Y mientras, la familia no ocupa un lugar de relieve e el mundo de la política, la empresa y la cultura
En España se han registrado hasta el año pasado unos 13 millones de animales de compañía, según el veterinario Armando Solís, presidente de la Red Española de Identificación de Animales de Compañía (REIAC). En España, añade, “hay más animales de compañía que niños menores de 15 años”, declaró a El País.
En realidad, en España la natalidad ha caído en picado, un 30 por 100 en los últimos 10 años, mientras el número de mascotas se ha duplicado. El número de niños menores de 15 años se eleva a 6,2 millones y el número de defunciones es superior al de los nacimientos.
Estas estadísticas para animales no son exactas, porque no son pocas las personas y familias, especialmente en el sector agrícola, que no registran a sus perros ni a sus gatos. Los perros están en más del 40 por 100 de los hogares (hay 6,8 millones de perros), mientras que los gatos están solo en un 15 por 100 (hay 2,7 millones de gatos). El número de perros aumenta, mientras disminuye el número de gatos, según la Fundación Affinity.
También hoy otros animales en las casas, como peces, conejos, pájaros, etc. La gente vive cada vez más sola y encuentran compañía en los animales. Los animales, en general, son muy cuidados, reciben muchas atenciones de sus propietarios, aunque sufren también muchos abandonos. El año pasado fueron abandonados más de 150.000 perros.
Este fuerte incremento en España de mascotas se debe a que cada vez hay más personas solas: ancianos/as, soltero/as, viudos/as, divorciados/as, etc. Conviene saber antes de ir a una adopción, que las mascotas cuestan bastante dinero.
El gasto en un perro oscila entre los 800 y los 2.000 euros al año. Los gastos son en cuidados veterinarios, comida, vestimenta, seguridad (seguro contra posibles pérdidas), peluquería, etc. El negocio de las mascotas mueve unos 200 millones de euros anuales en veterinaria, y unos 800 millones en producción y elaboración de alimentos.
Según el II Análisis Científico sobre el Vínculo entre Personas y Animales publicado por la Fundación Affinity concluye que España es una sociedad especialmente ‘petfriendly’ (amante de las mascotas). En cuanto a número de mascotas (especialmente perros y gatos) España está por debajo de México, Argentina, Brasil, Estados Unidos, Polonia, Australia e Italia, según datos de Pet Ownership Internationally. Según esta organización, a nivel mundial, entre los animales domésticos domina el perro (33 por 100), seguido del gato (23 por 100), los peces (12 por 100) y los pájaros (6 por 100), y el 57 por 100 de los hogares dicen tener “alguna mascota”.
Hay quien trata al perro como su fuera un hijo, lo que es un error, dice Affinity, porque el perro siempre se sentirá mejor si se le trata como un perro. Hay perros pequeños que parecen salidos de un festival de belleza, con sus rizos, sus vestidos de colores –brillantes por la noche, para que no se pierdan—sus campanillas y todo un etcétera de complementos. Y ¡ya quisieran muchos centros de asistencia sanitaria tener los servicios que tienen las de los perros!
Hay también cementerios para perros, y las leyes de los países son cada vez más duras para proteger a los animales, no solamente contra los malos tratos, sino también contra los abandonos.
En realidad –declaró la socióloga Miriam Fernández Nevados a “Antena 3 TV” — las mascotas aumentan en las ciudades porque estas no están bien adaptadas para los niños. Las ciudades están llenas de barreras, no solo arquitectónicas, sino de convivencia, que hacen la vida difícil para los niños. Una mascota exige una responsabilidad y un coste menores. Pero una mayor protección de la familia no significa una desprotección de los animales de compañía.
Contrariamente, en España como en otros países de su entorno, las leyes del aborto son cada vez más laxas. ¿Un perro en lugar de un niño? No son pocos los que así lo prefieren, al no sentirse “suficientemente maduro/a para ser padre/madre”, o lo que equivale a decir que entre sus prioridades no está tener un hijo/a. Puede ser por un problema laboral (conciliación trabajo/familia, precariedad entre los jóvenes), o de pareja (¿inestable?), un problema de tiempo, el coste muy alto de la vivienda en las ciudades, tener otras prioridades como viajar, el divorcio, los bajos salarios, etc. Según la fundación Funcas, el número de mujeres entre los 18 y los 44 años que no quieren tener hijos aumentó en España de 1,06 millones a 1,21 millones en los últimos 20 años.
Y, sin embargo, ni las ciudades, ni los animales de compañía, ni los seres humanos tienen futuro alguno si no hay un recambio generacional, sin un número de nacimientos equilibrado que recupere el actual desfase generacional. Los dirigentes públicos, tanto políticos, como económicos (empresarios y directivos) y culturales, no ponen a la familia en el lugar que le corresponde en su escala de prelaciones, y en poco se valora un nuevo nacimiento. La familia no se siente apoyada públicamente, sino más bien descalificada cuando se tienen tres o cuatro hijos. Por eso ha causado enorme sorpresa la elección de la presidenta de la Comisión Europea, la doctora alemana Ursula von der Leyen, que tiene siete hijos, y es capaz de conciliar familia y trabajo político.