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Los Cifuentes: una familia que pasó rápidamente de 2 a 7 integrantes

MATIAS CIFUENTES
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Cecilia Zinicola - publicado el 14/08/19
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La idea era adoptar a dos, pero al final el amor decidió hacerse cargo de todos

Matías Cifuentes es un músico argentino que junto a su esposa Mariana han dado un paso de amor maravilloso. Luego de 15 años de estar casados y pasar por la pérdida de un embarazo, la vida los sorprendió con mucho más de lo que podrían haber imaginado.

Ningún tratamiento de fertilidad les convencía y decidieron comenzar a indagar en la opción de la adopción. Hicieron los talleres correspondientes y se anotaron para adoptar a dos niños de hasta 5 años de edad.

Luego de varios años de espera, les llegó la convocatoria para tres hermanitos. Sin embargo, cuando se presentaron en la defensoría se encontraron con la sorpresa de que en realidad eran cinco hermanos de entre 7 a 14 años y que no querían separarse.

Matías cuenta que la decisión de adoptar a los cinco no fue inmediata, sino un proceso que fueron viviendo juntos. “Al principio me quedé helado cuando nos dijeron que eran cinco. Marian estaba más contemplativa, pero yo estaba negado”.

Aunque Matías no estaba de acuerdo con la idea en un principio, no podía dormir por las noches pensando en la historia de estos chicos muy cariñosos que deseaban permanecer unidos. Y esto motivó a los Cifuentes a dar un paso adelante para conocerlos.

Firmaron la guarda preadoptiva para iniciar un proceso de vinculación con ellos y los chicos llegaron a su casa. Mariana cuenta que al venir de hogares, se nota mucho la necesidad de pertenecer. “Ese día les hicimos una bienvenida con toda la familia que los estaban esperando, y luego comenzó nuestra vida juntos que no fue nada fácil”.

Habían estado solos haciendo programas con amigos y de pronto se les vino este ventarrón. “Fue difícil, pero aprendimos: ellos a ser hijos y nosotros a ser padres. Así como ellos aprendieron cómo es una familia, nosotros también aprendimos a como poner los límites, reconocer que nos equivocamos, pedir perdón y saber cuándo nos tenemos que enojar”. 

Los chicos llegaron con pocas cosas, mucha frustración y ansiedad. “La única terapia que hicimos fue con la psicóloga de la defensoría y un seguimiento de cómo iban las cosas con informes en el juzgado. Primero fue el caos total, pero lo loco fue que después de dos meses de vivir juntos, nos estábamos sintiendo afianzados”.

Matías cuenta que con los más chicos el vínculo fue rápido. “Cuando abrimos la puerta me dijeron ‘papi’. Con las más grandes fue un proceso, hasta que un día se les escapó ‘porque papá…’ o ‘porque mamá…’ al referirse a mí o a Marian. En ese momento nos hicimos los disimulados, pero se nos escapó una lágrima”.

El matrimonio dice que lo importante fue poner ‘manos a la obra’. “Si te la cuentan antes, dices: ‘Ni loco. No voy a poder. Va a hacer imposible’. Sin embargo cuando empiezas a hacer las cosas, sacas las fuerzas de donde sea, te ingenias, aprendes a cocinar, a hablar y vas buscando recursos que ya tienes para adaptarte y sacar las situaciones adelante”.

Dentro de los desafíos, el aspecto material fue importante. Matías es docente y músico y Mariana una diseñadora que trabaja en un estudio de arquitectura. Donde tenían un estudio de grabación, instalaron a los 3 varones con colchones en el suelo al principio y a las chicas las ubicaron en otro cuarto.

Luego, gracias a la generosidad de algunas personas, recibieron cuchetas donadas para los chicos. “Nos vienen ayudando amigos y familiares. Los que tenían hijos nos donaron ropa y juguetes. La gente es solidaria. Los chicos van aprendiendo a valorar y a que las cosas también se ganan”.

“Tuvimos que empezar a ver códigos, higiene y sentarnos a hablar con cada uno, ya que en los hogares la tarea no es individualizada. Sobre la autoridad les enseñamos que nosotros vamos a dirigir un poco la cosa porque somos mamá y papá, pero lo que hacemos es entre todos”.

Para Matías y Mariana lo que les ayuda a seguir adelante es el amor que reciben: “los chicos tiene mucho afecto y eso nos carga la pilas. Estoy distraído y me abrazan y me dicen ‘te amo’. O venimos manejando en la camioneta y el más chiquito me toca la espalda y nos dice ‘papi, mami, los quiero’. Es tremendo”.

La pareja hoy dice sentirse muy feliz y comparten un mensaje: “muchas veces uno tiene una idea de cómo tienen que ser las cosas, pero la vida te sorprende de otra manera y la verdad es que hoy esta es la familia que siempre hubiésemos querido”.

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