivel de atención mediática captado con esa expresión que para algunos es una intervención pacífica y para otros una provocación y falta de respeto al trabajo. Principalmente en medios de comunicación y en las puertas de la exposición rural.
Sorpresivamente, otro grupo que reivindica valores análogos irrumpió con fuerza en otro de los momentos centrales, el acto formal de inauguración –que tiene lugar avanzada la exposición- con la presencia del presidente Mauricio Macri.
Mientras iniciaba sus palabras el presidente de la Sociedad Rural Argentina se desplegaron dos banderas con la autoría de Greenpeace que consignaban dos mensajes: Ganaderos, basta de desmontes y destruir bosques es un crimen. Ambos carteles permanecieron unos segundos hasta que algunos asistentes en torno al Presidente advirtieron su contenido y lo retiraron. Según la organización ecologista la expansión de los terrenos para la producción ganadera en el norte viola la Ley de Bosques y ponen en riesgo bosques nativos y especies de animales autóctonas que habitan en ellos.
La discusión, pese a haber ganado visibilidad esta semana, no es nueva. De hecho, la Sociedad Rural Argentina viene trabajando desde hace un tiempo en las Buenas Prácticas Agropecuarias, un trabajo en el que siguiendo los lineamientos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) busca “hacer las cosas bien y dar garantías de que se están haciendo bien”. Estas se basan en la sustentabilidad ambiental, económica y social; la inocuidad de los alimentos desde el origen; y el bienestar animal, puntualmente en la ganadería, como expuso la Sociedad en la reciente presentación de la Guía de Buenas Prácticas Ganaderas.
Los desarrollos de estas guías no implican por ejemplo ignorar la generación de los gases de efecto invernadero, como los señalado por el estudio de la FAO Livestock Long Shadow, sino, identificar en la experiencia internacional y con investigación científica las mejores maneras de garantizar tanto el respeto medioambiental como la fuente de trabajo y alimentación.
La discusión sobre el impacto medioambiental estuvo acompañada de otras relacionadas, como la modalidad de manifestación y protesta de los grupos ecologistas, la reacción ante ella, el reclamo sobre la dignidad animal de parte de manifestantes que no reconocen la de los niños por nacer… En torno a ellas volvieron a surgir las viscerales diferencias que tanto caracterizan la opinión pública contemporánea, y han hecho crecer diferencias que del plano de las ideas parecen haber escalado a un plano mucho más profundo.
No obstante, pese a la nueva grieta, la evidencia muestra que la preocupación ambiental no es sólo de los grupos ecologistas, y que se viene trabajando en caminos conscientes para garantizar la sustentabilidad ambiental, económica y social de la producción agropecuaria.